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Nota de autora: Estoy viendo que tenéis muchas preguntas sobre este libro, el parentesco entre Bianca y Jens y la relación de ellos con el resto de la saga. La respuesta es sí jajaja. El libro está relacionado, pero no me preguntéis más, porque la gracia es que lo vayais descubriendo, así que no voy a contar nada <3. Os quiero.

***

Bianca

―¡No puedes hablar en serio! ―grité a mi padre, apretando los puños para no echarme a llorar.

―Hablo muy en serio ―replicó, con toda la calma del mundo, mientras devoraba una tostada.

Los septillizos también estaban sentados a la mesa. Un segundo antes habían estado montando escándalo, pero los siete críos de ocho años (cinco varones y dos niñas) guardaron silencio a la vez cuando empezaron los gritos.

Era una locura de casa, pese a ser enorme, parecía que fuera donde fuese estaba uno de los niños. No es que me molestasen, pero no los conocía y un par me habían hecho comentarios un tanto crueles, aunque el resto parecían... estar bien. Y si no eran los críos, era Jens, que parecía tan molesto como sus hermanos.

Yo estaba costumbrada a estar sola. La casa de mi madre era mucho más pequeña, pero solo éramos dos, así que gozaba de mucha intimidad, cosa que en esa casa era imposible. Uno de los niños incluso se había colado en mi habitación la tarde anterior para darme un susto. Así que me sentía agobiadísima.

―¡No voy a hacerlo! ―le dije a mi padre, gritando más aún.

―¿Qué pasa? ―preguntó Jens, entrando al salón en ese momento.

Su madre también estaba en la mesa, pero ni la miré. Para mí, ella era la culpable de que mis padres no hubieran estado juntos, de que yo nunca hubiera tenido un padre. Ella, Jens y mi padre tenían culpa de eso y no los quería en mi vida.

―Estaba diciéndole a Bianca que hoy empezará en tu instituto. Lleva cuatro días aquí y no puede seguir sin ir a clase...

―¡¿Por qué?! ―preguntó él, gritando tanto como yo.

Al menos podíamos estar de acuerdo en que no queríamos estar juntos en un mismo edificio, algo era algo. A ver si el resto de la familia lo entendía también...

―Dejad de gritar... ―ordenó Hilda―. Me estáis provocando dolor de cabeza.

Sus siete hijos pequeños estaban gritando al unísono un momento antes, montando mucho más escándalo, pero supuse que eso no le molestaba tanto.

―No quiero cambiar de instituto ―seguí, en un tono más bajo―. Me gusta el mío. ¿Qué tiene de malo? Puedo ir en autobús... No está tan lejos. Mis amigos están allí...

―No tiene categoría suficiente, es público ―me dijo mi padre, como si eso fuera un insulto―. Tu nuevo centro educativo tiene caché. Es digno de esta familia.

―¡Es que yo no pertenezco a esta familia! ―le grité, pateando el suelo, cabreada―. Quiero ir a mi instituto de siempre, con mis amigos.

―No. Ya hemos cambiado tu matrícula... No puedes volver al viejo.

―A mí tampoco me parece justo ―se metió Jens―. Si ella tiene a sus amigos allí...

Supuse que quería librarse de mí, pero me sirvió tener un defensor, aunque fuese por interés. Me sentí mejor. Hasta que me di cuenta de que realmente no me quería cerca.

―Llévala en tu coche, Jens ―le dijo su padre.

―¡No! Eso sí que no. ¿Sabes lo que dirá la gente? Deja que vaya en el autobús...

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora