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Rayan:

—Tus alumnos son agradables.—Me dice papá.—Y sus padres también.

—¿Eso te parecieron?

—Claro... ¿Cómo estuvo tu conversación con Halle?

Cierro los labios.

—Unos amigos que no se ven hace un año, necesitan ponerse al día.—Papá levanta las manos.—Que mi condición no te detenga.

—Papá..

Él se calla.

—Estamos bien.—Le aseguro.

—Entonces... ¿volverás a enseñarles?

Dios mío.—¿Acaso Nate no se guarda nada?

—Teníamos que tener una conversación mientras tú y Halle hablaban ¿No?

Suspiro.—Ya come tu fruta picada.—Le digo señalando su plato, papá coge el tenedor.

Se mete un pedazo a la boca y se lo come.—¿Entonces sí...?

—No.. no lo sé.—Confieso.

—¿Qué la charla con Halle no te hizo entrar en razón?

—¿Podemos no hablar de eso ahora?.—Le pido.—Primero come.

Sus ojos me observan y yo me acerco a insistirle tomando el plato.

—Come, no me obligues a dártelo como un bebe, papá.

—Solo espero que tomes una buena decisión, pescadito.

Yo también, papá, yo también. 






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Salgo de la habitación de papá, los chicos y sus padres aún están en el pasillo, con la mirada cabizbajos y no se dan cuenta de mi presencia hasta que empiezo a hablar.

—Mañana.—Pronuncio, sus miradas se elevan y se colocan sobre mí.

Nate, quien se encuentra a unos metros, también reacciona igual, el deja de usar la pared como apoyo de su espalda, pero mantiene los brazos cruzados, observando en mi dirección.

—Mañana alisten sus tablas.—Anuncio.

—¿Mañana?.—Pronuncia Nataly.

Asiento con la cabeza, Sheyla y Timothy se acercan a mí.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora