Rayan Dominika Pepper, mejor conocida como "El león marino", es la ganadora de cinco años consecutivos en la competencia de Surf de Rosemary Beach.
O lo era, hasta que una tragedia la azotó y la alejó de las olas para siempre.
Al menos eso esperaba...
¿Has tenido sueños recurrentes? Desde ese día no he dejado se tenerlo, sin embargo, no puedo calificarlos como sueños.
No son sueños...
Lo que yo tengo son pesadillas.
"—¡Rayan, ayúdame!"
Abro los ojos de golpe levantándome del mueble, mi padre se encuentra en el arco de la puerta.
—Rayan, ayúdame. —Me pide. —Estoy llamándome hace cinco minutos.
Me sobo los ojos. —Lo siento, me dormí tarde anoche.
Papá suspira. —No importa, pero son las cinco de la mañana y debemos llevar el cargamento al muelle. Muévete, pescadito.
—Papá. —Le pido y el solo sonríe.
Pongo los pies fuera del mueble y me doy un estirón rápido, antes de tomar mi gorro de playa, colocarme lo sobre la cabeza y seguir los pasos de mi padre hacia la tienda, por la puerta del garaje.
Hay cinco baldes con cebo esperando ser llevados al muelle.
—De acuerdo, empecemos. —Señala detrás de mí, en la camioneta Ford ya estacionada. —Abre la puerta, Rayan.
Hago lo que me pide y regreso a ayudarle a llevar los baldes en la parte trasera, el olor es bastante fuerte para una persona que no ha vivido con cebo toda su vida, para mí es bastante soportable.
Papá sube el último balde, mientras yo me ocupo de revisar cada uno, asegurándome que el cebo siga fresco, moviéndose.
—¿Todo en orden, pescadito?
—Si. —Respondo y sacudón mis manos del polvo.
—Bien. —Papá mete la mano al bolsillo de su chaqueta verde y saca las llaves de la camioneta, me los lanza.
Los atrapo en mis manos. —Papá. —Digo colocando mis ojos en su rostro.
—Te lo ganaste, vamos. —Camina por el lado contrario del asiento de conductor y sube al coche.
Yo hago lo mismo, pero subiendo en el asiento de conductor, cierro mi puerta y enciendo el motor.
—Espera. —Me detiene papá, el se coloca el cinturón de seguridad.
Arqueo las cejas. —¿En serio?
—Solo es por seguridad, pescadito.
—Sí, claro. Muy gracioso, papá.
Él se ríe. Doy la vuelta y manejo en dirección al muelle.
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