Capítulo Veinticinco: Valentía

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El timbre resonó por toda la casa, llamando la atención de la chica que se encontraba cepillando su largo cabello con delicadeza, en un intentó de hacer pasar el tiempo más rápido. Sus ojos avellanados se encontraron con su reflejo en el espejo, escrutando la ropa que había decidido ponerse ese día. Unos pantalones ajustados y una camisa suelta de color celeste. Tenía una ojeras visibles bajo sus ojos, pero igual determinó que se miraba mucho mejor a comparación de la noche anterior.

Tomó su teléfono y salió al pasillo, bajando las escaleras en un trote rápido.

—¡Voy! —gritó cuando el sonido volvió a inundar la casa.

Abrió la puerta con su corazón latiendo con fuerza por lo nervios, donde encontró a Jude Sharp parado en su porche, llevando el uniforme del Raimon.

—Hola —le dedicó una pequeña sonrisa.

El chico de las rastas le devolvió la sonrisa como único saludo, lo que la hizo recordar lo incómodo que se había puesto la noche anterior cuando le contó sobre su condición. Cuando se fue, sin nada más que una sonrisa de despedida y unas palabras de aliento, Dianora no pudo dormir. Esta vez, no por no volver a jugar al fútbol, sino por Jude. Quedó despierta, pensando y preguntándose por sus motivos, pero no pudo llegar a ninguno. ¿Le molestó algo de lo que dijo? ¿Se habrá sentido mal por ella y no quiso demostrarlo para no hacerla sentir mal? Que irónico.

No era la primera vez que él se alejaba de ella como si fuera una extraña. Después del partido contra el Zeus no lo vio por unos días; y aún cuando ella lo buscaba, él no aparecía.

Ella no tenía idea de porqué se comportaba así y eso la frustraba.

Apretó los labios.

Estaba decidida a preguntarle en cuanto el torneo pasará y tuviera la oportunidad. No quería distraerlo de su propósito por ahora.

—Erick tiene algo que mostrarnos, es mejor que nos apresuremos —le tendió la mano, acción que la confundió todavía más de lo que ya estaba. ¿No estaba molestó? ¿Lo estaba?

Mordiéndose la lengua para no dejar escapar sus preguntas antes de tiempo, deslizó su mano sobre la suya —contacto que hizo que su corazón diera un vuelco—, y se pusieron en camino. El silencio que los rodeaba mientras recorrían el familiar trayecto hasta el campo Rivera, era como paredes a punto de cerrarse sobre ellos. Lo que la hizo pensar en una agonía asfixiante.

Los chicos se encontraban entrenando cuando llegaron. Natalie, junto con su habitual energía, Celia y Silvia se encontraban a un costado del campo. Estaba a punto de unirse a ellas cuando Erick, dejando de lado lo que estuviera hablando con Bobby —para sorpresa de ella y del aludido—, se acercó a ellos. Sus comisuras se alzaban en una sonrisa que les dedicaba como saludo, pero Dianora notó que no llegaba a sus ojos.

—Necesito hablar contigo.

El tono con el que lo dijo le confirmó que algo estaba mal.

No la dejó hacer siquiera un sonido. Tomó su mano libre y la apartó del agarre de Jude con un simple jalón.

Los alejó lo suficiente como para que siguieran viéndolos desde lejos.

—Hablé con Paolo —frunció el ceño ante su tono condescendiente—, y me pidió que descubriera que estaba pasando contigo. Está preocupado.

—Lo sé —aceptó ella recordando la última vez que habló con él. La noche anterior le había hablado de todo lo bueno que había vivido desde que había llegado de Italia, y fue como un soplo de alivio. Como si todo lo malo que había estado viviendo nunca existiera. Llegó a la conclusión de que pudo haber dicho algo, en algún momento de su conversación, que lo preocupó. Hasta el día de ayer, que llegó esa carta y descubrió que podría morir si volvía a jugar al fútbol, había sido meramente feliz y Paolo pudo haber notado el cambio. Él siempre podía ver a través de sus mentiras.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora