(Janet)
Volvimos tarde del paseo y cuando llegamos estaba tan cansada, que mientras cenamos dejé a Alec contar que me había dicho y que habíamos hablado. Luego me fui directa a la cama odiaba tener tanta cosas en que pensar.
Cogí la piedra del collar, o huevo del hijo de los cielos, que llevaba colgada al cuello y la fui girando entre mis dedos.
-¿Ves lo que estás provocando? ¿No crees que estarías mejor con tu madre? ¿Por qué me tuvo que elegir a mi como tu niñera? -preguntaba como si me fuera a responder.
Suspiré mientras me dejaba caer de espaldas en la cama, hasta quedar tumbada.
En ese momento la piedra vibro. Parecía que era abrir la boca y que algo ocurriera.
Me senté de nuevo mirando la piedra.
No sabía si levantarme era seguro, pero quería avisar a los demás.
La piedra no paraba de vibrar en mi mano.
Salí corriendo de la habitación gritando mientras los llamaba. Enseguida estuvimos todos en el salón.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? -preguntaban sin parar al mismo tiempo que estaba yo gritando.
-Es la piedra, está vibrando. Mirad.
Abrí la mano y la piedra estaba temblando y no porque yo estuviera moviendo las manos. Temblaba ella sola.
Todos se reunieron a mí alrededor para mirar que pasaba. Estaban alucinando tanto como yo. El único que parecía estar menos sorprendido era Quinn, que estaba sonriendo.
-Está naciendo el hijo de la diosa de los cielos.
-¿Ahora? –acerté a preguntar.
-Sí, eso parece. A partir de ahora empezara la aventura.
No sabía que era lo que quería decir en este momento. Estaba embelesada mirando como la piedra empezó a convertirse en humo azul, con brillantitos. Era como tener un pequeño universo en mi mano, con las estrellas y todo. No había mejores palabras para definirlo.
Cuando de repente se volvió a juntar en una bola de humo y exploto haciendo un sonido ensordecedor, mientras emitió una luz blanca que casi nos dejó ciegos a todos. De la sorpresa me fui hacia atrás cayendo, pero note que alguien me agarraba y acabe sentada en el sofá.
Aun notaba un pitido en mi oreja y me costaba abrir los ojos, cuando sentí que algo suave en mis manos. Como si sujetara un peluche.
Todos empezaron a soltar gemidos de sorpresa, para cuando pude abrir bien los ojos me encontré con una criatura que pensé que era un peluche por un segundo. Hasta que movió una de sus patas.
Tenía forma de perro, pero estaba clarísimo que no lo era. Tenía color azul y blanco. La parte azul que era la del lomo como si fuera piedra, pero a pesar de eso se notaba suave. Por otro lado la parte blanca que era la del estómago y la cola eran de pelo, súper suave. Era como tocar una nube.
Nuestros ojos coincidieron, eran oscuros y muy bonitos. Se quedó como una estatua mirándome. Casi llegue a pensar que no era real, si no fuera porque lo había visto moverse hace solo unos segundos.
Todos se mantuvieron en silencio, como si esperaran que pasara algo. Yo no podía apartar la vista de esa criatura. Hasta que esta misma se lanzó contra mí, saltando contra mí pecho. De la impresión me tiré hacia atrás chocando mi espalda contra un pecho.
Entonces es cuando fui consciente de que estaba sentada en las piernas de Alec y que esté me tenía rodeada con sus brazos y miraba por encima de mi hombro a la criatura.
-Lo siento, lo siento -dije levantándome.
La criatura fue a parar al suelo.
-No. no pasa nada -dijo Alec levantándose también.
Los demás sólo nos miraban divertidos, mientras la criatura trepaba por mi pierna hasta mi hombro.
-¿Y que se supone que tenemos que hacer ahora nosotros? -pregunto Katya a Quinn volviendo a su tono.
-Lo primero es que Janet desarrolle sus poderes y esperar a que el hijo de la diosa de los cielos decida darnos una pista de hacia dónde ir.
-Simplemente, genial -dijo cruzándose de brazos.
-No seas así -dijo Rayan poniendo un brazo sobre sus hombros.
A los demás les pasó desapercibida la sonrisa disimulada de Katya, menos a mí. Así que ese era su punto débil. Ahora entendía porque había sido tan dura conmigo. Lo que no entendía era porque seguía siendo así conmigo cuando el vínculo era con Alec.
La criatura le enseño los dientes a Katya, que lejos de asustarse o sorprenderse le devolvió una mirada intimidatoria.
-¿Y mientras ella desarrolla sus poderes, los demás que se supone que tenemos que hacer? -pregunto cruzándose de brazos.
-No sé cómo decirlo. Os lo explique bien claro mientras os entrenaba y mientras crecíais ¿No? Ser centinela no es solo tener los poderes de uno, tenéis que ser un grupo y ayudaros unos a otro en esta misión. Llevar al hijo con su madre no será tarea fácil, pero ya lo sabíais. Por lo que ¿Qué harás mientras se desarrollan sus poderes? Ayudarla a usarlos, eso es lo que haréis -dijo Quinn con un tono tan autoritario que se sorprendieron hasta los demás.
-¿Podemos empezar mañana? -dijo Katya notablemente molesta antes de irse.
-Sí, chicos. Sera mejor que nos vayamos a la cama. Mañana empezaremos con el entrenamiento de verdad -dijo esto último mirándome directamente a mí.
Quinn y Rayan se despidieron y se fueron a sus cuartos. Mire de reojo a Alec, quien seguía de pie a mi lado.
-Bueno... Buenas noches -dije esperando a que se fuera, pero no se movió- ¿Pasa algo?
-Me preguntaba si podrías caminar. Desde que se te ha subido encima te has puesto tiesa como un palo.
No podía decirle que estaba tensa por haber estado tan cerca de él, que la criatura no tenía nada que ver.
-No estoy acostumbrada a esto. No sé qué me pueda hacer.
-Nada. Tu eres su guardiana él lo sabe -dijo cogiéndola criatura- Vamos.
-¿Te lo quedas tu esta noche? -pregunte.
-Si quieres. Me da igual.
Mientras iba a mi habitación iba pensando en tantas cosas pero la que más se repetía, a parte de Alec, era como llamar a la criatura. Tenia que tener un nombre ¿no?
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Centinela de la luna
FantasíaJanet nunca imagino que por un extraño colgante tuviera que vivir toda una nueva aventura junto con unos seres mágicos que intentaran protegerla y ¿Quién sabe si también la ayudaran a encontrar el amor?