Introducción

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UN DIOS ENTRE HUMANOS

*.*.*

Dos días desde la desaparición de Dianora.

Jude se estaba preparando junto a Erick para lanzar su técnica combinada después de que Axel y Kevin efectuarán la suya propia. Los cuatro estaban dispuestos a dar todo de sí para que Mark pudiera igualar la fuerza de los tiros del Zeus. Él había sido espectador de esos monstruosos tiros junto a Dianora —y estaba seguro que no habían mostrado realmente toda su fuerza—, jugando al lado de ellos por no más que unos segundos, pero tenía la certeza de que ganarían ese partido.

Soltó un suspiro, observando el balón entre sus manos.

La extrañaba. Se sentía mal por no haberlo notado antes, por haber visto su lugar vacío y solo haber pensado que debió ir al baño. Dianora jamás había abandonado un partido por esas trivialidades. Todavía en los entrenamientos de su nuevo equipo, ella prefería quedarse hasta el final y, junto a Jude, corregir errores de los chicos o ayudarlos para efectuar una nueva técnica.

Había estado pendiente todo el día y la noche, esperando una llamada del detective, donde le diría:

—La encontramos.

Pero eso siempre estuvo en su imaginación, la realidad era que el propio Gregory se encontraba desesperado por saber dónde se encontraba después de descubrir que el médico que la había estado viendo todo ese tiempo también desapareció. Los del hospital dijeron que solo había dejado su renuncia en la recepción y no volvió más.

Un peso en su hombro lo sacó de su ensoñación. Erick se encontraba a su lado, con una sonrisa comprensiva tirando de sus labios.

—Ya van a tirar.

Jude asintió, obligándose a enfocar toda su atención en ese momento. Así había sido desde hace dos días. A su mente le costaba concentrarse en algo que no fuera en la ubicación de su novia. Había llegado a cometer errores banales en los entrenamientos, pero pudo hacer que su mente se enfocará en el fútbol por ella. Diciéndose que eso era lo único que podía hacer mientras esperaba noticias del detective Smith.

El Tornado dragón fue el primero que hizo su trayecto hasta la portería, seguido del Remate combinado. Mark se encontraba en posición, esperando el momento de impacto. Pero eso no sucedió. Alguien más los detuvo.

Jude apretó los dientes en cuanto el rostro de Byron se hizo visible.

Mark, por el contrario, soltó un grito emocionado.

—Has podido pararlos. Eres un gran portero.

—No, yo no soy portero —sonrió, mirando al balón girando en su dedo índice—. El portero de mi equipo habría podido pararlos con un solo dedo, la verdad.

—Y ese equipo no será por casualidad el instituto Zeus, ¿Verdad, Byron? —cuestionó Jude, acercándose hasta donde Mark y el intruso se encontraban.

Todos se sorprendieron por las palabras del estratega del equipo, mirando al intruso ahora con menos admiración que la que tuvieron en un principio. La tensión era ahora palpable alrededor.

La vez que habían recibido la nota con la amenaza a Dianora, Jude había reconocido el nombre, solo que no lo había escuchado ni investigado lo suficiente como para darse cuenta de que se trataba específicamente del capitán del Zeus. Ese error lo llevó a obsesionarse esos dos días en investigar muy a fondo a sus rivales.

Pero las consecuencias ya habían ocurrido, no había vuelta atrás.

Ignorándolos, Byron dejó caer el balón y se giró hacia el portero del Raimon.

—¿Eres Mark Evans, no? —No dejó que el aludido respondiera y siguió—. Permite que me presenté. Me llamo Byron Love, del instituto Zeus. El entrenador Dark me ha hablado mucho de ti.

—Lo sabía, Ray Dark —Jude frunció el ceño.

—Has venido a desafiarnos mientras entrenamos, ¿Eh?

Byron miró con una ceja alzada a Kevin por encima de su hombro.

—¿A desafiarlos? —Se rió con un tono delicado, pero burlón.

—¿De qué te ríes? —El delantero apretó los puños, furioso.

—Los desafíos son porque uno planea enfrentarse al otro y, la verdad, es que no pretendo enfrentarme a ustedes.

»Y tampoco deberían de querer hacerlo. Por su propio bien.

—¿Por qué no? —cuestionó Mark, más serio de lo normal.

—¿Qué por qué? Porque perderían.

Todos se tensaron ante sus palabras, que salieron tan naturales de sus labios, como si fuera algo obvio.

—Cuando dioses y humanos se enfrentan es evidente para quien será la victoria.

—¿Estás diciendo que crees que eres un dios?

—Bueno, ¿Quién sabe?

—Hasta que no juguemos no puedes saber el resultado.

—¿Tu creés? ¿No caen las manzanas de los árboles? Pues que yo sepa nunca jamás se ha visto que un fruto vaya del suelo al árbol.

»Además, ahí está su amigo Jude Sharp que es el que mejor lo sabe. Por cierto, Dianora manda saludos.

Jude se tensó ante la mención de la chica por la que ha estado distraído por dos días. Quiso acercarse, pero Axel lo detuvo con su brazo.

—¿Qué sabes de Dianora?

Una mirada de esos orbes marrón rojizo fue lo único que recibió como respuesta.

—Así que es mejor que dejen de entrenar. Los humanos no podrán vencer a los dioses solo con unos pocos entrenamientos. Eso es absurdo.

—¡Cállate! —El repentino grito de Mark sorprendió al intruso y a todos los presentes—. Entrenarse no es absurdo. No permito que nadie diga eso. Entrenarse es como hacer bolas de arroz. Damos forma a nuestros sueños con sudor y lucha.

Nadie dijo nada, hasta que Byron soltó una risa y lo miró con fingida admiración.

—Sí, por supuesto. Entrenarse es como hacer bolas de arroz.

Mark lo miró furioso.

—No tiene ninguna gracia.

El capitán del Zeus soltó un suspiro, el color de sus ojos cambiando a un rojo intenso le dijo a Jude que algo malo iba a pasar.

—No me dejas elección. Está bien. ¡Voy a demostrarles porque es tan absurdo!

En esos pocos segundos que le llevaron a Byron demostrar sus palabras, Jude pudo recordar la impotencia que sintió en el partido contra el Zeus. Recordó la rapidez y la fuerza que tenían. Pero en cuanto vio como Mark Evans había podido lograr interceptar el balón por unos segundos, supo que la esperanza que tenía no era absurda.

La balanza que indicaba la victoria se empezaba a inclinar hacia el Raimon.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora