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Rayan:

—No puedo creer que estés aquí.—Digo, ambas nos hemos sentado fuera del pasillo, en las bancas y Nate nos ha dado espacio para hablar.

Él ha entrado a visitar a papá, a quien ya le he hablado de el.

—¿Cómo es que ...?

—Nate.—Responde ella con una sonrisa.—Es un buen chico.

Oh..

—¿Te gusta?

Me sonrojo.

Halle suspira.—Siempre te he juzgado por tus gustos, sobre todo por el imbécil a quien le diste tu virginidad.

—Halle..—Le recuerdo que estamos en el hospital y mi papá al lado.

—Pero ese chico me agrada.—Pronuncia.—Después de todo... ¿Qué clase de chico va a buscar a la amiga de la chica que le gusta para que hable con ella?

—Eso hizo.—Digo bajando la mirada.

—Claro que lo hizo.—Responde.—¿Puedes creer que investigo a mi papá y luego lo siguió para dar conmigo?

—Suena como un capítulo de CSI.

—Sí, creo que extraño que nos desvelemos para ver esa seria.

Ambas sonreímos.

—Pero gracias a el estoy aquí y eso demuestra cuanto le importas ¿No?.—Halle suspira.—Es suficiente para que me agrade, Rayan.

—Halle.

—Si te casas con el quiero ser la madrina.

—¡Halle!

Ella ríe y yo me disculpo con una enfermera, quien nos ve con una cara de pocos amigos después de haberme escuchado gritar.

Mi sonrisa se borra y regreso los ojos a ella.

—¿Cómo te va?

—Bien, acostumbrándome supongo.—Me hace saber ella.—Aunque ahora creo que no hará falta hacerlo, después de que pasó esto, mamá se enojó con papá y... está intentando llegar a un acuerdo.

—Entonces tú...

—Es posible que regrese a Rosemary Beach.—Me dice y todo es tan repentino, verla otra vez y esto, además todo después de...

—Lamento lo que hizo mi papá.—Halle interrumpe mis pensamientos.

Mi mirada baja.

Trago saliva y vuelvo a subirla.—¿Cómo fue que te dejo venir?

—Después de que tu novio.—Responde Halle y yo me sonrojo.—Me dijera que a mi padre se le ocurrió la idea de confrontar al tuyo, solo lo confronte como él lo hizo y le dije que si te culpa por lo que pasó conmigo, yo lo culparía a él si algo le llegara a pasar a tu padre...—Suelta un suspiro.—Entonces me dejo ir y como dije, mamá está furiosa.

—Lamento haber causado eso.

—No te disculpes, Rayan.

—No solo por eso.

Halle me observa confundida.

—Nunca tuve la oportunidad de disculparme.—Paso la saliva.

—Y yo nunca tuve la oportunidad de decirte que no es tu culpa.—Me responde ella.

Abro los ojos.

—Pero creí que mi Rayan era lo suficientemente lista para saber que no era su culpa.

—Creo que no soy muy lista.

—Tampoco eres tonta.

Se gira hacia mí y me toma la mano.

—Supe lo de tu madre, me hubiera gustado estar contigo cuando paso.

Asiento despacio.—Sé que sí.

—Pero ahora estoy aquí, Rayan.—Sigue ella.—Y no he venido solo para disculparme por papá... ni para ver a mi mejor amiga.

Separo los labios.—Halle...

—Tienes que volver a surfear.

Trago saliva.—Nate...

—No importa si Nate es un chismoso, le importas como a mí y ambos queremos que sigas con lo que amas.

—Lo he intentado, luego de que pasó.... de que te lleve ahí.—Ella me sujeta con más fuerza.—Y podía subirme a una tabla, podía surfear, pero desde que mamá se fue.

Bajo la mirada y siento mis ojos arder.

—¿Sabes que Nate se ofreció ser mi escudo?.—Limpio mis lágrimas.—No se cómo él puede tener tanta fe en mí y yo no.

—Todos, Rayan.—Me dice ella.—Nate, tu padre, yo, tus estudiantes...

Abro los ojos, Halle sonríe.

—Sí, Nate también me conto eso.

—No se le olvida nada ¿No?

Halle asiente con la cabeza.—¿Y qué dices...?

Aprieto los labios, los ojos de Halle me ven con emoción.

—¿Volverás a ser el León marino de Rosemary Beach, Ryan Pepper?

Soy interrumpida, somos interrumpidas cuando escucho un ruido leve venir por el pasillo, levanto la mirada limpiando mis lágrimas y me pongo de pie al notar el grupo que ha ingresado, mientras Halle se mantiene unos pasos detrás de mí, a mí me sorprende que hayan evadido la seguridad del hospital al haber venido todos.

Padres e hijos, se paran delante de mí.

Cada uno de los chicos que entreno.

—¿Qué ...?¿Que hacen aquí?

El padre de Nataly la dirige a caminar hacia mí, ella lleva un ramo de flores de distintos diseños en sus manos.

—Esto es para usted, Rayan.—Me dice el padre de la niña.—De parte de todos nosotros.

—¿Qu- e?

—Vinimos a apoyar a nuestra entrenadora, señorita Pepper.—Ella me entrega el ramo y yo lo recibo.

Mi mirada pasa de cada alumno hasta llegar de nuevo a Nataly.

Aprieto el ramo en mis manos, mientras veo cada uno de sus rostros y otra vez siento ganas de llorar, igual que ayer.

Ellos están aquí.

Todo mi equipo está aquí.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora