Prólogo

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—¿A dónde pequeña? —escuché decir al hombre que se encontraba recostado contra la pared del callejón.

Lo ignoré y continué mi camino, mi hermano Scott no había podido ir por mí a casa de Bonnie, mi mejor amiga, ya que tenía una reunión importante con el equipo de fútbol.

Sentí la presencia de varios pasos detrás de mí, intenté tranquilizarme y seguir caminando, lo único malo de vivir en Garden Fall eran las calles solitarias al caer la noche, ya que todos los habitantes se encontraban en sus casas descansando, viendo televisión o cenando.

—Pequeña, uy... te ves demasiado apetitosa... —ahora ya no era un solo sujeto, ahora se le habían unido tres más.

Supe, en cuanto me rodearon, que estaba en peligro, las alarmas en mi cabeza se activaron. Solté la mochila y corrí lo más rápido que mis pies pudiesen llevarme, llegué hasta el callejón que separaba la carnicería de los Ulrich de la tienda de comestibles de los Roland. Me escondí detrás del contenedor de basura y traté de hacerme lo más pequeña posible.

Los cuatro sujetos, llegaron hasta el callejón, me cubrí la boca con la mano.

—Búsquenla —ordenó el de camisa negra—. No pudo desaparecer, así como así.

Los otros caminaron por todo el lugar, cuando estuvieron lo suficientemente cerca de dónde estaba, me cubrí con las cajas de cartón que habían allí.

—Vámonos —gritó uno de ellos—. La atraparemos luego.

En cuanto estuve lo suficientemente segura de que se habían ido, salí de mi escondite y caminé lentamente hasta la salida del callejón.

No tuve el tiempo para darme cuenta que alguien había salido de la nada, detrás de mí, no hasta que sentí su pesada mano cubrir mi boca y su aliento en mi oído.

—Eres una niñita traviesa —susurró. Le pisé pie con el mío y corrí, no logré llegar muy lejos ya que me estampé contra el cuerpo de alguien frente a mí.

—¿Tratando de escapar preciosa? —dijo.

Los otros sujetos aparecieron también, me amordazaron y amarraron de pies y manos y me subieron a una camioneta. El letrero de neón de la pastelería de la señora Viper fue lo último que vi antes de que me golpearan y perdiera el conocimiento. Desperté en una bodega, completamente desnuda y esposada a un tubo de hierro, unas cadenas mantenían mis pies atados para que no pudiera escapar. El colchón en el que estaba era asqueroso, estaba cubierto de tierra y apestaba.

La puerta chirrió e inmediatamente levanté mi cabeza, que era lo único que podía mover. Un hombre apareció en el umbral, quería cubrirme, quería tapar mi cuerpo con algo, no quería que me viera desnuda.

—Qué bueno que ya despertaste princesita —dijo acercándose a mí, sentí su mano atrapar mi tobillo y deslizarla por mi pierna hasta llegar a mi muslo desnudo.

Apreté más mis piernas, temblando y con el miedo apoderándose de cada una de mis terminaciones.

El sujeto se relamió los labios y llevó uno de sus dedos a su boca, luego me tomó de la cara, apretó mis mejillas y metió su dedo en mi boca.

El asco surcó por mi garganta y apreté su dedo entre mis dientes, él gritó de dolor, apretó mucho más fuerte mis mejillas hasta que liberé su dedo. Me miró con odio y me abofeteó. Tan duro que sentí el sabor de la sangre que brotó de mi labio.

La puerta volvió a abrirse y otro sujeto entró dando pasos lentos, con una sonrisa de autosuficiencia en sus labios. Reconocí su rostro, reconocí sus ojos. Las lágrimas surcaron de mis ojos al darme cuenta de quién se trataba.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora