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Bianca

Nuestra segunda prueba real como pareja, porque ahora al menos sabía que Jens y yo éramos novios, llegó el jueves. Al parecer, el destino no tenía interés en dejarnos en paz. Jens tenía entrenamiento de waterpolo, así que aproveché la excusa de ir a ver a Ellen, para quedarme allí después de clase.

Cuando no odiabas a tu hermano y no estabas ahogándote en la piscina con ellos, aquello era mucho más divertido. Aunque dejé de divertirme un poco al darme cuenta de que Ellen aprovechaba cualquier oportunidad para lanzarse sobre Jens.

Así que agradecí cuando el entrenamiento acabó. Esperé a mi amiga (y a Jens) fuera de los vestuarios. Jens me había prometido la segunda clase de conducción, porque el día anterior había sido muy divertido. Cuando dejamos de enrollarnos conseguí dar una vuelta entera por el aparcamiento (al sexto intento) sin arrollar aceras, ni meterme por dirección prohibida, ni equivocarme de carril durante tres minutos. Así que había sido un éxito.

Aunque Jens, por algún motivo, decía que necesitaba muchas más clases. Seguramente quisiera repetir la parte de enrollarnos, a saber, porque mi conducción había sido impresionante.

―Tu hermano me ha tocado el culo ―murmuró Ellen en mi oído cuando salió del vestuario.

Apestaba a cloro, así que deduje que no se había duchado para poder contarme la nueva y genial noticia. Ese avance sin parangón en su relación.

―¿Una de las quinientas veces que te le has tirado encima? ―pregunté burlona.

―¡Sí, tía!

―¿Y no será que trataba de..., no sé, quitarte de encima? ―me burlé.

―No, no, ha apretado, ha habido sobeteo. Yo creo que se está haciendo el duro, pero le encanto.

―Creo que le van las animadoras ―repliqué―. Oye, Ellen, me caes genial y lo sabes, pero Jens me dijo que le agobiaba que tratase de emparejarle, y es mi hermano, no quiero llevarme mal con él, ni nada.

―Pero lo de mañana sigue en pie, ¿no?

―Supongo que sí. Él no me ha dicho nada.

Había escrito a Tim para preguntarle si nos haría el favor, pero no me había respondido. Temí que fuera a pasar de mí. Habíamos roto, pero se suponía que seguíamos siendo amigos, aunque no sabía si tanto como para pedirle semejante favor. En cualquier caso, ante su falta de respuesta, le dije que le llamaría después del entrenamiento.

Jens salió en ese momento y tuve que controlarme mucho para no darle un beso como saludo. Cada día parecía más difícil en lugar de estar más acostumbrados. Ellen empezó a parlotear de algo que no pude escuchar, mientras Jens y yo nos mirábamos sobre ella, que se había colocado en medio.

―¿Qué planes tenéis hoy? ―nos preguntó de golpe.

―Seguir con la clase de conducir ―respondió Jens, pasándose la mano por el pelo húmedo. Estaba guapísimo recién duchado.

Salimos del edificio, mientras Ellen volvía a hablar de algo de waterpolo que no escuché. Y, ocupada como estaba mirando a Jens, tardé en ver a Tim, que se paró delante de mí, y estuve a punto de chocarme con él.

Se me escapó la primera sonrisa real de la última hora y media y me abracé a él con fuerza, que me levantó de la cintura para estrujarme contra su pecho.

―¿Qué haces aquí?

―Tengo planazo para ti. Mi hermana y Barb te esperan. ―Me guiñó un ojo y se soltó de mí para tenderme su casco.

Cuando muerdas la manzana - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora