Capítulo 37 | Descubrir

2.3K 202 115
                                    

Después de aterrizar en Nicaragua, mis nervios se disparan aún más, elevándose por sobre lo normal, haciendo que, de igual forma, los latidos de mi corazón vayan en aumento.

Lo que está controlando cada una de mis acciones, es el miedo. Miedo de que Alexia esté en peligro... Miedo de perderla.

Sí, no hace falta que alguien me lo diga, porque yo mismo sé que fui un completo imbécil al dejarla completamente desprotegida.

—Max —llama Braxton, sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué ocurre? ¿Qué te dijo el oficial?

Mi amigo deja escapar una exhalación y niega con la cabeza. —Nada en realidad. No tienen a nadie con esas características aquí, me temo que no lograremos encontrarla.

—Malditamente no me estás diciendo eso —espeto.

—Darren aún continúa rastreándola, pero tampoco está teniendo éxito... No sé qué más podemos hacer, Maximilian.

—Tal vez para ti, ella no signifique nada —digo, mirándolo fijamente—. Incluso, sé que piensas que es una niña... solamente una chica de dieciocho años que no sabe lo que quiere, pero sé que yo la quiero a ella y, justo ahora... En este momento, no me importa si piensas que soy un idiota por haberme enamorado de ella, lo único que quiero es volver a ver sus ojos y escuchar su risa.

—Max...

—Tú no crees en el amor, pero eso no significa que yo opine lo mismo que tú en cuanto a las relaciones sentimentales. Durante mucho tiempo, viví con una mujer que lo único que hizo fue lastimarme y burlarse de mí, pero en Alexia, a pesar de que sólo tenía diecisiete años... en ella encontré todo un mundo rebosante de colores que jamás en todos mis años, había visto.

—Nunca dije que estuviera mal enamorarse de una chica de ésa edad —dice, sentándose en una de las sillas y mirando directamente hacia el precioso jardín delantero—. De hecho, yo fui el primero en apoyar tu relación, ¿no te acuerdas? Te dije que ibas a terminar enamorándote de tu secretaria... tu muy inocente secretaria. Ahora estás en ésta jodida situación y quisiera, realmente desearía que nada de esto fuera real.

—Braxton...

—Esa chica me regresó al amigo que Lindsey Spencer me robó. ¡Qué jodidos importa su edad! —exclama, volviendo sus ojos a mí—. Si ella te ama, nada de eso tiene importancia.

—¿Realmente estás diciendo eso?

—He sido testigo de la enorme caída de un tiburón —suspira, esbozando una sonrisa—. También vi caer a un genio de la tecnología... y, para mi mala suerte, estoy viendo y viviendo la caída de un enorme edificio.

—Tu destino está esperando por ti, puedo asegurarlo —digo.

De repente, la expresión en su rostro se transforma y ahora me sonríe, pero con un sentimiento melancólico.

—La cosa es que... no puedo tomar ese destino. No merezco la luz que ella tiene.

—Brax... —ni siquiera puedo decir una palabra porque las suyas han ido a parar directamente a mi cerebro y no soy capaz de procesarlas ni comprenderlas en su totalidad.

—No digas nada —pide, poniéndose de pie—. Intenta guardar mi secreto.

Y así, sin más, desaparece del vestíbulo del hotel, dejándome con millones de preguntas formulándose en mi cansado cerebro.

Paso el resto de la tarde en una búsqueda que parece no terminar nunca y, el cansancio comienza a apoderarse de mi cuerpo. Un escalofrío me recorre desde la punta de mis pies hasta la cima de mi cabeza y tengo una horrible sensación asentándose en la boca de mi estómago; es cómo si presintiera que está a punto de pasar algo malo y sólo me queda rezar al cielo para que Dios se apiade de mí y me de un poco de consuelo.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora