Capítulo 17

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(Janet)


Pasaron unos cuantos días en los que era todos los días la misma rutina.

Levantarse desayunar, correr, simular una pelea contra Alec. Que siendo sinceros era lo mejor del día ya que siempre acabábamos riéndonos tirados por la hierba. Comer e intentar crear campos de energía, solo lograba crear una masa en mis manos antes de que desapareciera. Luego a la noche Quinn nos ponía al día con sus descubrimientos y sus teorías.

Con Katya la relación no es que haya ido a mejor pero no ha empeorado por lo menos. Es más como si tuviéramos que trabajar juntas con la obligación de aguantarnos, que a fin de cuentas de eso se trataba.

Por otro lado estaba Rayan que con él todo era divertido. Nos pasábamos el rato bromeando. Sobre todo para sacar la mente de lo que nos esperaba, ya que Quinn no para de presionarnos diciéndonos que pronto empezaría lo duro, que pronto empezaría la guerra de verdad. Pero sabía que Rayan es un chico en el que podía confiar para contarle lo que fuera.

Luego estaba Quinn que nos trataba a todos como si fuera el padre de todos, solo porque esa es su casa y tenía conocimientos de casi todo. Cosa que hacía más cómoda la estancia. Nos cuidaba y era acogedor.

Y por último Alec con quien he empezado a pasar más tiempo juntos, es un sentimiento extraño el que tengo con Alec. Es como querer estar con él pero con la sensación de estar imponiéndole mi presencia por el tema de Malec. Me hacía preguntarme que si la diosa no me hubiera elegido a mí para esto ¿seguiría siendo yo su pareja? ¿Nos habríamos conocido? ¿Qué habría pasado si todo esto no hubiera pasado así? no podía parar de pensar en eso.

Además muchas de las mañanas, por no decir todas, pasaba algo que por arte de magia, o yo que sé, amanecíamos juntos en alguna de las camas. Daba igual que nos fuéramos por separado y atrancáramos las puertas, por la mañana estábamos juntos.

Yo ya pensaba que era Quinn en su insistencia por juntarnos para que crezca mi poder y poder usarlo bien. O que la magia se había vuelto loca.

Malec salto a mi regazo. Cada día estaba más grande. Ya no podía llevarlo en mis hombros, y muchas veces lo que hacía era llevarlo en brazos y tenerlo en el regazo, como ahora. Conmigo era cariñoso, bueno en verdad con todos. Menos con Katya que cuando teníamos nuestros piques, por suerte cada vez menos, Malec salía de donde estuviera para saltar delante de mí y gruñir a Katya.

 Menos con Katya que cuando teníamos nuestros piques, por suerte cada vez menos, Malec salía de donde estuviera para saltar delante de mí y gruñir a Katya

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Note calor en mi espalda y enseguida supe que Alec estaba abrazándome por la espalda. Mágicamente había llegado a mi cama o yo a la suya. Como ya había aprendido la lección ahora usaba ropa que no me diera vergüenza que viera Alec o alguien por la mañana

-Alec -le llame intentando sacarme su brazo de encima.

Él hizo un sonido de protesta aún dormido y me apretó más contra él, si eso podía ser posible.

-Alec me aplastas -me quejé.

Ni se movió. Podía notar su respiración contra mi nuca, se me estaba erizando la piel.

Visto que Alec no iba a colaborar y moverse. Decidí intentar salir de entre sus brazos. Me giré entre sus brazos y empuje el brazo que tenía sobre mí con mis dos manos y toda la fuerza que pude. Me tire hacia abajo antes de soltarle.

Logré sentarme en la cama. Me giré para mirarle y ahí seguía dormido. Lugo vi como Malec estaba tumbado mirándome a los pies de la cama.

-Podrías haberme ayudado un poco ¿no? haberle mordido el culo o algo -le dije.

Malec solo abrió la boca a modo de sonrisa tonta.

Me levanté y vi que estaba en el cuarto de Alec, por lo que me dispuse a salir e ir a mi habitación. Pero cuando estaba en el marco de la puerta note como mis pies dejaron de tocar el suelo. Flotando retrocedí lo que había andado, contra de mi voluntad, hasta quedar al lado de la cama de nuevo.

Me quedé quieta mirando a Alec. Quien ajeno a todo seguía dormido. Pero Malec estaba sonriendo mientras me miraba.

-¿Has sido tú? -le pregunté murmurando.

Lo único que obtuve como respuesta fue que se tumbara boca arriba se rascarse el lomo con las sábanas.

Esto tenía que saberlo Quinn. Por lo que volví a intentar salir del cuarto. De nuevo mis pies dejaron de tocar el suelo.

Sin saber que hacer agarre a Malec en brazos. Ya pesaba mucho pero me aguante.

-Deja de jugar -dije al ver que parecía que le divertía la situación.

Me fui en busca de Quinn. Lo encontré en el porche moviendo las manos de forma exagerada. De ellas salía una especie de purpurina lila y azul. Quinn no parecía haberme notado ya que tenía los ojos cerrados.

Cuando acabó dejo sus brazos a los lados. Yo miré alrededor para ver si algo había cambiado pero no pude notar ninguna diferencia.

Como creí que era el momento de hacerme ver, carraspee para que me escuchará.

-Buenos días -dijo abriendo los ojos y girándose hacia mí.

-Hola. ¿Qué hacías? -dije intentando imitar sus movimientos de manos.

-Solo estaba mirando los alrededores -me explicó.

-¿Como?

-Solo comprobaba que no hubiera nada amenazador a los alrededores. Podemos estar tranquilos. Pero no creo que tarden en llegar, ahora que el hijo de la...

-Se llama Malec -le interrumpí.

Quinn me miró con gracia en los ojos.

-Vale... pues ahora que Malec ha nacido cualquiera puede llegar a venir a por él. Tenemos que movernos pronto.

Me quedé en blanco. No me esperaba que el peligro viniera ya a por nosotros, sino que nos lo encontraríamos durante el viaje.

-Pero tranquila. ¿Qué me venías a decir?

-Que ya sabemos porque Alec o yo acabamos en la cama del otro.

-Eso ya lo podía decir yo sin que me dijeras nada. La atracción de ser compañeros es muy fuerte.

-No es eso -me defendí antes de contarle lo que en verdad era.

Centinela de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora