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Bianca

Esta vez, mi conciencia sí que decidió irse a dormir, porque, por una vez, no me dejé sentir mal estando junto a Jens. Nuestros labios se encontraron y nos besamos con ansia, con necesidad. Le quería tantísimo que parecía natural. ¿Qué más daba lo demás? ¿Y qué importaba lo que dijese Peter? Si no nos parecíamos y nuestra sangre no coincidía, podíamos no ser hermanos. Preferí aferrarme a eso y a sus brazos.

Jens se movió para quedar sobre mí, sin dejar de besarme con esa ansia, como si pudiera devorarme. Yo busqué el borde de su camiseta. Quería sentir su cuerpo caliente contra mí, quería que desapareciese todo lo que nos separaba, quería sentirle mío.

Me ayudó a quitarle la camiseta y la tiró a un lado. Luego me sujetó de la cadera y tiró de mí para centrarme en la cama y colocarse entre mis piernas. No hablamos, creo que hacerlo habría roto la magia de ese momento. Solo eran nuestras necesidades, actuando sin pensar.

Acaricié sus músculos, todos y cada uno de ellos. Pasé los dedos por sus bíceps y por los marcados abdominales. El waterpolo le había dotado de unos hombros anchos y un pecho muy marcado. Era increíble bajo la ropa. Aunque en honor a la verdad, todo él era increíble.

Tiré de mi camiseta cuando le hube explorado completo. Se separó un segundo cuando dejé expuesto mi propio pecho desnudo. Me miró dudoso, como si no estuviera seguro de qué pretendía yo.

―Hazlo ―le pedí, alcanzándole los condones.

Tiró de mi cadera otra vez, para acomodarme un poco mejor y besó mi cuello y mis pechos, con mucha calma, como si tuviéramos toda la noche. Y, en realidad, era así. No teníamos que ir a ningún lado.

Acabó de desnudarnos a ambos, mientras volvía a mis labios, y solo se separó un segundo para sacar un preservativo de la caja y tirar el resto de vuelta a la mesilla. Me pareció que dudaba, tras ponérselo, volvió a clavar la mirada en mí. Yo asentí un par de veces.

No me equivocaba en que estaba preparada, solo me había equivocado de chico la primera vez. Era con Jens con quien quería compartir aquello. Y quizá era enfermizo, pero me daba igual. Le quería y quería que fuera él.

―Te quiero, Bianca. Te quiero muchísimo ―murmuró, penetrándome muy despacio.

Clavé las uñas en su espalda cuando el dolor me recorrió de forma sorpresiva. Fue intenso y agudo. Jens pareció notar lo que me pasaba, porque me besó con cariño y paró de moverse hasta que yo me relajé bajo su cuerpo. Luego se movió más despacio y la sensación cambió completamente a una más placentera.

No dejó de besarme entonces y yo volví a aferrarme a él, esta vez para compartir mi placer. Sus movimientos me arrancaban suaves gemidos y se fue haciendo más intenso poco a poco, hasta que culminó en un orgasmo que me hizo estremecer.

Un segundo después, Jens gimió con suavidad y sentí su propio placer palpitando en mi interior. No dejó de besarme, pero en ese momento, fui consciente de lo que acabábamos de hacer.

Cerré los ojos, desesperada. Aquello ya no tenía marcha atrás.

-o-o-o-

Jens

Dejé a Bianca usar el baño de nuestra planta y yo me fui al del piso de abajo, aunque tras limpiarme me tomé la molestia de salir a tirar el condón al cubo de la calle, para que nadie lo encontrase. Solo nos faltaba que nos pillasen por esa tontería. Y, al volver arriba, comprobé que Bianca seguía encerrada en nuestro baño y supe que algo no iba bien.

Golpeé la puerta con suavidad, para no alertar a nadie más, pero no me respondió. La desesperación me apretó el estómago. Para mí había sido perfecto compartir así nuestra primera vez. ¿Por qué ella tenía que centrarse en lo malo?

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora