Capítulo Diez: No tener miedo

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Cuando Ray Dark salió minutos después de la habitación de Jude, el temor volvió a ella. Pero el hombre ni siquiera la miró cuando pasó por su lado, haciendo un solo gesto brusco para que lo siguiera.

Dianora caminó detrás de él en silencio. Se encontraron al señor Sharp al final de las escaleras y Ray Dark se detuvo para hablar con él. El padre adoptivo de Jude era lo contrario al suyo; un hombre bajo y regordete que parecía preocuparse por Jude. Por su hijo. Le dolió darse cuenta que ya no podría ser llamada de ese modo nunca más. Por lo menos no con los mismos sentimientos que podía ver en los ojos de ese hombre. Con los que su madre la veía a ella.

Ray Dark apenas intercambió unas pocas palabras con el hombre, asegurando que todo estaba bien con Jude. Con preocupación, Dianora entendió de sus palabras que todo había sido una falsa alarma. ¿Jude había cambiado de opinión? ¿Le había contado a Ray Dark todo lo que hablaron? Tal vez por eso se veía molesto con ella. Con los nervios en alto, se despidió cortésmente del señor Sharp.

El camino a casa fue en un ambiente tenso. Dianora no había parado de mover la pierna de arriba a abajo repetidas veces, ocasionando que Ray Dark se desesperara y la mandará a detenerse de una buena vez. Después todo volvió a quedar en silencio.

En casa, Dianora tuvo la intención de subir las escaleras y encerrarse en su habitación, pero Ray Dark la detuvo.

—Acompáñame en el comedor.

Después de dejar caer la petición, giró sobre sus pies y se internó en el mencionado comedor.

Ella se quedó ahí parada por unos segundos. Negarse a la petición era desventajoso si quería dejar de seguir ese plan del cual era parte, pero al que todavía no conocía su fin. Viendo a Ray Dark con esa aura oscura e intimidante, Dianora se preguntó cómo iba a hacerle frente. La única respuesta que pudo formular en su camino al comedor fue: no demostrar miedo. Al contrario, debía demostrar seguridad ante su decisión.

«Sin miedo», se repitió en cuanto se adentra a la estancia. Una larga mesa de madera adornaba el centro de la habitación, donde Catrina se encontraba colocando un plato de comida frente al asiento que se encontraba junto al de Ray Dark, sentado en la punta de la mesa.

—Mañana ya es el partido, ¿Nerviosa? —cuestiona en cuanto ella se encuentra sentada frente a su cena, que consistía en un tipo de brocheta de pollo y un tazón de arroz al lado. Se veía delicioso, pero su apetito salió corriendo desde el momento en que Ray Dark la invitó al comedor.

—Solo un poco. —respondió tomando sus palillos, probándolos en sus manos. Hacía tiempo que no tomaba unos. Sus comidas siempre habían sido con cucharas o tenedores.

—Y ahora te ves mejor que la última vez —Ray Dark siguió hablando mientras cortaba el pollo del palillo en el que lo incrustaron. Rara vez lo veía comer con palillos—, por lo que seguiremos con el entrenamiento después de la cena.

El arroz que había tomado se resbaló de sus palillos grano por grano, hasta regresar al plato —esta vez sin ser por su torpeza con ellos—, igualando la sorpresa de la chica cuando quedó a medio camino de llegar a su boca.

—¿Qué? —cuestionó bajando la mano y dirigiendo sus ojos abiertos por la sorpresa al hombre sentado a su lado. Él seguía comiendo como si sus palabras no hubieran ocasionado nada en Dianora.

—Hay que pulir mucho más la técnica. —continuó tomando su copa de vino y dándole un sorbo. Sus miradas por fin se encontraron por sobre la copa, una mirada helada que no presidía nada bueno.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora