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Bianca

Sabía que debía estar estudiando, aún quedaban dos exámenes la próxima semana. Y el viernes siguiente era mi cumpleaños, y el baile al que no iba a ir.

El examen de historia de Gwen era el jueves, que lo había dejado para el final porque odiaba tener vacaciones, según Peter, aunque ella decía que era por dar todo el temario. En cualquier caso, el de biología había sido el primero, para poder corregir tranquilamente, decía Peter.

El profesor aprovechaba las clases para corregir, mientras nosotros estudiábamos para otras asignaturas. El examen de matemáticas, que era el martes, me tenía más nerviosa, pero Peter me había ayudado con las dudas la tarde anterior, antes de irse a cenar con Gwen. Y, aun así, pese a que estaba dominado, los nervios no me dejaban estar del todo tranquila. Peter también había bromeado con que Gwen no iba a suspenderme y ella le había mirado fatal. A mí me hizo replantearme mi diez en biología, pero no iba a quejarme por ello si había sido un poco de favoritismo.

El caso es que aquel sábado debíamos estar repasando, pero en lugar de ello, estábamos desnudos, tumbados en el sofá, arropados por una manta muy fina. Los padres de Jens y sus hermanos habían salido todo el fin de semana a visitar a sus abuelos fuera de la ciudad, o algo parecido, así que nosotros habíamos aprovechado para divertirnos, aunque yo había sugerido aprovechar la tranquilidad para estudiar, que conste.

Jens resopló cuando saqué el libro de matemáticas y lo tiró a un lado sin consideración. Luego puso música alta y... Bueno, allí seguíamos, sin molestarnos en vestirnos si quiera. Estaba demasiado a gusto sobre el pecho de mi exhermano y me estaba adormilando. Habíamos encendido la chimenea eléctrica para que diese luz, aunque no calor y me pareció que dormiríamos allí, porque no me apetecía dar ni un paso...

Fuera ya estaba oscuro. Habíamos cenado, o guarreado unas pizzas, más bien, aunque caseras, sentados allí. Así que, con todas mis necesidades perfectamente cubiertas, solo pude cerrar los ojos.

―¿Qué haremos cuando acabemos las clases? ―me preguntó Jens de golpe, mucho más despierto que yo.

―No ir al baile de fin de curso ―bromeé.

―No me refiero a eso, tonta ―se rio un poco y su pecho vibró bajo el mío.

Me moví para alcanzar su cuello y darle un mordisquito como castigo por su insulto. Él gimió y movió las manos por mi espalda desnuda para llegar a mi culo.

―¿Y a qué te refieres? ―curioseé, moviéndome más para alzarme sobre un brazo y ver sus ojos marrones. Estaba segura de que tenían líneas verdes que iban y venían. Quizá brillaban cuando sonreía.

―Después de tu cumpleaños... Sé que dijimos de buscar a tu padre, pero pensé que podíamos dejar eso para agosto y pegarnos unas vacaciones geniales en julio...

―¿En qué estás pensando? ―Sonreí al darme cuenta de que ya tenía un plan.

―¿Ahora mismo? ―bromeó, apretando mi culo para frotarme contra su cuerpo desnudo.

Gemí, sujetándome mejor al sofá para no caerme de él. Era tan fácil dejarse llevar por su cuerpo...

―Sobre las vacaciones ―aclaré entre jadeos, estirando el brazo para alcanzar un condón del paquete que habíamos dejado en la mesa.

―Tú, yo, el coche y la carretera. Recorramos América entera. Bueno, lo que nos dé tiempo en un mes. Seguro que podemos hacer un plan genial, lejos del mundo civilizado, para poder dedicarnos solo a ti y a mí.

Me mordí el labio con una sonrisa, mientras él me quitaba el condón para ponérselo. También estábamos adquiriendo una gran habilidad para ello. Su idea me encantó. Así no tendríamos que fingir, ni mentir. Podríamos viajar, ver cosas fantásticas y, a la vez, estar juntos.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora