Capítulo 33 | Resignar

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No. Esto no puede estar pasando, tiene que ser un sueño... Debo estar soñando, pero, por más que me repito esas palabras, no logro hacerlas realidad.

—Aiden, tienes qué hacer algo... haz algo —suplico, mirando y moviendo el hombro de mi abogado y amigo.

Mis ojos vuelan al estrado, directamente al juez, quien mantiene la vista fija en todos los presentes.

—La decisión es irrevocable, señores. Por las pruebas presentadas durante todo el juicio por la custodia de la niña Angelique Armstrong, he decidido que...

Las manos me tiemblan... todo mi cuerpo está temblando, pero, por la mirada que me lanza el juez Ferragni, sé que mi vida acaba de joderse a lo grande.

—Por el bienestar de la niña, otorgo la custodia completa a la señora Lindsey Spencer; a partir de este momento, la señora puede hacer valer sus derechos cómo madre y tutora legal de la niña —dice—. Bien señores, podemos marcharnos —se despide, haciendo sonar su mallete.

Inmediatamente, la sangre comienza a hervir en mi torrente sanguíneo y me pongo de pie, dispuesto a enfrentar a Lindsey.

—¡No! —grito, mirándola fijamente—. No vas a llevarte a mi hija, voy a apelar la decisión del juez.

—Haz lo que quieras —espeta, encogiéndose de hombros—. Te dije que iba a mostrar esas fotografías y lo hice, así que, si quieres seguir peleando conmigo, te advierto que todavía tengo las otras fotos donde estás más al descubierto con tu amante.

—Por favor, Lindsey... tú no quieres a nuestra hija contigo, sólo haces esto para herirme, para lastimarme.

—Te advertí muchas veces que si no dejabas a esa estúpida, ibas a arrepentirte... así que, más vale que hagas las maletas de nuestra hija, porque iré por ella esta misma tarde —con esas palabras, da la media vuelta y se marcha.

Intento seguirla para suplicarle que no haga algo tan ruin cómo esto, pero Aiden me detiene.

—Deja de humillarte —dice, mirándome fijamente—. No vas a conseguir nada, Maximilian.

—Debiste haber hecho algo más —espeto, empujándolo.

—Lo hice, pero también te dije muchas veces que haberte enredado con la niñera iba a traerte muchos problemas y no me escuchaste.

—Terminé mi relación con Alexia —digo, derramando las lágrimas que intentaba retener.

—Ahora... lo tenías que haber hecho desde mucho tiempo atrás, sólo por un pequeño periodo, pero no me hiciste caso.

—Podemos apelar.

—No serviría de mucho —responde—. Lindsey tiene en su poder otras fotos que terminarían por arruinarte por completo.

—Debemos hacer algo.

—Ya no hay nada que podamos hacer, Max.

Siento que el pecho se me contrae y que mi corazón está a punto de dar el último de sus latidos, porque la vida sin mi hija no tiene ningún sentido para mí.

Con las inmensas ganas de vomitar, abandono el recinto y me dirijo a mi auto, sintiendo que podría morir en cualquier momento.

Dos horas más tarde, parpadeo furiosamente para no llorar como un jodido bebé abandonado en la calle y me cuesta muchísimo, terminar de empacar las cosas de Angie.

—¿A dónde iremos, papi? —pregunta, jugando con su hámster.

Termino de cerrar la maleta y la pongo en el piso para poder sentarme en la cama y tratar de explicarle las cosas.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora