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Nate:

Observo el reloj y la hora marcada sobre este, en la pared del gimnasio: La 1 pm.

Aparto la mirada de este para colocarla sobre el guardia, quien me avisa que nuestra segunda hora acabo y a su vez esta interesado si pagare otra más, pero me es imposible, no por el alquiler, sino por ser ya hora de almuerzo.

Estos chicos solo tienen un desayuno ligero en el estomago.

Mierda... ¿Qué habrá pasado?

Niego en dirección al guardia, quien nos termina pidiendo que abandonemos el gimnasio.

—Ya paso una dos horas.—Se acerca a avisarme Bill.—Creo que ha sido suficiente ¿No, Nate?

—No, se que algo debió pasar.—Mantengo mi fe.

—De ser así debió avisar. Nada justifica...

—Tal vez no pudo hacerlo.—Me vuelvo hacia el.—¿Dices que es su culpa?

Bill niega.

Los chicos se paran de los asientos, fastidiados, algunos hasta ya se encontraban cambiados, pero Nataly y Mark seguían esperando con sus trajes de baño, por su parte Anthony y Sheyla se querían ir desde la ultima hora. Tuve que pagar dos horas más creyendo que se había retrasado, pero ahora ya se que no va a venir y estoy preocupado.

—¿Por qué no vamos todos a almorzar y después regresamos al hotel? Yo averiguar que sucede. —Le aviso a los padres.

Aceptan y salen del gimnasio, aunque también preocupados por la inasistencia de Rayan.

Al quedarnos solos Bill y yo, me vuelvo hacia los tres chicos que no se han movido.

—¡Hey! ¿No me oyeron?

Anthony, Timothy y Sheyla ponen los ojos en nosotros.

—Di una orden. Vayan a almorzar y luego al hotel,  Bill y yo descubriremos porque Rayan decidió faltar..

—¿No es muy obvio?. —Interrumpe Anthony. —Si la entrenadora no lo toma en serio..

—¡Hey!  —Bill alza la voz, yo lo detengo.

—No adelantemos suposiciones, tal vez Rayan sufrió un inconveniente...—Logro decir.

—Le tiene mucha fe, profesor. —Me dice Timothy.

Suspiro. —Le tengo la misma fe que ustedes le tenían  ¿O ya lo olvidaron?

Apartan la mirada, no me detengo.

—¿Querían entrenar con el León marino de Rosemary Beach? Logre que sucediera.. ¿Qué pasa ahora?

Anthony encoge los hombros. —Creímos que era diferente, pero además de los rumores.

—Los rumores suelen distorsionar la realidad, Anthony. —Aclaro yo. —¿Pueden tener un poco de fe en su entrenadora..?

—Se me dificulta, profesor. —Se queja el.—Usted nos entrenó todos estos meses, todo lo que hacemos con ella ya lo sabemos.

—¿Es así?. —Pregunto, Anthony asiente con la cabeza. —¿Cómo te fue en tu última clase de Surf Seft?

Él no responde, Sheyla toma la palabra.

—Con todo respeto, entrenador... Apnea, ejercicios de equilibrio y Fitball.—Me enumera Sheyla.—Todo eso lo entrenamos con usted.

—Y por eso demostraron que lo dominaban ¿No es así?—Hablo con sarcasmo.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora