Capítulo Tres: Determinación y pasión

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Al día siguiente, Ray Dark se había marchado.

Lo había buscado por toda la casa, en cada habitación, baños y armarios —lo cierto es que aprovecho para explorar la casa—, pero solo encontró una nota pegada al microondas. Le recordaba llegar a tiempo a la escuela e informaba que la estaría esperando en su oficina, después del entrenamiento, para hablar con ella.

... Ni un minuto más tarde.

Pudo notar la amenaza implícita en la última parte, acotando que podría pasarle algo si no llegaba a tiempo. Pero se le hizo difícil tomarla en serio después de lo ocurrido la noche anterior. Tal vez le contaría por qué se encontraba así... o la amenazaría para que no dijera nada a nadie. Era consciente de que era muy pronto, Ray Dark no le contaría tales secretos. Ella también tenía los propios, siendo Paolo el único que los conocía. Supuso que se sentiría a la defensiva si alguien además de su primo la viera en unos de sus ataques.

De todas formas, albergaba la esperanza de que esa tarde pudieran avanzar otro paso en la relación padre e hija. Ya habían dado el primero la noche anterior, cuando tuvo la confianza de mostrarse ante ella así.

Sonrió, emocionada ante la posibilidad de estrechar su relación; de poder conseguir una figura paterna.

Quería creer que la faceta que vio el día anterior en el coche no era más que una máscara de autodefensa.

***

Media hora después, Dianora se encontraba entre las gigantescas y sombrías paredes del instituto.

Pasó por recepción y recibió su nuevo horario. Le agradeció a la señora detrás del mostrador y salió de ahí.

Mientras observaba su horario no pudo evitar sentir nostalgia. Iba a extrañar su anterior instituto, donde Paolo y sus demás amigos se debían de encontrar juntos en ese momento, riendo a carcajadas y molestando a Gianluca. Paolo debía de estarlos apresurando para llegar a tiempo a clases, intentando parecer serio.

—Pero mira nada más, nuestra defensa estrella vagando por ahí.

Dianora levantó la vista, encontrándose con David y su característico parche. La miraba con una sonrisa burlona y los brazos cruzados sobre el pecho, en un gesto que se le hizo arrogante.

—¿Ya me extrañabas, Samford? —cuestionó alzando las comisuras de su boca en una sonrisa burlona, indéntica a la que el chico delante de ella perdió para otorgarle una mueca de desprecio.

—Eres muy creída, ¿No? —inquirió ladeando la cabeza, su único ojo recorriéndola de arriba a abajo. Ese gesto hizo que evaluará mentalmente su vestimenta. Llevaban la misma camisa color verde oscuro que daba un aire a los uniformes de los soldados de Inglaterra, en su opinión. También la hacía sentirse como uno. Contrario a él, estaba usando una falda lisa hasta medio muslo. ¿Se veía rara? ¿Demasiado flojo? Quiso darle una bofetada por hacerla sentir insegura.

—No me extraña de los italianos —añadió.

La sonrisa que Dianora mantenía en sus labios se volvió tensa.

—¿Disculpa? —Entrecerró los ojos en advertencia— ¿Qué mierda significa eso?

—Con malos modales —Lo dijo como si estuviera escribiendo una lista mentalmente, algo que sacó de quicio a Dianora.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora