Capítulo 34 | Accidente

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Despierto sintiendo una calidez envolvente, parpadeo un par de veces antes de que mis ojos se acostumbren a la luz del sol filtrándose a través de las cortinas.

Santo Dios, la noche pasada fue alucinante. Tal vez no debí haber sido tan rudo y, de hecho, pensé en detenerme varias veces, pero Alexia pudo seguirme el ritmo, ella no dio marcha atrás y recordar lo que hicimos anoche me tiene vagando en el universo.

Mi mano se mueve hacia el lugar donde se supone, se debe encontrar Alexia, pero el espacio está vacío.

Abro los ojos de par en par, sentándome en la cama, buscándola por todos lados; aparto la sábana y me coloco el bóxer que yace tirado en el piso.

El papel doblado sobre el buró llama mi atención antes de que me dirija al cuarto de baño. Dejo salir un suspiro cuando veo mi nombre en la hoja.

Mierda. Había olvidado que Alexia todavía tiene que rendir algunos exámenes y después de ello, tendrá tres semanas libres... las misma que pasará cuidando de mi hija en casa de Lindsey.

Desperezándome, busco ropa en mi armario y después, me escabullo al cuarto de baño dispuesto a refrescar mi mente y mis pensamientos, porque todavía debo planear una manera de recuperar a Angie.

—Buenos días, señor Armstrong —saluda Emilia, tendiéndome la taza de café recién hecho.

—Buenos días —respondo, dando un sorbo al tibio líquido—. ¿Hay alguna novedad?

—¿Está preguntando si la señora Lindsey llamó? —inquiere, asiento con la cabeza—. La respuesta es no y me temo que no lo hará, señor.

Un suspiro escapa de entre mis labios y con los hombros caídos, me siento a la mesa e intento desayunar.

Para cuando llego a la oficina, el alma me cae a los pies al encontrarme con la presencia de Lindsey sentada en uno de los sillones de lana que hay en la estancia.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, dirigiéndome hacia dónde está.

—Necesitamos hablar —dice, mirándome fijamente.

Dejo escapar un suspiro y le hago una seña para que me acompañe a mi oficina; no era así cómo había planeado comenzar mi día, pero, si me trae noticias de mi hija, no me importa soportarla por unos minutos.

—¿De qué quieres hablar? —cuestiono, dejando mi maletín sobre el escritorio y quitándome el saco.

—Sólo tenemos una cosa en común por la cual vamos a seguir frecuentándonos por el resto de nuestras vidas —dice.

—Lindsey, ¿qué es lo que quieres?

—Necesito una lista sobre las comidas de Angelique —dice, cruzando sus piernas—. Además, también necesito que me hables sobre las cosas que debo hacer en el colegio, ya que, tú te anotaste cómo voluntario en varios eventos.

—Lo hice porque es necesario y también porque es una buena forma de demostrarle a Angie lo importante que es ser agradecido y ayudar a las personas.

Lindsey suelta un bufido y pone los ojos en blanco. —Cómo sea, lo que me interesa es comenzar a cumplir con todos esos compromisos que tú te hiciste cuando ella estaba a tu cargo.

—¿Por qué ahora quieres inmiscuirte en ello? —pregunto.

—Bueno, porque así lo ordenó el juez y no estoy dispuesta a darte un pretexto para que vayas corriendo a apelar su decisión. Voy a demostrar que soy una buena madre.

—Deberías rendirte —aconsejo—. No podrás durar ni siquiera un día intentando ser la mejor de las madres del mundo entero.

—¿Crees que no podré?

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora