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Bianca

Pasé toda la semana sinceramente acojonada y en tensión, esperando la venganza de Jens que no acababa de llegar. En serio, prefería que hiciera cualquier cosa de una vez, pero que acabase ya la tortura psicológica. ¡Que me diera un puñetazo si quería, pero que hiciese algo!

Harper sí que se acercó a mí al día siguiente, mientras yo estaba sacando los libros de historia de la taquilla. Me la cerró de un golpetazo y estuvo a punto de pillarme los dedos, aunque solo atrapó el libro.

―Deja en paz a mi novio, rarita ―me dijo, con tono amenazante―. O tendrás problemas de verdad.

No puedo decir que no me acojonase, iba con su séquito detrás, un par de animadoras más y un par de chicos, Frank y Jim. Así que solo pude quedarme allí plantada, mirándola con miedo y tragando saliva con dificultad. Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada realmente, Ellen y sus amigas se plantaron entre las animadoras y yo, y pude respirar aliviada.

Ese día comí con ellas y parecieron tomarse muy en serio la labor de mantener a Harper alejada de mí, porque siempre me acompañaba una de ellas. No entendí por qué lo hacían hasta que el jueves durante la comida me atreví a preguntar. Porque, gracias a ellas, podía comer en el comedor por fin sin que nadie me tirase mi comida, o la suya, por encima.

―Hace años que intentamos entrar en las animadoras, pero Harper no nos considera suficientemente guais ―me explico Sue, una de mis, al parecer, nuevas amigas―. Pero contigo, somos más que su grupito central. Además, parece que te odia lo suficiente para que provocarla sea divertidísimo.

―Si le levantases el novio, sería perfecto ―aseguró la tercera chica, Dakota.

Yo eché un vistazo a Jens en ese momento. Estaba sentado en la mesa circular junto a Harper y, pese a que la mesa era redonda, seguían teniendo cierto aire de presidirla, como unos verdaderos reyes del baile.

Yo no me había atrevido a decirle a las chicas que era mi hermano, porque suficientemente difícil era todo ya sin añadir aquello a la lista. Además, me daba miedo que eso le cabrease y le provocase más deseos de vengarse. Por no mencionar, que aún esperaba las represalias por lo que había pasado tras mi único entrenamiento de waterpolo.

―Esperad. ―Caí en la cuenta en ese momento―. ¿Queréis ser animadoras?

―Claro. Pero no con Harper, aquí hay cincuenta equipos diferentes ―exageró Ellen―. Ellas animan en fútbol y varias cosas más, a nosotras nos vale con el baloncesto, pero ella tiene el monopolio y la última decisión sobre todos los equipos de animadoras...

Me gustaba bailar, nunca lo había hecho de forma profesional, pero no había día que no bailotease con mi madre por la cocina, o con mis amigas. Siempre estábamos creando bailes que jamás salían de nuestra habitación. No era mala y era muy divertido. Y yo quería una actividad extraescolar, ¿no? Tras dejar el waterpolo mi padre me había sugerido que me buscase otra cosa para llenar mi «currículo» académico.

―¿Y qué hay que hacer para conseguirlo? ―cuestioné, interesada.

―¿De verdad? ―Dakota se emocionó sinceramente―. ¿Querrías unirte a nosotras?

―¿Fastidiar a Harper? Sí, por favor. Y si además hacemos deporte para contentar a mi padre, sería perfecto ―me reí―. Ella tiene la palabra final, habéis dicho, pero tiene que haber alguna forma.

―Bueno, hay una... ―Ellen se inclinó hacia delante y, de pronto, las cuatro estábamos cabeza con cabeza, ideando un plan para llegar a ser animadoras a espaldas de su jefa.

-o-o-o-

El viernes la venganza aún no había llegado y estaba tan tensa, que cuando Peter me pidió que me quedase tras su clase de biología, salté en el sitio como un resorte, provocando su mirada suspicaz tras las gafas de sol. Empezaba a ser experta en sus gestos bajo estas. Pese a todo, era bastante expresivo cuando quería.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora