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Bianca

Peter se sentó delante de mí, en la mesa baja de café, para que quedásemos a la misma altura. Gwen se quedó a mi lado, pasándome un brazo consolador sobre los hombros. A mí se me secaron los ojos de golpe. ¿Qué sabía Peter de mi padre?

―Lo primero de todo, es que quiero que sepas que no te lo he ocultado para fastidiarte, es que pensé que cuanto más retrasase el dolor de la verdad, sería mejor para ti ―me explicó, sujetando mi mano sobre mi regazo―. Y lo segundo, es que Gwen y yo siempre estaremos aquí para lo que necesites. Bill Millerfort nunca será un padre para ti, Bianca, lo siento, pero nosotros seremos la familia que necesitas, te lo prometo.

―¿Está muerto? ―pregunté, tragando saliva nerviosa.

―No, no lo está, por desgracia ―musitó el profesor.

―¡Peter! ―le regañó Gwen.

―Perdón. Bill Millerfort está vivo, Bianca, pero sé que no será el padre que necesitas, porque nunca lo ha sido para mí.

Fruncí el ceño y clavé los ojos en los suyos. ¿De qué hablaba?

―No lo entiendo.

―Sí que lo haces, eres muy lista. ―Me sonrió sin energía―. Bill tenía negocios aquí, en la ciudad, desde mucho antes de que tú nacieses. Así conoció a mi madre. No fue mucho mejor para mí que para ti, salvo porque se encargó de hacer por mí lo que Johann hacía por ti. Son muy parecidos, lo siento. Él pagaba una pensión a mi madre y no se preocupaba por mí mucho más.

―No es posible... No tiene sentido. ―Me levanté para alejarme de ellos―. El mundo es inmenso, ¿cómo vas a ser mi...?

―¿Hermano? ―Acabó la frase por mí―. Sé que parece una locura, pero Bill reparte hijos por el mundo... No es tan raro... Tenía una empresa aquí, venía habitualmente. Lo raro es no encontrarnos con hijos de Bill más a menudo. Uno de mis hermanos... Nuestro hermano ―se corrigió―, vivió años con otro hijo de Bill en la misma casa y no lo supo hasta que intentó matarlo. ¿Sabes eso de que el asesino vuelve a la escena del crimen? Bill tiene que ir a ciertos sitios habitualmente para cuidar de sus negocios y, supongo, que aprovecha. No sabría decirte, la verdad, prefiero no pensar en él y menos de esa forma. Quizá Jade tenga un estudio demográfico del comportamiento de ese cabrón.

Peter se levantó para cogerme de las manos de nuevo y volvió a llevarme al sofá, porque yo seguía paseando por su salón.

―Tú te apellidas Wood ―señalé, como si pudiera no haberse dado cuenta.

―Y tú Winter ―replicó y sonrió un poco―. Me puse el apellido de Gwen cuando me casé con ella. Supongo que te has dado cuenta de que en clase siguen llamándome «señor Eme» aunque no tenga ningún sentido ya.

―Pensé que era un mote ―reconocí―. Eso es muy romántico ―le dije a Gwen, que me dirigió una sonrisa dulce. Aunque tenía muchas más preguntas y aproveché para hacerlas―. ¿Cómo supiste que eres mi hermano?

―Cuando Jens vino a pedirme esa prueba de ADN vuestra... Mencionó algo sobre tu madre y el trabajo, en la empresa de su padre. Sabía que Müller había sido socio de mi padre. No soy tan malo en mi trabajo como para pasar por alto que te pareces más a mí que a Jens, Bianca. Tienes los ojos de la familia. ―Señaló sus propios ojos azules―. Así que aproveché su robo de ADN para compararlo con el mío también. Es positivo, así que eres una Millerfort. Ojalá pudiera decirte algo realmente bueno sobre Bill, pero no existe. Sin embargo, ahora tienes más familia. Somos muchos. Como dice Lorcan, Bill Millerfort solo hace dos cosas bien: dinero e hijos.

Agaché la cabeza, porque estaba confusa. Había pensado que buscaría a mi padre, daría con él, y me querría de verdad... No esperaba que mi profesor favorito fuese mi hermano.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora