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Rayan:

Ya no siento el frio de la noche y las ventiscas ya no me golpean la piel desnuda, ahora siento que la temperatura a nuestro alrededor se ha elevado y ha transformado nuestro pequeño lugar en una estufa ardiente.

Nuestras bocas no dejan de reclamarse y parte del calor que emana nuestros cuerpos juntos sube a mi cabeza, jadeo sobre los labios de Nate y nuestras bocas vuelven a tocarse sin darle tregua a un espacio, sin embargo al moverme ocasiono una pequeña abertura entre nuestras partes, abertura que el mismo Nate cierra llevando enseguida su mano a mi trasero y arrastrándome contra él.

Rompemos el beso tras el roce que golpea su entrepierna contra mi pelvis, nos separamos jadeantes con su frente sobre la mía y necesitados por acabar con la ropa que se interpone a un mejor toque.

—¿Traes...?.—Ni siquiera acabo la pregunta cuando ya ha metido la mano en el bolsillo delantero de sus bermudas.

Saca un preservativo y lo levanta al lado de su rostro, mientras me observa con una sonrisa.

Arqueo una ceja.—¿Debo preguntar?

—Me gusta estar preparado.—Comenta.

Mantengo la sorpresa en mi rostro.

—Contigo.

—Ajamp.

El encoge los hombros, sus labios yacen hinchados.—Tenia la esperanza de que pasara.

Las comisuras de mis labios se elevan, lo cojo del rostro y lo beso, beso que me devuelve mientras sus manos suben por mi espalda, Nate aprieta los dedos y me obliga a caer, nuestras bocas toman distancia en nada de un segundo y vuelven a toparse cuando él se sube encima y yo quedo debajo.

Lo envuelvo con los muslos y aprieto su cadera, Nate se frota.

—Dios...—Jadeo rompiendo el beso, tomo su boca de nuevo.

Su tacto no baja de mi abdomen y sus labios abandonan los míos para besar mi cuello, echo la cabeza hacia atrás, pero mis manos no retroceden, caen desde su torso desnudo, acarician los cuadros y llegan a las bermudas.

—Maldita sea.—Su gemido junto a las palabras me roban una risita, Nate no es de mucho maldecir, al menos no lo he escuchado, pero como no hacerlo si acabo de tocar su polla por encima de la tela.

Mis manos atrevidas son su permiso para que el haga lo mismo conmigo y como lo supuse, me baja de un tirón los short, dejando la parte baja de mi bikini.

Me rio por su desesperación.

—Déjame a mi.—Le aviso.

Desajusto las tiras de cada esquina del bikini y dejo mi intimidad expuesta para él, me admira por varios segundos y lo observo tragar, con el bulto dentro de sus bermudas marcándose más.

Ni Nate, ni yo queremos que el frio regrese a nuestros cuerpo, por eso mismo y porque ya no podemos esperar más, él se quita las ultimas prendas que rodean su cuerpo.

Bajo el reflejo de la luna tengo la imagen atractiva de su masculinidad, igual como él tiene una imagen parecida de mí.

Sus ojos me devoran y pronto su boca empieza a hacerlo, ya no hay palabras, Nate me aprisiona con su cuerpo, sus labios besan cada línea y sus manos se deslizan por cada curva, aprieta los bultos y moldea muy bien mi figura, sacándome gemidos descontrolados.

Muevo las piernas y toda la arena húmeda se pega a mi cuerpo, cuando acabemos saldré con el trasero lleno de arena, aunque estoy segura que valdrá la pena.

Aun ni me ha penetrado y sé que valdrá la pena.

El corazón me late muy rápido y puedo jurar que Nate puede sentirlo cuando sus labios llegan al centro de mis pechos, los cuales van directo a mis pezones y comienza a chupar de ellos mientras sus dedos hacen presión y provocan calor contra la piel de mi estómago.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora