Capítulo Nueve: Luz de luna

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Natalie Jones

Estaban regresando para cenar en la cafetería de la escuela cuando Natalie decidió acercarse a la chica de cabello marrón y extraño sombrero de paja.

—¿Cómo habías dicho que te llamabas? —cuestionó Natalie en primer lugar, llamando su atención.

La pequeña chica la miró por unos segundos con las cejas alzadas, sorprendida ante la repentina pregunta y la aparición de Natalie.

—Eh, Kerry Bootgaiter.

—Bueno, Kerry, mucho gusto —Mostró una gran sonrisa—. Tienen pista de patinaje, ¿no?

—Ah, sí —respondió algo dudosa—. ¿Sabes patinar?

Natalie asintió con rapidez.

—Quisiera verla y patinar... ya sabes. —Natalie soltó una risa, un tanto incómoda por estar pidiendo algo así.

—En la mañana podría mostrarte el lugar —sugirió Kerry sin ningún problema ante la petición de la chica.

—¿Por qué no ahora? —cuestionó con un puchero.

—Está anocheciendo —Señaló el cielo, que se encontraba en un ligero tono de naranja—. La pista está al aire libre, por lo que no tiene mucha iluminación. ¿No te molesta?

—Para nada —respondió con rapidez, juntando las manos en una súplica silenciosa.

Kerry dudo por unos segundos, pero al final terminó asintiendo.

—Pero será después de la cena. Creo que habrá suficiente iluminación lunar, así que no te preocupes.

—¡Está bien!

Natalie se dejó guiar hacia el comedor dando pequeños saltos en el camino, feliz de que la chica aceptara.

Se pusieron de acuerdo para encontrarse afuera después de la cena, en la cual Natalie trató de apresurarse —lo que se le hizo un tanto difícil por lo divertidos que se comportaban los chicos, haciendo berrinches por la comida—, para así ponerse ropa adecuada. La chica bajita le prestó unos patines que no usaba hace mucho y la guió al lugar.

El sol ya había caído por completo cuando quedó a solas.

Tarareó mientras calentaba. Lo hizo fuera y dentro de la pista. Hacía meses que ella no había puesto un pie en el hielo. Pero, como su madre proclamó en varias ocasiones por teléfono, se deslizó por el hielo como si nunca lo hubiera dejado. Lo que se aprende bien es difícil de olvidar.

Después de cinco minutos ya se había vuelto a acostumbrar a estar deslizándose sobre el hielo con una libertad que la conmovía por dentro. Esa sensación, la había extrañado.

Dio giros lentos, algunos saltos ligeros. Se sentía tan bien el extasis que la invadió, que estuvo a punto de pasar  por alto la figura de una persona parada a la orilla de la pista.

Shawn Frost la miraba desde lejos con una ligera sonrisa en sus labios. La saludo con la mano cuando captó su mirada.

Natalie se acercó a él respirando con fuerza por la boca, dando una curiosa mirada a los patines que deslizaba fuera de su hombro cuando se agachó para tomar algo de su mochila.

El chico venía preparado.

Se sintió un poco avergonzada. Ella no había pensado en nada más que en conseguir unos patines. Quería empezar a patinar de una vez y no se preocupó por el agua o las toallas para limpiar su sudor cuando saliera del hielo.

—Te perdiste la noticia —dijo cuando se enderezó, trayendo su atención de regreso a él.

—¿Noticia? ¿Qué noticia? —cuestionó aceptando con gusto el termo que le tendió. Era agua y estaba tibia. No le molesto la temperatura. Y tampoco le extrañó verlo ahí. Por como sus compañeros hablaban de él, Natalie supuso que era de los chicos que no podían mantenerse en un mismo lugar.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora