(Janet)
No podían poner las cosas más difíciles. Así que me encontraba sentada en una butaca, de la sala de espera del hospital del pueblo, mientras los demás estaban en pie vigilándome además se miraban y susurraban entre ellos.
No los alcanzaba a escuchar pero me podía imaginar de qué estaban hablando. De lo que dicen que puede ser una falta de memoria causada por un golpe. Aunque yo no recuerdo haberme golpeado la cabeza en ningún momento.
-Janet –me llamó el doctor saliendo de su consulta.
-¿Qué dicen las pruebas? –preguntó Alec antes de que me diera tiempo a levantarme.
-Solo Janet puede pasar a la consulta –dijo el doctor, dando un paso atrás intimidado por las formas de Alec y los demás.
-Es mi decisión –me queje cuando comenzaron a quejarse, mientras me abría paso entre ellos.
-Pero no estás capacitada para estar sola, ahora que has perdido la memoria –se quejó Alec.
-Eso lo decidiré yo y vosotros no entráis. No os conozco –dije antes de entrar en la consulta, seguida del doctor.
-Podemos llamar a la policía si te están acosando, Janet –me ofreció el doctor.
-No creo que sean peligrosos, pero creo que se confunden de persona –conteste.
Mientras hablaba estaba agarrando papel y folio de la consulta para apuntar una nota. Tenía que escribirlo porque si lo decía en voz alta los chicos podrían ser capaces de escucharme con sus oídos finos.
"Doctor, ¿podrías decir, en voz alta, algo como que me tengo que quedar en observación y que no se permiten visitas, ni siquiera en la sala de espera? Por favor. Así me podré ir en cuanto se vayan y me aseguraré que no te causarán problemas."
Si. No había perdido la memoria. Pero era la mejor opción que tenía. Hacerles creer que había perdido la memoria para que decidieran que me tenían que dejar atrás y pudieran seguir su camino sin mí. Una simple humana no tenía cavidad en su grupo. Había perdido mis poderes.
El doctor asintió y procedió a decir lo que le había indicado, usando un lenguaje más profesional. Incluso llamó por teléfono para que me reservaran una habitación, para hacerlo más creíble.
Esto era lo bueno de vivir en un pueblo. Que todos nos conocíamos y que te ayudaban cuando lo necesitábamos. Solo por momentos así, me alegraba de vivir en un pueblo.
-Pero doctor, yo me encuentro bien. No creo necesario un ingreso –dije como siguiendo el juego.
-Consígale la mejor habitación, la pagaré yo –escuchamos la voz de Alec a través de la puesta.
El doctor rompió la nota antes de tirarla a la papelera, se levantó y abrió la puerta.
-No tiene sentido que estemos hablando a través de la puerta. Janet tiene que ingresar y no puede recibir visitas. Así que tendréis que desalojar la sala de espera.
-No me muevo hasta que Janet no esté curada –se impuso Alec.
-Solo puedo dejaros acompañarla hasta la habitación, después de eso tendréis que marcharos. Fuera del edificio ¿Queda claro? –Contestó el medico sin intimidarse.
Para mi sorpresa aceptaron sin rechistar. Aceptando la oferta de acompañarnos hasta la habitación antes de salir. Alec estuvo todo el camino a mi lado. Podía notar su calor aun cuando no estábamos agarrados de manos. Evité mirarle de reojo o de cualquier otra manera, para que no sospechara.
La cara que tenían todos cuando cerré la puerta, de la habitación que me habían reservado para hacer este teatrillo, era un cuadro. Como si se les estuviera cayendo el mundo encima. Pero tenía que ser fuerte y dejarles ir.
Me quedé mirando por la ventana de la habitación que daba a la entrada del hospital. Así podría ver cuando salían del hospital. Mientras esperaba a que salieran, comencé a idear mi plan para salir de aquí e irme lejos.
Busque en el móvil las próximas salidas en autocar de la estación más cercana. Tenía planes para salir de este pueblo corriendo. Sin equipaje. Ya me las apañaría como pudiera.
Los vi salir, pero se quedaron parados en la calle de enfrente. Estos eran capaces de quedarse esperando, incluso a acampar hasta que me dieran el alta.
Así que tenía que idear un plan para salir de aquí. Un taxi no iba a servir porque me verían enseguida y no me dejarían llegar muy lejos. Entonces vi pasar por la carretera mi oportunidad de escapar.
No pude evitar quitarme las lágrimas que comenzaron a caer por mis mejillas al recordar cómo me sentí después de despertar. El estar ahí tirada en el suelo y no notar el vínculo. Tal como había dicho el anterior Dios de la luna, dejaría de tener los poderes y perdería el vínculo con lo mágico. Había perdido el vínculo con Alec. Ya no lo podía sentir. Pero ya no podía dar marcha atrás o rebobinar mis acciones. Era la elección más dura que había decidido.
Entró el doctor y me susurró que ya se habían ido. Juntos maquinamos la forma de salir de aquí sin ser vista. Para mi suerte el doctor estuvo de acuerdo aunque ya estaba comenzando a preocuparse por la situación que estábamos pasando.
Bajamos fuimos a la parte lateral del edificio que estaba reservada a las urgencias. El doctor estuvo hablando con los conductores de ambulancia y después de eso me subí a la parte de atrás de la ambulancia y los conductores al frente. Como no había ventanas en la parte de atrás no me podrían ver salir. Además salieron con las sirenas de emergencia puestas, por lo que el tráfico les dejaba pasar sin interrupciones.
En cuanto llegué a la estación no pude evitar pensar en voz alta.
-Esto es por su bien, pero no esperaba que fuera tan duro. Me duele mucho. ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil? –dije susurrando y comenzando de nuevo a llorar.
Me senté en una butaca de la sala de espera, mirando el panel que indicaba las salidas. Quedaban diez minutos para mi autocar.
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Centinela de la luna
FantasiJanet nunca imagino que por un extraño colgante tuviera que vivir toda una nueva aventura junto con unos seres mágicos que intentaran protegerla y ¿Quién sabe si también la ayudaran a encontrar el amor?