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Jens

Ni siquiera me di cuenta de cuantas ganas tenía de confesar la verdad hasta que Bianca agachó la cabeza y salió de mi coche. Estaba harto de andar ocultándola, de tener que fingir que no la conocía o no poder dirigirle la palabra en público.

Al principio había sido fácil, porque mi hermana era una desconocida, pero ahora la quería. De alguna forma, esa niñata se había metido en mi corazón. Podía darme cuenta de que ella también sentía cosas, muchas. Era tan expresiva y emotiva... Nunca me había parado a pensar en ella, en los dieciséis años antes de conocerla, tal como me había acusado.

Así que cuando su madre murió y me dijeron que vendría a casa, tampoco me paré a pensar que era un ser humano con sentimientos, sueños y miedos, como todos los demás. Para mí simplemente era un incordio, un problema, algo que haría peligrar mi statu quo en la escuela.

Pero cuando cogí su mano para arrastrarla con mis amigos, me di cuenta de que yo era el único que había hecho peligrar mi relación con Harper y con mis amigos, por comportarme como un gallina cobarde. Si hubiera dicho desde el principio que era mi hermana, seguramente a ella le hubiese ahorrado muchas burlas y yo me habría quitado problemas y quebraderos de cabeza de encima.

―No hago esto por ti ―le dije a Bianca tras entrar al restaurante y buscar a mis amigos con la mirada. Estaban sentados al fondo, en la mesa más ruidosa del sitio―. Es por mí. Por favor.

―Después de esto voy a estrellar tu coche ―me amenazó, pero me siguió hasta la mesa donde Harper, Amber, Jim y Frank comían hamburguesas con batidos.

―¡Pero mira quién aparece! ―me gritó Harper, parecía cabreada y me planteé largarme de nuevo para no enfrentar a su ira―. ¿Se puede saber por qué has salido corriendo detrás de la...?

Guardó silencio al ver a Bianca, que alzó una mano como saludo. Mi hermana aún tenía los ojos muy rojos y parecía tener ganas de salir corriendo de nuevo, pero aguantó estoica a mi lado, sin quejas.

―¿Qué hace esa aquí? ―preguntó Amber, con tono de niñata caprichosa.

La verdad es que nunca me había caído especialmente bien, pero soportarla era un precio pequeño por estar cerca de Harper y los demás. Era parte del grupo, igual que yo. Solo esperaba que aquello no me sacase de él.

―¿Jens? ―insistió Harper, aunque tenía la vista fija en Bianca.

Tomé aire un momento y me senté delante de ellas, dejando un hueco en el banco para Bianca, que se quedó de pie.

―Veréis, ella es Bianca Winter ―la presenté «oficialmente» dándome ánimos mientras para soltar la bomba que podía devolverme al nivel social del que había tardado tres años en salir. Sabía que, si Harper me dejaba, no lograría volver a escalar jamás―. Y es mi hermana.

―¿Perdona? ―me preguntó Amber en un grito―. ¿Cómo va a ser eso tu hermana?

Yo la ignoré, con la vista fija en Harper, que me miró con sus ojos verdes entrecerrados, antes de dirigirlos a mi hermana. Su gesto de desconfianza me encogió un poco el corazón.

―¿Cómo que tu hermana, Jens? Conozco a tus hermanos y esta no lo es... ―La señaló con un gesto de la cabeza.

―Mi madre estuvo casada con su padre ―explicó Bianca. Estaba incómoda, no me costó darme cuenta―. Yo me crie con mi madre y Jens con nuestro padre. Mi madre murió hace un par de meses y... Bueno, no nos conocemos mucho, pero vivo en casa de Jens. ―Se mordió el labio. Me hubiera gustado poder sujetar su mano. Le había temblado la voz al mencionar a su madre.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora