34

2.6K 359 191
                                    

Bianca

―¿Qué haces aquí, Jens? ―pregunté, cuando logré parar de boquear.

Miré alrededor, en busca de la cámara oculta. A mi espalda estaba casi toda mi nueva familia. Tras Jens había una limusina por la que asomaban Tim y Ellen.

―Venir a buscarte para el baile. ―Me miró como si fuera obvio―. Feliz cumpleaños, por cierto.

Sujetó mi mano y me acarició el dedo con el anillo un segundo. Luego sacó una manzana de su bolsillo que colocó sobre mi mano.

―¿Qué...?

―Te iba a traer un ramillete, pero me pareció demasiado cliché ―declaró―. Mejor te doy la manzana cuando no quieras tirármela a la cabeza ―sugirió, quitándomela de la mano de nuevo.

―¿De qué vas? ―me quejé, soltándome de él y cruzando los brazos sobre mi pecho―. Sabes que no voy a bailes...

―¿Y por qué te has arreglado? ―cuestionó, con una sonrisa.

―Porque me han engañado. ―Señalé a las chicas, que seguían a mi espalda. Ya habían llegado el resto también y me sonrojé mucho al darme cuenta.

―¿Y dónde ibas? Porque yo no he llegado a llamar...

―A hablar contigo ―reconocí―. Pero no puedes aparecer al baile conmigo... Todos dirán que...

―¡Qué pesada eres con lo que dirá la gente! ―se quejó―. ¿Qué más da?

―Bueno, el rey del baile eres tú ―repliqué molesta.

―Pues ya está. Y si a mí me da igual, ¿por qué te importa a ti? No dejaré que nadie te diga nada malo. ¿Qué importa lo que ellos crean?

Me sujetó la barbilla y pasó el pulgar por mi mejilla con suavidad. No pude evitar fijarme en el corte de su labio. Estaba mejor, pero aún se le notaba. Y si a él no le importaba, ¿por qué iba a acobardarme yo por ello?

―¿Y tu padre?

―Al parecer un juez le ha amenazado con quitarle la custodia de todos sus hijos si se pasaba de listo... Creo que va a estar calmado un tiempo.

Miré a Jade sobre mi hombro, que de pronto decidió que las molduras del techo eran fascinantes. Vaya con mis nuevos hermanos.

―Te vas a volver un gilipollas sin ningún tipo de autoridad paterna para controlarte, ¿no? ―bromeé un poco.

―No te preocupes, ya me encargo yo de que no se vuelva más gilipollas. Un poco lo traía de base ―aseguró Peter―. Largaos de una vez, que quiero que vuelvas a las siete.

―¿En serio? ¿A las siete? ―se burló Gwen―. Dejas salir hasta a Kayla más tiempo.

―Vale, a las siete y cinco, ni un minuto más.

―Claro, claro, descuida, profe ―se rio Jens, tirando de mi mano para llevarme a la limusina.

―Yo no he dicho que vaya a ir al estúpido baile ―aseguré.

Sin embargo, me encontré de pronto dentro de la limusina, recibiendo abrazos y besos de Ellen y Tim. Tampoco había querido verlos en toda la semana y parecía que se estaban desquitando, pero bien. Les devolví los besos con cariño y me abracé a ellos.

Y, de pronto, juro que fue sin querer, pero estaba abrazando a Jens. No se quejó, ni me cuestionó. Enterró la nariz en mi cuello y aspiró mi aroma.

El camino hasta el baile fue muy corto, y lamenté tener que soltarme de Jens. Nuestros amigos salieron delante y nosotros los seguimos sin pronunciar palabra. Aunque me solté de la mano de Jens antes de entrar.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora