Cuando era pequeña, mis padres solían contarme historias de terror, y cuando no obedecía, decían que el lobo, bruja, o el cazador de almas vendría por mí. Su amenaza se sentía tan real que lloraba con intensidad o solía tener pesadillas. Al crecer, deje de temerles, porque al igual que los cuentos de hadas, no existen. O eso creí, hasta que él se coló por cada parte de mi piel y mente, hasta llegar a mi corazón, anclándose en él, enamorándome de algo que se supone no debería existir, a algo que le temí en mi niñez. OBRA REGISTRADA CON DERECHOS DE AUTOR ADVERTENCIA: Escenas +18