CAPÍTULO 23 CON MAS CONFIANZA

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No Kate, no, te lo juro, yo le dije que conocía a una persona que sabía dónde vivías, me preguntó si podía apoyarte en estos momentos, y por supuesto le dije que yo no sabía dónde vivías, eso es verdad, hasta que Ana me trajo y pues no se puede esconder el parecido de tus hijos con Ana y su hermano.

— ¿Cómo está Elliot? Le perdí la pista cuando entre a la universidad y conocí a Alan, Elliot era mi mejor amigo desde niños, jugábamos beisbol, salíamos en Halloween, tengo todos los regalos que él me dio, los tengo guardados en una caja, incluyendo el anillo que él me diò, él fue mi primer amor, nunca se me declaró, yo esperaba que los días de San Valentín se me declarara u otro día, solo nos mirábamos por horas, reíamos, jugábamos, veíamos películas en mi casa o en su casa, cuando le dije que me había quedado en la Universidad de Seattle, él me dijo que no se había quedado en esa, pero tampoco me dijo en cual se había quedado, y ya no lo volví a ver, comprendí que nunca se enamoró de mí, un clavo saca a otro clavo, Alan me ayudó a olvidarlo, tengo bonitos recuerdos de él.

— Ten Kate, este anillo te pertenece, me dijo que si alguna vez te veía que te saludara y te lo diera, y recordaras la promesa que te hizo. Él creyó que tú no te habías dado cuenta del gran amor que te tenía, simplemente él no te dijo nada por miedo a perder tu amistad, pero aún te sigue amando.

— ¿No se ha casado? Que tonto

— Te sigue y te seguirá esperando, en su consultorio tiene una fotografía tuya de tamaño natural, traes puesto un uniforme de beisbol de los Marines, en su recamara tiene gorras, pelotas, bates, manoplas, mascarillas y todo lo que le regalaste en su cumpleaños como trofeos, cómo no iba a tener este anillo, ¿Me puedes decir tú cual fue la promesa que te hizo?

— Me colocó el anillo que tengo guardado, y yo coloqué éste en su mano, como si nos estuviéramos casando, me dijo que si alguna vez necesitaba a un hombre para hacerme feliz, no dudara que él me apoyaría a conseguirlo, él me prometía que si lo necesitaba que lo buscara, él sería ese hombre que nunca me dejaría partir de su lado, para cumplir la promesa de la unión de esos dos anillos, me creerán que fue el único beso que me diò, ya no lo volvía a ver después de los anillos y el beso, pensé realmente que nunca se enamoró de mí, a pesar de lo que me acababa de prometer. Por ende yo nunca me le iba a declarar, quería que él me lo pidiera.

— Hasta que no termine la investigación de mi padre, no podemos decirle a nadie de tu existencia aquí, es un hermoso lugar, ¿Qué te trajo hasta aquí? Realmente estas a mucha distancia de Seattle y con otro nombre, eso fue bueno, sin embargo me comenta Ana que no has podido entrar a trabajar en un hospital.

— Mira Christian, podría conseguir el empleo en cualquier hospital, pero con este nuevo nombre, no tengo la titulación y la cedula de médico, si ingreso a trabajar a un hospital, tendría que ser con mi verdadero nombre, pero eso no lo puedo hacer porque esa señora Carla vendría a matarme, estoy segura.

— Estaba escuchando hace rato el proyecto que te decía Ana, pedir a la casera que te dejara hacer un pequeño consultorio y asì trabajar desde aquí, mientras tus niños estarán en la escuela, pero si meten a la cárcel a la usurpadora ¿No te gustaría regresar a Seattle?

— Si me gustaría regresar, siempre y cuando esa mujer esté muerta, si sigue viva puede escapar de la cárcel y no podría vivir tranquila nunca, amo mucho a mis hijos como para exponerlos ante esa mujer.

— Entonces estarías privada de ejercer tu profesión, porque si piensas hacer el consultorio en frente de esta casa, tienes que dar tu nombre y tú cedula.

— En eso no había pensado, gracias Christian por esa observación, sé que no seguiré trabajando siempre de mesera, pero mientras viva esa mujer, no pienso dar mi identidad.

— Pero también estar privando a tus hijos en llevar el apellido de su padre, no se....... Se me hace injusto que no lleven el apellido Steele.

— Eso me duele mucho, amo a mis hijos y me siento egoísta no poder utilizar sus verdaderos apellidos, si hubiera alguna otra posibilidad.

— Yo tengo otra opción, a lo mejor soy tonto en proponértelo Kate, pero si regresas a Seattle y Elliot te pide matrimonio, tus hijos pueden llevar el apellido Steele y tú serías Katherine Kings, no creo que esta persona te relacione con el apellido Kings.

— Se nota que quieres mucho a tu amigo, pero aunque fuera asì como dices, para mi cedula profesional yo soy Katherine Wonder, no cambaría nada, además topármela o que viera a mis hijos eso me aterra.

— Estoy entendiendo la problemática y la verdad, no hay una solución para que puedas ejercer tu profesión.

— Kate, cenamos contigo y nos vamos, así puedes descansar, mañana tienes que llevar a los niños a la escuela e ir al trabajo, te diría que venimos por ellos, pero no se ha qué hora nos levantemos, pero seguimos con la rutina, Christian y yo pasamos por ellos a la salida de la estancia, después venimos por ti.

— No sé cómo agradecerles este apoyo Ana.

— Eres la madre de mis sobrinos y mi mejor amiga, que no se entere Mía y José, porque son muy celosos.

— Para que no se enojen, tiene prioridad tu cuñada y madre de tus sobrinos.

Christian y Ana salieron de la casa de Kate, al llegar al hotel, subieron por el elevador al tercer piso donde se encontraba su habitación, se miraron y besaron suavemente, Christian le propuso a Ana llenar la bañera y pasar un rato juntos para relajarse, mientras Ana abría la llave de la tina de baño para llenarla, empezó a esparcir aceite que estaba incluido en el baño del hotel, Ana tenía la manía de leer todo lo que estuviera en frascos de cualquier tamaño, sus funciones, leyó que esos aceites son relajantes a la hora de bañarse, con agua lo más caliente que aguantara el cuerpo, sin llegar a quemar la piel o irritarla.

HASTA QUE TE CONOCIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora