Capítulo 24 | Inestable

2.6K 209 53
                                    

Mi respiración se ha ralentizado, sus ojos nunca han dejado los míos, todo lo contrario, me mantienen anclada donde estoy, sin ser capaz de hacer ningún movimiento, salvo respirar lenta y pausadamente.

Tiempo atrás, tener a un hombre así de cerca, con su mano debajo de mi falda, me hubiese causado un infarto al miocardio, pero ahora, anhelo tener a este hombre sobre mí de las mil y una formas que he comenzado a aprender.

Maximilian no es un hombre pequeño, por donde lo veas, es toda una montaña de músculos bien definidos. Mi cabeza solo llega a su pecho, y, a veces, cuando me carga o me envuelve entre sus brazos, me siento completamente enjaulada debajo de él, pero no es cómo si no disfrutara, porque me encanta estar con él.

En este momento, mientras sus ojos están fijos sobre los míos, los veo oscurecerse un poco, tomando un matiz que fácilmente podría competir con un día lluvioso. Un quejido escapa de mí cuando él retira su mano de mi sexo y la perdida se siente como un enorme hoyo negro en mi vida.

Toma una respiración lenta y la libera profunda y acompasadamente, mientras aprieta los puños a su lado.

Antes de que pueda parpadear, él me toma y me inclina sobre su escritorio, enroscando mi falda alrededor de mi cintura, al mismo tiempo que desliza mis bragas por mis piernas; respiro profundamente cuando vuelvo a sentir las puntas de sus dedos acariciar mi sexo, provocándome.

—Maximilian —gimo, en agonía.

Todavía estoy esperando su siguiente movimiento, pero no ocurre nada, solo estamos aquí, sin emitir sonido alguno más que nuestras respiraciones.

—De nuevo —dice, al cabo de unos minutos en silencio.

—¿Qué? —pregunto, confundida.

—Dilo de nuevo —repite—. Mi nombre.

Siento el orgasmo construirse como si fuese una clase de espiral que controla todo mi cuerpo; jadeo, sintiendo que en cualquier momento, podré tocar el cielo.

—Maximilian... —susurro, en un gemido bajo.

Él retira sus dedos de mi sexo y, aunque aún estoy temblando debido al orgasmo que acabo de tener; sin esfuerzo alguno, él me da vuelta, dejándome con los pies colgando sobre el borde de su escritorio.

Parpadeo un par de veces, mirándolo quitarse el cinturón y bajarse los pantalones junto con la ropa interior.

—¿Sabes lo loco que me vuelve esta falda? —gruñe, tirando de la prenda, acercándome más a él.

Sacudo la cabeza, negando; mis piernas se abren un poco más, permitiendo que él se acomode en medio de ellas y su erección roce mi sexo.

—Voy a ser claro, Alexia —continúa hablando—. Tal vez esto vaya a ser rápido, pero necesito sacar la pasada situación de mi sistema y sé que no voy a verte hasta la noche, así que...

—Soy tuya —interrumpo—. Haz lo que quieras conmigo, Maximilian.

Mis palabras son el detonante exacto que necesitaba, porque, tan pronto como las digo, siento su miembro empujar en mi entrada, llenándome y estirándome a su alrededor; las paredes de mi sexo se adaptan a él y finalmente, me siento en paz, completa y feliz.

Sé que soy mucho más pequeña que él, pero eso, en este momento, no importa, porque no sé cómo, pero encajamos a la perfección, como las piezas de un rompecabezas.

Colocando las manos a cada lado de mí, sobre el escritorio, comienza a entrar y salir de mí, con movimientos lentos; me aferro a sus brazos cuando pasa de ser tranquilo a duro. La respiración se atora en mi garganta, porque ha dejado de ser suave para convertirse en rudo.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora