Capítulo 40 | Felicidad

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Mi cara de aburrimiento y agotamiento debe ser cien por ciento visible para todo el mundo, porque las personas me miran como si me estuviesen saliendo dos brazos extras.

—¿Ya te cansaste? —pregunta mi padre, tendiéndome una botella de agua mientras se sienta a mi lado.

Dejo escapar un suspiro y asiento con la cabeza.

—Lo siento, aunque lo intenté, no pude evitar que tu madre se robara a tu novia.

—Creo que comprendo un poco la situación —murmuro.

—Debes hacerlo... Además, esto es algo que sólo las mujeres pueden hacer.

—Pero también es mi boda —le recuerdo.

—Sí, lo sé. Te diré algo, cuando me casé con tu madre, tu abuela me la arrebató por casi los dos meses de preparación para el gran día, tuve que valerme de ideas locas para verla en secreto.

—No tenía idea de eso —mascullo—. ¿De verdad crees que mamá llegue a ese extremo?

—Uhmmm, te sorprendería lo que las madres pueden hacer.

Una risa escapa de mí y miro a mi padre, quien también ríe lleno de felicidad y diversión.

—Gracias —le digo.

—¿Por qué?

—Por apoyar mi relación y mi matrimonio con Alexia, por un breve momento pensé que ustedes se opondrían.

—Eso jamás —exclama—. Nosotros queremos tu felicidad, hijo y por lo que he podido ver, esa chica es todo tu mundo, además, quiere a nuestra nieta, ¿por qué nos íbamos a negar a que te casaras con ella?

Me encojo de hombros y dejo escapar un suspiro, mi padre desvía la mirada a la tienda frente a nosotros y yo mismo intento no morir en la desesperación.

—¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? —cuestiona mi madre, mirándonos fija y severamente a mi padre y a mí.

—¿No es obvio? —pregunta papá, sonriendo—. Estamos esperándolas.

Mis ojos se desvían a Alexia, quien está en completo silencio, colgada del brazo de mi madre o más bien, parece cómo si estuviese pegada a ella en contra de su voluntad.

—Mamá, llevaré a Alexia a dar un paseo por la ciudad —digo, intentando tomar la mano de mi prometida.

Mi madre es mucho más rápida que yo y la aparta de mí en menos de un parpadeo.

—Aún no hemos terminado, así que, ustedes dos pueden irse a casa y dejarnos solas para continuar visitando otras tiendas de vestidos de novia.

—Cariño, ya basta —interfiere mi padre—. Déjalos solos, estás agobiando a la prometida de nuestro hijo y si continúas así, ella lo dejará antes del gran día.

Trato de reprimir una sonrisa al ver el rostro de mi madre y el de Alexia, pero sé que las palabras que ha dicho mi padre son para devolverme a mi colegiala y alejarlas de las garras de mi madre y su locura por la boda.

—Bien, recuerden llegar a tiempo para cenar —dice, dejando ir a Alexia.

Nos despedimos de mis padres y antes de que cualquier otra cosa más suceda, atraigo a Alexia y la envuelvo en mis brazos, rozando sus labios con los míos antes de reclamar su boca en un beso.

—Finalmente, vuelves a ser solo para mí —murmuro.

Sus mejillas se tiñen de rosa y esboza una sonrisa.

—Creí que mi madre no te quitaría las manos de encima...

—Está muy feliz y emocionada con la boda.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora