Capítulo 22

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(Janet)


-Janet. Ayúdame -me rogo Alec cogiéndome de las manos y llevándoselas a sus genitales.

No sé en qué momento se había desabrochado de nuevo la bragueta y bajado un poco el pantalón. No pude evitar quedarme mirando su pene mientras él mismo restregaba mis manos por toda su longitud. Inconscientemente me vi rodeando su miembro con las manos.

Alec gimió bajo mi toque.

Me soltó para poner su mano en mi nuca de nuevo para acercarme a él y unir nuestros labios. No pare de masajearle. Intentando auto justificarme de que era por ayudarle a calmarle. Para que volviera a ser él mismo.

-Te necesito -gimió en mi boca.

-Estoy aquí.

-Más.

Iba a preguntar qué, que quería, cuando note estaba intentando quitarme la camiseta, cosa que no logro al no levantar yo los brazos, por lo que opto por romper mi camiseta, convirtiendo sus uñas a las garras de leopardo.

-¡Ooh! -exclame por la sorpresa.

Sin previo aviso me sujeto por la cintura y nos hizo girar sobre nosotros mismo, quedando él sobre mí. Deshaciéndose del resto de la ropa de ambos de la misma manera brusca. En dos segundos nos encontrábamos ambos desnudos.

Alec estaba ardiendo y su calor hacia que no sintiera nada de frio. Estaba sujeta a sus costados, porque tenía la sensación de que si no me agarraba podría perderme a mí misma. Mientras él estaba acariciando todo mi cuerpo.

-Janet –gimió besando mi cuello- Déjame seguir, por favor.

Parecía que intentara controlarse aun estando en este estado febril. Preocupándose por mí hasta en estos momentos. Ahora mismo ni yo misma era capaz de pensar algo coherente, solo sabía que no quería que parara.

-No pares –dije casi exigiéndole que siguiera.

Le escuche ronronear contra mí. Hizo que se me erizara toda la piel. Mientras me sujetaba con una mano a él. Bajo mi otra mano para acariciar su polla, casi como una petición silenciosa.

Note como su mano bajo por mi cuerpo, hasta encontrar mi paraíso. Se quedó ahí, acariciando, presionando mi clítoris e introduciendo los dedos en mi interior. Me estaba calentando sobremanera, no podía evitar gemir.

-Alec... -dije su nombre cuando notaba que estaba llegando a mi clímax.

Entonces Alec sustituyo sus dedos por su polla. El tamaño era totalmente diferente. Era más grande y gruesa de lo que me esperaba. Con cada estocada sentía que me llenaba. Era como si intentara completarme, no sé ni cómo explicarlo.

Lo que sí que sabía era que el ritmo lento y tortuoso que estaba manteniendo Alec, a mí no me servía. Necesitaba ir más rápido por lo que empecé a mover las caderas, como si la que estuviera febril fuera yo y no Alec, aumentando el ritmo. Él me siguió el ritmo. El ritmo salvaje y pasional que había impuesto entre los dos.

Era necesidad desesperada por estar juntos. Una pasión salvaje que nada más pensar en ella se me erizaba la piel y me calentaba el cuerpo al mismo tiempo.

Iba a gritar por la sensación que sentía cuando Alec mordió en mi hombro, cerca de la clavícula ahogando mi grito por el dolor y el placer por partes iguales. Note como llegue al clímax y seguidamente llego él también.

Me costaba respirar. Estaba sintiendo que algo cambiaba en mí. Algo estaba invadiendo mi interior. Tuve que apretar los dientes por la sensación tan fuerte que me dolía y me gustaba a partes iguales.

-Respira –dijo casi ordenándome Alec.

Como si mi cuerpo solo obedeciera a él respire profundamente. Lo que provocó que no doliese tanto esta sensación.

Sentí como si algo me acariciara por dentro. Ahora ya no había dolor, tampoco sentía miedo. Era como caricias, placer, comodidad... hacia que me sintiera en paz.

-Alec –fue lo único que pude articular.

-Lo sé, yo también lo siento. Ahora estamos unidos. Ahora es como si fuéramos un solo cuerpo, corazón y alma. Puedo sentir como mi interior se llena de ti, de tu calor, amor y fuerza. Es como si la mitad de mí que estaba vacía ya estuviera completa.

Eso era exactamente como me sentía, pero se me hacía raro.

-¿Estas bien? ¿Tienes frio? –pregunto aun tumbado sobre mí.

Aunque estábamos aun desnudos y sudorosos, por la pasión, no tenía frio. Eso era porque lo tenía aun pegado a mí.

-Si... -dije cansada aunque no pude evitar la sonrisa en mi cara.

Alec nos tapó con la manta igualmente y me abrazo.

-Lo siento –se disculpó.

-¿Por qué?

-Porque te he marcado sin preguntar. Estaba tan caliente que no podía pensar con la cabeza. Mi leopardo ha tomado el control y no he podido pararle.

-Tampoco te he frenado –comente.

-Tampoco te habría dejado decirme que no. Te habría tomado por la fuerza –dijo poniéndose serio- aunque eso supusiera que me tuvieras miedo luego.

-No te tengo miedo –dije girándome entre sus brazos, para quedar cara a cara y abrazarlo también.

-Eso me hace infinitamente feliz -ronroneo acercándome a si mismo restregando su cara por mi pelo, parecía un gato grande- ahora descansa.

-¿Crees que me voy a poder dormir con lo rápido que me late el corazón y después de todo lo que estoy sintiendo? –dije sonriendo.

-Sí, te dormirás, porque estas cansada y ya se te cierran los ojos.

Eso no era verdad, pero fue decir eso y note como mis ojos pesaban. Otra vez estaba usando magia contra mí.

-No hagas eso... -me queje.

-¿El qué? –dijo peinándome, echándome el pelo hacia atrás de la oreja.

-Estas usando magia para que me duerma. Pero no quiero...

-No lo estoy haciendo. Antes si he usado magia para que no te durmieras inmediatamente después de compartir este momento, ahora lo que sientes es todo tuyo.

-Eso es hacer trampas... me duele –dije señalando el hombro.

-Lo siento –dijo como si se preocupar de verdad, aunque sonreía- no he podido controlar mi fuerza. Tu duerme, mañana no dolerá solo quedara mi marca. Mía...

No pude evitar que mis ojos se cerraran del todo y pude notar con más claridad como pasaba la lengua por el mordisco que me había hecho antes. Hacía que sintiera placer...

Centinela de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora