Capítulo 41

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(Alec)


Ahora mismo todos nos sentíamos totalmente estafados con Quinn. Estar molesto con él es lo mínimo que se merece.

Después de haber hecho todo el camino caminando y luchando contra las panteras, para llegar a los altares, estábamos rendidos. Rayan, Katya y yo no tanto porque tenemos más resistencia, por los años de entrenamiento. Pero los demás estaban demasiado cansados, incluso muchas veces los teníamos que llevar en nuestro lomo, cuando estábamos en nuestra forma animal.

De repente Quinn dice que está harto de caminar y con un movimiento de manos saca dos todoterrenos para que podamos volver al pueblo de Janet en ellos. Eran un par de jeep wrangler color negro. En cuanto lo hizo lo primero que preguntamos fue el motivo por el cual no lo había hecho antes. Se defendió diciendo que ya gastaba suficiente magia en las tiendas de campañas.

Realmente todos sabíamos que ese no era el motivo. Pero tampoco le íbamos a preguntar porque sino seguro que nos cae una bronca o un sermón sobre el porqué de las cosas. Casi peor que una clase de historia con él.

Nos habíamos repartido en los dos coches. Iba con Janet de copiloto y Malek tumbado en los asientos de atrás.

-Al menos ya no tenemos que caminar -comentó Janet mientras se acomodaba en el asiento.

-Ya podía haber hecho ese truco antes -me queje- no habríamos pasado por un camino tan duro, y seguramente tampoco habríamos luchado contra las panteras. No te habrían hecho daño.

-No todo ha sido malo ¿Verdad? Si no hubiéramos hecho el camino a pie no habríamos parado a acampar. Malek no habría traído a ese camaleón. Tampoco habríamos entrenado, y mucho menos hubiéramos tenido aquel encuentro en el río.

No pude evitar sonreír al recordar el incidente con el Melepus. Ese cabrón hizo que entrara en celo demasiado rápido. Había estado refrenando mis instintos para no asustar a Janet y ese camaleón me descontrolo.

-Tienes razón, no todo fue malo. Hemos pasado muy buenos momentos. Nunca olvidaré la cara que pusiste la primera vez que Malek me hizo levitar en medio de la noche para colocarme en tu cama.

-¿Estabas despierto cuando te levito? -me pregunto confusa.

-No, pero de haberlo estado tampoco lo habría dicho -me burle.

Janet me golpeó en el brazo de manera juguetona. Estaba sonriendo.

Si me pongo a pensar Janet no había sonreído mucho durante el viaje. Obviamente si sonreía cuando estábamos los dos solos compartiendonos mutuamente. Pero fuera de esos momentos no recuerdo verla sonreír demasiado.

Por eso estos momentos los estaba comenzando ha atesorar como si fueran el más lindo diamante.

Luego nos pasamos parte del camino cantando, los dos sin vergüenza ni entonación, las canciones que la radio del coche sintonizaba. Estaba seguro que Rayan y Katya podían oírnos cantar con todo lo que gritabamos, pero no pensaba decírselo a Janet. Nos lo estábamos pasando genial.

-Por cierto ¿Crees que conseguiremos algo volviendo a mi pueblo? -preguntó con la vista perdida en la carretera.

-Sinceramente no lo sé. Pero tampoco perdemos nada por intentarlo. Además seguro que te hace ilusión volver a tu pueblo.

-No te creas que me hace mucha ilusión. Recuerda que cuando me secuestraste yo tenía un boleto para marcharme del pueblo. Estaba a punto de marcharme, las panteras solo apresuraron mi marcha.

-¿Por qué te querías ir? -pregunte con curiosidad y algo preocupado en el fondo.

El pueblo, por lo poco que yo había visto, era tranquilo y hogareño. Parecía que todos conocían a todos y eran como una gran familia. Pero eso solo es la impresión que da desde fuera. Es cierto que también puede que solo estén mostrando la cara que más les interese para atraer turismo.

-No estaba pasando mi mejor momento en el pueblo. Ese podría ser un buen resumen -dijo desviando la mirada hacia la ventana.

-Janet. No tienes que ocultarme nada. Además no vas a volver sola, yo estaré contigo. Quiero saber que te pasaba -dije apretandole el muslo para reconfortarla un poco y que me mirara.

Giro la vista hacia me apretó un poco mi mano. Me miraba de manera tan tierna que casi freno el coche solo para darle un beso.

-Bueno, yo me sentía bastante sola. En el trabajo, en casa, siempre estaba sola. Además también estaba apuntada a clases de baile y mis compañeras no es que lo pusieran fácil.

-Ahora tu compañero soy yo. Y me tienes muy fácil... -me interrumpí por el cambio de expresión.

Por la cara que puso supe enseguida que lo había malentendido. En cuanto vio que me había dado cuenta de mis palabras empezó a reír.

-Lo que quiero decir es que te puedes abrir a mi... -no había acabado la frase que me di cuenta que la había vuelto a liar.

-¿Qué? -pregunto riendo- Yo no soy tan fácil como tú.

Nos reímos porque cada frase que decía sonaba peor que la anterior aun sin ser esa mi intención.

-Tranquilo Alec. He entendido lo que quieres decir -acabo diciendo Janet- Se que puedo confiar en ti, que te puedo contar lo que sea, pero siempre voy a tener el temor a que te marches y volver a sentirme sola. Tenerlos a mi lado es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. A pesar de los ataques, de las panteras, no me arrepiento de andar con vosotros.

-Nunca me voy a ir. Siempre voy a estar a tu lado. Ya te dije, cuando esto acabe me vas a tener que matar para deshacerte de mí. Te amo, Janet.

Paso de la risa al llanto en cuestión de segundos. Con la manga de mi cazadora le limpié las lágrimas que resbalaban con sus mejillas.

-Yo también te amo, Alec -dijo sacándose el resto de lágrimas de la cara y apartándose el pelo mientras me miraba.

Gire la cabeza el tiempo suficiente para darnos un beso, que aunque fue corto se sintió muy intenso y lleno de mucho sentimiento, antes de volver la vista a la carretera, ya que seguía conduciendo.

Centinela de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora