Capítulo 22 | Dulzura

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Las manos me tiemblan... todo mi cuerpo se siente como si fuese una gelatina, mi cerebro no deja de repetirme que esta es la última vez que veré a Maximilian Armstrong y, que así como entró en mi vida, de igual forma saldrá.

—¿Qué le pasó a la madre de Angie? —pregunto, tratando de controlar el temblor en mi voz.

—Ella está bien, es mi hija la que sufrió un accidente.

¡¿Qué?!

Maximilian suelta un suspiro lleno de cansancio, sus ojos están tristes y la expresión de su rostro es la de un hombre abatido.

—Volví a confiar en que mi hija estaría bien si la dejaba a cargo de Lindsey, pero nuevamente, ella me decepcionó.

—¿Qué fue lo que ocurrió?

—La llevó a una fiesta, Angie no se sentía cómoda y le pidió irse, pero ella se negó, así que mi hija tomó las lleves del auto sin que Lindsey se diera cuenta —explica—, para cuando puso atención en lo que sucedía, ya era demasiado tarde, Angie se subió al auto y terminó impactándose contra el pilar de la casa en la que se celebraba la fiesta.

—Dios mío —exclamo, imaginándome cómo se debió haber sentido él al enterarse de lo ocurrido—. ¿Cómo está Angie?

—Ayer llegamos a casa, está un poco mejor, con algunas lesiones superficiales, pero bien.

Me quedo callada, procesando todo lo que acaba de decirme; tan inmiscuida estoy en mis pensamientos que no noto cuando él se pone de pie y camina hacia a mí. Sus ojos cristalinos me provocan piel de gallina; y me doy cuenta entonces que, nada de lo que haga, logrará alejarme de esa intensidad azul.

—Jamás planeé dejarte plantada, Alexia —dice, mirándome fijamente—. Perdóname por haberlo hecho, por no haber asistido y por no haber hablado con tu padre y tu hermano, sé lo importante que eso era para ti y créeme, cariño, también es importante para mí.

—Maximilian, está bien, ahora sé por qué no llegaste.

—Hubiera hecho hasta lo imposible por no perderme esa cena, pero se trataba de mi hija. No puedo simplemente evadir mi responsabilidad como padre.

—Lo sé.

—Entonces, ¿me perdonas? —pregunta, colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

Lágrimas se acumulan en mis ojos y no hago otra cosa más que deslizar mis brazos por su cintura y enterrar mi cara en su pecho, necesitando sentirlo lo más cerca que pueda. En menos de un parpadeo, soy encerrada en un abrazo. Maximilian besa la cima de mi cabeza y solo entonces, siento que mi vida ha vuelto a retomar su curso.

—Creí que me dejarías —susurro, aún pegada a su amplio y musculoso pecho.

—Eso no está ni estará sucediendo, cariño —responde, pasando una de sus manos por mi espalda—. No voy a dejarte, Alexia.

Dejo escapar un suspiro. —Lamento mucho lo que sucedió con Angie.

—Yo lamento más haber confiado en Lindsey; por haber sido tan estúpido, perdí la oportunidad de conocer a tu padre y hermano.

—Ellos volverán en un par de semanas —digo, alzando la cabeza para encontrarme con sus intensos ojos azul grisáceo.

—¿Qué te parecería si mejor vamos a visitarlos? —propone.

Siento que mi pecho está a punto de estallar; la emoción va desde la punta de mis pies hasta la raíz de mi cabello.

—¿Hablas enserio? —pregunto, emocionada.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora