Capítulo 08 | Secretaria

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Mientras termino de bañar y de vestir a Silas, tengo mis ojos puestos en Kevin y Angelique; ambos están riendo felices con la atención puesta en los dibujos animados.

—A comer —digo, al mismo tiempo que coloco a Silas en su sillita y me giro para servir la sopa de verduras en pequeñas tazas.

Angelique ha estado a mi alrededor la mayor parte del día, como viene ocurriendo desde hace tiempo, me pregunto si volveré a verla después de que solo tenga que trabajar para los Querslick los fines de semana.

Me dolerá un infierno dejar a estos niños que se han ganado mi corazón y mi cariño.

—Papá me llevará a Disneyland en vacaciones —habla Kevin, tomando una cucharada de su sopa—. ¿A dónde irás tú, Angie?

La niña mueve sus ojos azules a él, mirándolo con una sonrisa de felicidad expandiéndose por su dulce rostro.

—A Boston —exclama, sonriente, ignorando la mueca de Kevin.

—¿A Boston? —inquiere el pequeño—. No hay nada bueno allí, los parques son tan aburridos.

—Nop. Yo iré a casa de mis abuelos y ellos tienen un enorme jardín en el que hay una enorme piscina y unos gigantescos juegos inflables —expone, sin dejar de sonreír.

Kevin aún mantiene la mueca en su rostro, negando vigorosamente con su cabeza. —Eso es horrible, deberías decirle a tu... papá que... te lleve a Disneyland.

Ella niega con su cabeza, llevándose otra cucharada de sopa a la boca.

—Ya lo visité el año pasado —dice—, fui con mis papás y nos divertimos, pero... no me gustó mucho.

Ante la mención de sus dos padres, mi pecho se estruja, enviando un dolor agudo a mi corazón.

—¿Vendrás mañana? —pregunta Kevin, mirándola por encima de su taza.

—No lo sé —responde, encogiéndose de hombros—. Debo pedir permiso a mi papá, siempre paso los jueves con ellos, pero no sé lo que vayan a decirme.

Las palabras de la niña son como millones de alfileres incrustándose en mi corazón, cercenándome el pecho.

Después de esa pequeña charla, ambos terminan su comida y regresan a la sala de estar a seguir viendo caricaturas. Yo me concentro en lavar los platos sucios, en limpiar y sacudir, pero sigo imaginándome la familia feliz de Angelique, a su madre colgada del brazo de ese espécimen de hombre con el que está casada.

Es realmente difícil borrar de mi mente esa imagen de la familia perfecta por el resto de la tarde. Tan horrible. Y no alcanzo a entender por qué duele tanto, por qué me siento tan abatida.

Son más de las seis cuando el timbre de los Querslick suena, poniéndome tan condenadamente nerviosa. Observo a Angelique terminar de guardar sus juguetes y cerrar la mochila rosa, para luego arrastrarla por el pasillo hasta detenerse a mi lado.

—¿Crees que papá vaya a molestarse conmigo? —me pregunta, mirándome con sus brillantes ojos azules.

—¿Por qué se molestaría?

—Porque ensucié mi ropa y rompí su tablet.

Un ceño adorna mi frente. —¿Su tablet?

—Sip. La traje sin su permiso —dice, encogiéndose de hombros.

Justo estoy por responderle cuando el timbre vuelve a sonar. Suelto un suspiro y camino hacia la puerta, con la pequeña a mi lado.

Un par de ojos azules me miran fijamente, solo que estos ojos no son nada parecidos a los del padre de Angelique.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora