Capítulo 38 | Destino

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Subiendo al auto, me pongo en marcha; todavía no sé qué es lo que Lindsey quiera de mí o por qué está citándome en el tribunal.

Dejar a Alexia sola en el hospital no me hizo para nada feliz, pero tampoco puedo negarme a ver a Lindsey.

Mezclándome con el tráfico de la mañana, vuelvo a repetirme que todo estará bien, que Alexia despertará pronto y que no voy a volver a ser un cobarde de mierda... no voy a volver a dejarla.

Todavía me sigo culpando por lo sucedido, aunque todos digan que no es así; ver a la chica que le da luz a mi vida, postrada en una cama de hospital está aniquilando mi alma poco a poco y si todavía no navego en la locura es gracias a mi hija y a los recuerdos de los momentos felices que pasé con ella.

La desgracia nos alcanzó a ambos y, si debo ser honesto, gran parte de la culpa recae sobre mis hombros, porque no pude ser el hombre que ella necesitaba, no pude reunir el valor y el coraje suficiente para enfrentarme a toda la mierda que Lindsey me estaba causando y la dejé atrás.

Estaciono en un espacio vacío y, respirando hondo, salgo del auto para dirigirme a lo que sea que esté planeando mi ex esposa.

—Maximilian —llama una voz femenina, haciendo que me detenga abruptamente.

La gente yendo y viniendo, el bullicio y todo a mi alrededor, comienza a tambalearse y me pregunto si es que estará temblando o si soy yo quién está perdiendo el conocimiento.

Una vez más, respiro hondo y dejo salir el aire lentamente, apoyándome contra la pared.

—¿Estás bien? —pregunta Lindsey, acercándose a mí y mirándome con preocupación.

—Sí —exhalo.

—Lo siento, no debí haberte pedido que vinieras, pero es que...

—Estoy bien —afirmo.

—Parece que no... tal vez es porque has pasado casi un mes y medio durmiendo en un hospital.

Mis ojos se mueven a ella y parpadeo desconcertado.

—¿Cómo sabes que...

—Es por eso que pedí verte aquí —interrumpe—. Maximilian, he recibido un paquete algo extraño y, desde hace ya un mes he estado balanceándome en la indecisión de entregártelo o seguirlo guardando.

—No entiendo de qué hablas.

Lindsey deja escapar un suspiro y de su bolso, saca un sobre amarillo, sin dejar de mirarme fijamente, me lo entrega.

—Si estás de acuerdo, voy a devolverte todo —dice, sin apartar sus ojos de los míos—. No voy a seguir peleando por la custodia de Angelique, sé que nuestra hija estará mejor contigo.

—¿Por qué estás diciéndome esto?

—Debí haberte devuelto todo hace tiempo, pero tú estabas... estás balanceándote en la cuerda floja y yo no quería añadir más cosas a tu mente.

—Lindsey...

—Lamento mucho que ella y tú hayan perdido al bebé... de verdad, lo lamento muchísimo.

—¿Cómo es que sabes eso?

—Revisa el contenido del sobre —pide.

Un poco renuente, abro el sobre y mis ojos se abren de par en par al ver las fotografías.

Las imágenes son claras en todos los aspectos y, es más que obvio que la chica en mis brazos es Alexia. La nota que viene junto con las fotografías es en parte, un incentivo para que Lindsey pudiera quitarme de por vida a Angie.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora