Capítulo Dieciséis: Preocupación

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El corazón de Jude Sharp se paró en ese instante. Sintió que todo a su alrededor estaba pasando como una película a cámara lenta; Dianora efectuando la súper técnica, el balón corriendo a gran velocidad, Mark parándolo... y segundos después, Dianora cayendo.

Él nunca había sido una de esas personas que se ponían nerviosas o ansiosas al no saber qué hacer. Siempre fue, gracias a Ray Dark, una de esas personas que primero pensaba, analizaba, y después se ponía en acción. Las cosas relacionadas con el fútbol, o sus estudios, las hacía con frialdad, por muy difícil que fuera en ese momento.

Pero esa situación lo sobrellevó y lo hizo estallar. Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a ella, el miedo abriéndose paso dentro de sí.

—¡Dianora! —gritó al llegar a su lado, apartando de un empujón a quien sea que se encontraba arrodillado junto a ella. La llamó de nuevo, la desesperación filtrándose en el tono de su voz mientras sostenía su rostro. Pero la chica no reaccionó.

—¡Didi! —escuchó a su hermana gritar detrás de él.

—¿Qué le pasa? —alguien preguntó, pero Jude no reconoció la voz. Estaba demasiado ansioso como para ponerse a pensar en una cosa tan trivial. Tomó a Dianora en brazos y la llevó cargada hasta salir del campo e internarse en los pasillos del instituto, queriendo alejarla de todo el alboroto que se formó allá en el campo.

—Llama a una ambulancia. —le indicó a su hermana, quién lo había seguido, al igual que muchos otros jugadores y maestros que trataban de poner orden a esa situación.

Celia rápidamente sacó su móvil e hizo lo que le pidió. Puede que no fuera la única que se estuviera contactando con los paramédicos, pero Jude trataba de encontrar consuelo en esa orden. Necesitaba algo tangible, algo seguro.

Jude dirigió su mirada nuevamente a Dianora, inconsciente en sus brazos. Se encontraba pálida; sus labios, que eran de un lindo color rosado, estaban morados. No sabía qué hacer para remediarlo.

«Soy un idiota», pensó con rencor. Él sabía que esa súper técnica iba a causarle daño. Debió haberla mandado a la banca nada más descubrirlo. Sabía que ella era terca. Decidida a hacer lo que se planteaba cuando creía estar haciendo lo correcto. Pero debió de intentarlo. Insistir hasta lograrlo.

Cuando la ambulancia llegó, no lo dejaron subir con ella. Jude se enfureció por eso. Él y Celia eran su única familia ahí, sus únicos amigos. No tenían derecho de alejarla de su lado.

—¡No pueden...! —empezó a protestar, pero una figura alta se interpuso entre el paramédico y él, deteniéndolo.

—Vuelve al partido Jude, yo la acompañaré. —El detective Smith, ese hombre que los había ayudado con Ray Dark, no le inspiraba confianza en esos momentos.

—Yo...

—Jude, el partido no ha terminado. —le recordó Joseph.

«¡Ya lo sé!», quiso gritarle y apretó los labios para no llegar a hacerlo. Sabía que ellos tenían razón, tenía que volver al partido, pero también quería ir con Dianora, saber que estaba bien. Estaba dividido entre su hermana y la chica que le gustaba.

David debió de haber notado esa duda por lo tensó que se encontraba, porque lo tomó del brazo y lo guió de vuelta a la cancha. Jude se dejó llevar, sintiéndose culpable por no irse con Dianora y quedarse en el partido, pero sabía que la chica se enojaría con él —y no le hablaría por un buen tiempo—, si dejaba el partido después de todo el esfuerzo que hizo ella por ganar.

Fue esa razón la que le dio muchos más motivos para ganar ese partido.

Solo que terminó perdiendo.

Y no pudo hacer más que ver como el marcador ponía tres a dos, siendo los ganadores el Raimon. No se sintió molesto por ello —estaba, en parte, feliz de haber perdido por una vez en su vida—, sino que se sintió mal por no haber podido evitar que el sacrificio de Dianora fuera en vano.

Y Celia...

Se sintió más decepcionado de saber que no había podido ganar por su hermana.

Pero ella le hizo saber que no importaba, porque era feliz con sus padres adoptivos. Jude se sintió aliviado y feliz de poder aclarar las cosas con ella.

A pesar de todo eso, seguía preocupado por Dianora. Se apresuro en los vestidores a cambiarse y corrió al hospital.

***

Después de preguntar en recepción e ir al pasillo donde se encontraba la habitación de Dianora, Jude se encontró con el detective Smith, quién estaba terminando de escuchar lo que el doctor que trató a la chica Lo Greco, le decía.

—Gracias, doctor. —se despidió Gregory cuando Jude llegó a ellos. El doctor le dedicó un asentimiento antes de alejarse de ambos.

—¿Cómo está ella? —cuestionó el jugador nada más obtuvo la atención del hombre de barba canosa.

—Defensas bajas —respondió—. El doctor me explicó que, en el momento en el que el cuerpo se encuentra muy cansado, las defensas caen y existen más probabilidades de caer enfermos. Es lo que pasó con Dianora. No es grave. —aclaró el hombre.

Jude soltó un suspiro, aliviado.

—¿Puedo verla? —preguntó después de asimilar todo lo que dijo el detective. La chica solo necesitaba volver a levantar sus defensas y estaría bien. Ella estaría bien.

—Está descansando. —Le advirtió tras asentir.

Jude se acercó a la puerta junto a ellos. Pero, antes de entrar, se giró hacia el detective.

—Gracias, detective Smith. Por todo.

El hombre de cabello marrón solo asintió, sus oscuros ojos evidenciando que entendía a lo que se refería. Jude no solo le estaba agradeciendo por lo de Dianora, sino también por lo de Ray Dark . Aunque estaba preocupado por el futuro de la chica después de eso, estaba feliz de ya no estar bajo la influencia de ese hombre.

Abrió la puerta con suavidad y entró a la simple habitación, como siempre fueron las de un hospital. La ventana rectangular en la pared opuesta era lo único que iluminaba la estancia.

En la cama, que se encontraba en el centro de la habitación, una chica de pelo rosa descansaba con tranquilidad.

Jude sintió como la presión que sentía en su pecho, ese que desde el momento en que la vio caer se instaló ahí, se deshacía poco a poco.

Se acercó a ella y tomó asiento en la cama, admirando su hermoso rostro. Desde su cabello rosa hasta sus finos labios que habían recuperado su color rosa.

Estiró la mano y acarició su mejilla, deseando poder regresar el tiempo y evitar todo eso. No le gustaba verla ahí acostada y con los ojos cerrados.

—Estaba muy preocupado, Didi. —susurró.

La chica siguió durmiendo y él siguió contemplándola hasta que el detective Smith le dijo que la hora de las visitas se había terminado.

Jude se fue de ahí con la promesa de verla al día siguiente.

Resuelta la preocupación por Dianora, era la hora de hablar con su padre.

𝐃𝐄𝐂𝐈𝐒𝐈𝐎𝐍 • 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑺𝒉𝒂𝒓𝒑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora