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Bianca

Estaba muy feliz de tener familia, una de verdad. Comimos juntos y luego tocamos a un pedacito muy pequeño de tarta. Todos me alabaron y compartimos risas y bromas todo el tiempo. Pronto dejé de sentirme fuera de lugar y me divertí de verdad.

Sin embargo, y por irónico que fuese, el anillo único empezó a quemarme en el bolsillo de la sudadera. Así que aproveché cuando la gente empezó a disgregarse un poco para esconderme en mi habitación, ahora llena de cajas que no tenía ganas de deshacer.

Saqué el anillo de mi bolsillo y lo miré un buen rato antes de atreverme a sacar el móvil. No tenía mensajes de Jens y me sentí un poco decepcionada. Al menos podía haberme felicitado, ¿no? Aunque le había dejado yo, así que quizá era normal que me ignorase.

Yo no pude hacer lo mismo. Le hice una foto al anillo y se lo mandé junto a una interrogación. Jens tardó tres minutazos enteros en responder, que me tuvieron en vilo.

Jens: Se dice gracias, hobbit. Así que de nada.

Me reí y me indigné por su bordería a la vez. ¿No podía explicármelo sin más? Opté por salirme por la tangente.

Bianca: Gracias por no felicitarme.

La respuesta no se hizo esperar.

Jens: ¿El regalo perfecto no es suficiente felicitación para ti?

Volví a reírme otra vez. ¿Cómo podía conocerme tan bien para saber lo mucho que me gustaría aquello? Sin embargo, no era el regalo perfecto, porque mi único regalo perfecto, habría sido verle.

Me tumbé en la cama y el vestido del baile de mi madre llamó mi atención un poco. No sabía qué hacer con él, así que llevaba toda la semana colgado de la puerta del armario, a la espera de una decisión. Seguí sin saber qué hacer con él, pero me llevó a pensar de nuevo en Jens. Ojalá tuviera valor para ponérmelo e ir a la fiesta de fin de curso, que debía estar a punto de empezar, porque con la sobremesa se nos habían pasado las horas volando.

Bianca: ¿Irás al baile?

Jens: Por supuesto.

Un segundo después me llegó una foto suya. Estaba poniendo morritos delante del espejo, con un traje oscuro y una pajarita, que le quedaban perfectos. Era tan guapo... Se me llenaron los ojos de lágrimas. Ojalá pudiera abrazarle.

Jens: ¿Vendrás?

Bianca: Paso, no voy a bailes. Pásalo bien. Y revalida tu corona o lo que sea. Cuidado con Harper, que muerde...

Jens: Ponte el anillo, por favor. Me gustaría vértelo puesto.

Me lo puse y le mandé una foto delante del espejo, imitándole con los morritos. Luego me lo dejé puesto. Pensé en quitármelo, pero me sentí mejor con él en el dedo. Era como estar un poco más cerca de Jens.

Estaba a punto de volver a bajar con mis hermanos, cuando un golpeteo en la puerta me sobresaltó. Gabbs y Aysha entraron un segundo después.

―¿Tú también te agobias con las multitudes? ―me preguntó Aysha con una sonrisa amable.

―No. Bueno, un poco. Aún no consigo hacerme a la idea del todo...

―¡¿Y este vestido?! ―Gabbs esquivó mis cajas para acercarse al vestido de mi madre, casi con reverencia. Ni siquiera lo tocó, como si no se atreviese.

―Era de mi madre, de su baile de fin de curso.

―¿Y no te lo vas a poner? ¿Cuándo es tu baile? Es un desperdicio, deberías usarlo a diario, es perfecto.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora