Capítulo 35

8K 650 11
                                    

(Alec)


Me desperté porque note como alguien zarandeaba mi hombro. Pero estaba tan cansado, por pasar toda la noche con Janet, que no tenía ni fuerza para abrir los párpados.

-Alec, levanta tu culo peludo –escuche la voz de Rayan.

En cuanto escuche la voz de Rayan, me moví por instinto y tape, hasta la cabeza, a Janet con la sabana. Antes no le podía ver nada íntimo, porque ya estaba tapada por la manta o por mi cuerpo, pero ahora sí que ya no le podía ver nada de nada.

No quería despertarla, debía de estar totalmente cansada. Mire el reloj y hacía una hora, aproximadamente, que nos habíamos quedado dormidos. Después de volver del rio, nos duchamos juntos repitiendo alguna postura que hicimos en el rio. Luego le sequé el pelo y nos quitamos las gotas del cuerpo a lametones. Finalmente estrenamos la cama como unos adolescentes calientes cuando no había padres cerca.

-Lárgate o te rapo la melena –le amenacé en susurros.

-Di lo que quieras pero levántate.

Justo cuando iba a responder note como Janet cambió el ritmo de la respiración. Se había despertado. Comenzó a crear figuras con sus dedos recorriendo mi pecho.

-¿Pasa algo? –pregunte, como si no estuviera pasando nada bajo la sabana.

-Nos tenemos que poner en marcha. Quinn ha dicho que hoy será un gran día. Que a eso de la tarde, si todo va bien, deberíamos estar llegando a los altares.

Janet fue bajando los dedos hasta mí cintura. Me estaba provocando a propósito. Podía notar sus ganas de jugar por el vínculo. Pero Rayan tenía razón, no era el momento.

-Entiendo, danos un momento para prepararnos -dije mientras disimuladamente agarraba una de las manos de Janet para frenarla.

-Yo creo que es mejor si me quedo porque si os dejo solos seguro que salís de la habitación convirtiéndome tío. No sabes cómo apesta a sexo esta habitación -se rio tapándose la nariz muy exageradamente.

-Ahora si que te mato -respondí lanzándole una almohada en la cara.

Salió de la habitación entre risas.

Quite la sabana de encima de la cabeza de Janet.

-Buenos días -la saludé con un beso suave en los labios- nos tenemos que levantar.

-Eso he escuchado. ¿No nos da tiempo a jugar?

-Te estoy convirtiendo en una salvaje. No cojas ejemplo de mi -bromee- Ahora nos toca vestirnos y bajar.

-Vale... -dijo resignada- ¿Qué es eso de los altares?

-Es el santuario de la diosa de los cielos. Quinn piensa que tenemos que ir allí para ver si así la diosa nos guía en el camino para devolverle a Malek o por lo menos descubrir alguna pista.

Mientras hablábamos nos íbamos vistiendo.

-Si te digo la verdad le tengo mucho aprecio a Malek, me va a costar despedirme.

Me acerque y la abrace por la espalda.

-Todos lo extrañaremos. Es normal.

-¿Y que pasara después de que Malek se vaya con su madre? ¿Nos seguiremos viendo? ¿Y con Quinn, Katya y Rayan? –Pregunto con voz muy tierna mientras giraba entre mis brazos para quedar cara a cara sin romper el abrazo.

-Yo pensaba en que volveríamos juntos a casa.

-Pero no vivimos juntos. No volveríamos a estar juntos –podía notar su confusión y angustia.

-Para mí volver a casa, es ir a donde tú quieras. Porque donde estés tu eso será mi hogar. Pero si lo que te preocupa es exactamente a donde volveremos. No te angusties, podemos establecernos en tu pueblo o podemos ir a mi casa o, también, podemos ir a un lugar nuevo. Lo que más te guste.

-Creo que si cuando acabáramos me tuviera que despedir de todos, entraría en depresión. Pero si encima tú y yo no nos volveríamos a ver... no sé qué haría. No querría seguir viviendo así.

-Ni lo pienses –dije espantado por lo que podían significar esas palabras, mientras la apretaba más contra mí- Todos nos seguiremos viendo y yo no pienso dejarte sola. Somos una familia. Todos somos familia.

-Me gusta eso –contesto alegrándose un poco.

En cuanto estuvimos listos fuimos a reunirnos con el resto. Katya me sonrió de manera descara en cuanto me vio, como diciendo: Se lo que hiciste con Alec.

-Ahora que estamos todos, vamos a empezar –comenzó a decir Quinn mientras ponía comida sobre la mesa- Comer que tenéis que recurar fuerza. El exceso de ejercicio nocturno os pasara factura hoy. Sobre todo a ti Rayan.

-¿Perdona? Él que practica las flexiones nocturnas es Alec –se quejó Rayan.

-¿De qué hablas? ¿Quién era él estaba saltando en la tienda de campaña? ¿No se suponía que te estabas acabando de recuperar? –le rebatí, ignorando el rubor repentino de Janet.

-Alec no eres quien para meter baza. Pero que yo recuerde, Rayan, tenías una herida con la que te tuve que ayudar ¿Cómo has recuperado fuerzas? -intervino Quinn.

-El amor que flota en el aire lo cura todo -bromeo pasando el brazo por los hombros de Katya- supongo que con nuestra unión Katya me ha ayudado con su poder de autocuración.

-¿Unidos? ¿Estáis unidos vosotros también? -Pregunto Quinn totalmente sorprendido. Parecía que no sabía nada del tema. Ahora que hago memoria creo que nadie le había dicho que, a raíz de la cúpula de Janet, habían descubierto que son compañeros.

-Esta noche lo hemos hecho oficial y nos hemos marcado -interrumpió Katya abrazando a Rayan antes de darse un beso.

-Malek ven aquí que estamos rodeados de demasiado amor -bromeo Quinn levantándose para agarrar a Malek en brazos.

Todos nos reímos por la broma. Pero al rato volvimos para hablar de temas serios como las posibilidades de lo que podía ocurrir en los altares. Nos enseñó dibujos, bocetos de sus antepasados de cómo era el lugar. Lo que más nos reconfortaba era que no hablaban de ningún posible peligro en ese lugar. Que no hay un dragón o algo por el estilo custodiando el lugar.

También hablamos de que papel jugaría cada uno una vez llegáramos allí. Que era lo que teníamos que hacer para no ofender a la diosa de los cielos. Para Rayan, Katya y yo todo esto no era nuevo, lo habíamos estudiado y hablado desde que Quinn nos recluto como centinelas. Pero podía ver que a Janet le costaba y la ponía nerviosa.

Centinela de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora