Capítulo 36 | Recuerdos

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—¿Quieres cereal o prefieres waffles? —pregunto, mirando a Angie.

—Cereales —exclama.

Hace exactamente dos semanas que mi pequeña y yo nos mudamos lejos de Washington y de toda la mierda que nos rodeaba.

Tal vez no estoy en el mejor momento de mi vida, pero al menos sé que, con determinación y esfuerzo, saldremos adelante.

—Papá, ¿cuándo veremos a mis abuelos? —pregunta mi pequeña, llevando una cucharada de cereal a su boca.

—Pronto cariño —digo—. Iremos con ellos la próxima semana.

Todo en mi vida ha cambiado; de hecho, se siente como si hubiese dado un giro completo de 360° y no hay manera de regresar a cómo estaba antes de cederle todo a Lindsey.

No he mantenido contacto con nadie por miedo a que la madre de mi hija se entere de dónde hemos estado viviendo y siga condenando mi vida.

Lindsey Spencer no se quedó solamente con toda mi fortuna, también me quitó parte de mi corazón y, he tenido que ser fuerte para evitar llamar a la chica que mueve mi mundo.

Ojalá pudiera saber de ella, tener noticias de lo que hace cada día y de si está bien.

Los minutos parecen ir más lentos desde que Angie y yo nos despedimos de Washington, pero también hemos tenido momentos de felicidad. Aunque mi vida esté incompleta, no me arrepiento de mis decisiones, porque para mí, siempre va a estar primero el bienestar de mi hija.

Quizás suene egoísta, pero cuando se es padre, no se puede pensar ni decidir nada que esté por encima de nuestros hijos, porque ellos siempre llevaran la delantera en cualquier situación y tal vez, en algunos años, serán nuestros hijos quienes nos agradezcan todo nuestro sacrificio o tal vez no lo hagan.

No puedo evitar esbozar una sonrisa cuando veo a Angie jugar divertida a la orilla del mar y es entonces que me doy cuenta que, pase lo que pase, siempre quiero ver esa sonrisa en sus labios, quiero que mi pequeña sea feliz, que más adelante, en un futuro, encuentre a alguien que siga haciendo todo lo posible para que ella siga sonriendo.

Todo lo que deseo es que Angelique pueda tener lo que yo no tengo; un amor de pareja que complemente su alegría.

Olvidarme de Alexia Ryder no será fácil y tampoco espero ni quiero que lo sea, porque, a pesar de todo el dolor que me invade por dentro, deseo llevar conmigo todos esos momentos que pasamos juntos. Quiero recordar por siempre el sonido de su risa, la forma en que sus ojos brillaban al mirarme y sobretodo, quiero conservar las millones de sensaciones que me provocaban sus besos.

¡Papá! —exclama Angie, sacándome de mis pensamientos.

La atrapo entre mis brazos y me pongo de pie, girando con ella antes de volver a la orilla de la playa.

Pasamos el resto del día jugando, divirtiéndonos cómo si no hubiera un mañana; sé que existían muchas maneras para recuperar a Angie sin haber renunciado a Alexia, pero preferí no arriesgarme, porque nunca sabrías cuál sería la vuelta que Lindsey le daría a la situación.

Nadie, a excepción de mis padres conoce dónde estamos viviendo y, cada vez que hablo con ellos, debo comprar un teléfono desechable o bien, irme hasta la ciudad más lejana para hablar por un teléfono público.

Para cuando volvemos a casa, ya son más de las cinco y el sol está en el punto de estar desapareciendo por completo.

Después de que Angie se baja de la camioneta y corre hacia el interior de la casa, me toma más de dos minutos darme cuenta de la presencia de alguien parado en la esquina del jardín.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora