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Peter

Iba distraído, jugando con el sobre en la mano. Había faltado a la clase anterior para ir a buscarlo a la clínica. Ahora solo me faltaba encontrar la forma de decírselo a ellos...

Al entrar en clase me paré en seco al ver a Bianca. Estaba sentada en primera fila, al lado de Jens. Pensé que su relación con el Ian de su curso la haría distraerse y bajar las notas. Sin embargo, ella estaba resultando una buena influencia para él, que no solo había empezado a dejar de ser un gilipollas, también estaba estudiando más.

Y no había que ser ningún Sherlock, para ver la mirada enamorada de ese chico. Lo cual, seguramente, complicase la vida de ambos más de lo que podían imaginarse. Sin embargo, no fue la mirada que compartían, ni sus susurros divertidos, lo que me hizo pararme.

Bianca tenía una herida en la mejilla y la zona de alrededor enrojecida. Se lo habían cerrado con un solo punto de papel.

―¿Qué te ha pasado, Winter? ―pregunté, dándole un golpe en la mesa con el sobre para llamar su atención y miré a Jens con desconfianza.

Era un gilipollas, sí, pero nunca me había parecido de los agresivos. Esa era Harper. Sin embargo, como mínimo, Jens había dejado que le pasase algo, ¿no?

―Me caí de una pirámide humana ―reconoció ella con simpleza. No dudé de su sinceridad.

Me reí y agité la cabeza. Jens no podía proteger a nadie de su propia torpeza, supuse, así que decidí pasarlo por alto.

―Luego quedaos los dos a la hora de comer ―les pedí, haciendo que Jens me lanzase una mirada llena de ansiedad.

Yo traté de calmar mi propio malestar por todo aquel tema y me senté en mi silla, para hablarles de algo inofensivo. Preferí no seguir ahondando en genes aquel día, así que inicié un nuevo tema, con un comentario muy poco apropiado sobre el cambio climático, y dejé que los alumnos debatieran entre sí, mientras yo me centraba en mis propios problemas...

La clase pasó lenta y, tras la sirena, cuando todos salieron en manada a comer, yo seguí allí sentado. Jens se levantó a cerrar la puerta cuando el último alumno se fue. Me tomé la molestia de quitarme las gafas de sol y dejarlas a un lado. Llevaba toda la semana dándole vueltas a aquello y planeando como darles una noticia así.

Nunca me había importado banalizar con todo, pero sabía cómo eran los adolescentes y cómo podían afectarles las cosas. Y Jens llevaba razón en que sentía algo especial por Bianca. Sin duda, no era una alumna más. Tenía algo que conquistaba a todos a su alrededor, lo había conseguido hasta con el gilipollas de Müller. ¿Cómo no iba a gustar al resto del mundo?

―¿Tienes los resultados? ―me preguntó Jens, con el ansia pintado en la cara.

Bianca, por el contrario, parecía desconcertada.

―Primero explícaselo ―ordené―. Y luego vamos a hablar de opciones, antes de nada.

Miré el reloj. ¿Por qué Gwen tardaba tanto en llegar desde su clase? Necesitaba un poco de apoyo cabal...

―¿Por qué no primero me das el sobre? ―trató de negociar el gilipollas.

Le miré indolente y me pareció que se ponía nervioso.

―Dijiste que querías evitarle el sufrimiento de la espera, no la realidad, Jensen Müller. Así que, explícaselo, idiota.

―¿Qué pasa? ―preguntó Bianca, poniéndose de pie también y apoyando la mano en el brazo de Jens, para que la mirase.

―Hemos hecho una prueba de ADN ―resumió él, clavando la vista en Bianca―. Para saber si tú y yo... si de verdad... Lo que sea.

―¿Cómo has hecho una prueba de ADN? ―preguntó Bianca, desviando la vista hacia mí―. ¿Para eso no hace falta mi ADN?

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora