Capítulo 33

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(Janet)


-¿Qué mierda ha sido eso? -pregunto Katya en cuanto entramos en la tienda de campaña de Quinn. Que más bien era una mansión por dentro.

Los chicos nos habían, literalmente, metido a la fuerza aquí.

-No lo sé, pero cada vez veo más raro a Alec -dije agachándome para acariciar a Malek.

-Ya veo que tenías razón. Pero hay que poner remedio a eso. Quiero que dejes la mochila aquí y me sigas.

-¿Que vam...

-No preguntes -me corto antes de que pudiera terminar- Vamos a ir al rio que está detrás y nos vamos a bañar. Como nos escucharan pasárnoslo bien vendrán a regañarnos, pero para entonces tu camisa blanca transparentaba el sujetador que llevas.

Se refería al sujetador que llevaba puesto, que me había dado ella. El sujetador que ya de por sí transparentaba solo. Así que si se me transparentaba la camiseta sería casi como no llevar nada.

-¿Y las cintas de los muslos me las quito?

-¡No! -me ordenó casi a gritos.

-¿Por qué? ¿Qué pasa con ellas?

-Así tenéis juegos nuevos en el sexo -dijo riéndose.

-Me las quito.

Pero no me dejo. Me agarró de las manos y tiró de mi hacia la salida de nuevo. Haciéndome señas para que no hiciera ruido. Dejamos a Malek con Quinn, dentro de la tienda estaría más seguro.

Katya me arrastró hasta llegar al río, ignorándome cuando le decía que mejor no separarse y que podía ser peligroso. Ya habíamos pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo y habíamos aprendido que ir por libre o alejarse de los demás siempre acaba mal, muy mal. Pero Katya tenía una idea y nadie se la iba a sacar de la cabeza.

-¡Pues al agua! Que en verdad apetece y seguramente los chicos hayan advertido que estamos fuera -dijo quitándose la camiseta, quedándose en sujetador roja y los shorts que llevaba.

-¿Por qué? -pregunté mientras corríamos a meternos.

-Porque estas nerviosa por desobedecer a Quinn -se rió de mi- eres una cagada en verdad.

-Perdona por tener miedo a todo esto cuando siempre he vivido como una persona normal -me defendí.

-Te asustaste cuando dije que las cintas del muslo te servirían para hacer el sexo divertido -se quejó- O acaso te asusta que Alec te vea más deseable de lo que tu normalmente muestras. No se va a volver loco por un par de cintas.

-A lo que realmente tengo miedo es a que no le guste y que tenga que estar conmigo por obligación.

A estas alturas de la conversación el agua nos llegaba por los hombros.

-¿Eres tonta o qué te pasa? -Pregunta acercándose y agarrándome de los hombros para que le mirara a la cara.

-No sé qué más pensar –dije deprimiéndome en un segundo.

-No pienses así. Tú eres guapa. Casi a mi nivel –lo último era una broma para animarme- si no hubieras sido guapa no me habrían entrado celos cuando estabas cerca de Rayan. Mírate, tienes buenas tetas, ojos preciosos, cara dulce e inocente, cuerpo perfecto... porque tengo mucho amor propio, sino sentiría envidia de ti.

-Lo dice la tigresa con el cuerpo fibroso y belleza inalcanzable.

En cuestión de segundos empezamos a escuchar la voz de Alec y Rayan llamándonos. A parte escuchaba a Alec por el vínculo.

Katya se acercó a la orilla diciéndome que así para cuando llegaran los chicos ella se alejaría con Rayan para darme intimidad con Alec. Sobre todo me advirtió de que aprovechara la oportunidad para tener sexo con Alec, porque si no lo conseguía ella misma le mataría.

En cuanto Alec y Rayan aparecieron vinieron corriendo hasta nosotras. La cara de Alec cambió en un segundo al verme acercarme a la orilla.

-¡Quieta ahí! –me ordenó con un tono de voz muy autoritario, consiguiendo que no diera ni un solo paso más hacia la orilla mientras él venía corriendo hasta tenerme entre sus brazos.

Corrió metiéndose en el agua, sin haberse quitado la ropa. En cuanto me tuvo entre sus brazos me abrazó con fuerza. Aproveche para rodear la cintura con mis piernas, enganchándome a él como un koala.

-¿Qué pasa? –pregunte susurrando, temiendo que hubiera un monstruo en el agua que no hubiéramos advertido ni Katya ni yo.

-¿Qué es lo que llevas puesto? –pregunto utilizando el vínculo, para que los otros no nos vieran. Aunque en verdad ni Rayan ni Katya estaban ya cerca. Alec no lo sabía porque estaba de espaldas a ellos y no los había visto marchar.

-¿Qué le pasa a mi ropa? –pregunte aun susurrando, como si no supiera que era porque se me trasparentaban las tetas.

-Me intentas matar ¿verdad? –contestó mientras subía y bajaba las manos por mis costados, rozando mi pecho a través de la camiseta y el sujetador.

-Nunca –respondí rodeándolo con mis brazos y acariciando su nuca.

-Janet, Si no paras no podré controlarme –dijo casi ronroneando.

-Controlar... ¿el qué?

Soltó una risita sarcástica e inmediatamente me agarró el culo con las dos manos y me acercó de golpe a su entrepierna. Note toda su dura longitud contra mi vientre. No pude evitar rozarme contra él, ni tampoco pude evitar que se me escapara un pequeño gemido contra su oreja, al sentir su deseo.

-Me está dando el celo de nuevo –me advirtió dando un buen agarrón a mi culo.

La verdad es que podía tener razón porque aunque el agua esta fría lo único que podía notar era el calor que desprendía Alec.

Lo que también podía notar era que a Alec le estaba empezando a molestar el roce de las cremalleras de nuestros pantalones. Por lo que por primera vez tome la iniciativa y baje una de las manos a su bragueta y la abrí, para poder colar mi mano en su pantalón y comenzar a masajearle los huevos.

-Para de hacer eso o acabaré en nada –dijo agarrándome de la muñeca para frenarme.

-Pero yo quiero seguir –seguí moviendo mi mano aun con el agarre de Alec en mi muñeca.

Entonces soltó mi muñeca para desabrochar mi pantalón y comenzar a masturbarme, igual que estaba haciendo yo a él. Cada vez las caricias eran más salvajes y más intensas. Recuerdo agarrar con fuerza el pelo de Alec, haciéndole tirar la cabeza hacia atrás, cuando me vino una ola de placer imparable.

Centinela de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora