Capítulo 25 | Frágil

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Un gemido escapa de ella cuando mi mano acaricia su sexo por encima de sus bragas.

Oh Dios, Maximilian —gimotea.

Tal vez sea el hecho de que Alexia encaja perfectamente entre mis brazos, pero cada vez más, me encuentro perdido en el verde de sus ojos, en la suavidad de su piel y en su inocente suplica.

Ella es más de lo que merezco, eso lo sé; pero por nada en el mundo voy a renunciar al hermoso regalo que me ha dado la vida y la felicidad que esta chica ha traído a mi mundo gris.

Hago mi camino, bajando por su cuerpo, depositando besos en su piel y finalmente, chupo un pezón antes de descender por completo y ocultar mi cara entre sus piernas abiertas.

Aparto la tela de sus bragas y doy una lamida a su dulce sexo; Alexia sacude las caderas fuera de la cama al mismo tiempo que enreda su mano en mi cabello.

—Maximilian —mi nombre parece haberse convertido en una clase de mantra, pero no puedo quejarme al respecto.

Deslizo un dedo en la cavidad húmeda de su sexo y ella deja escapar un grito de placer, retorciéndose aún más.

Con determinación, engancho mis dedos en el elástico de sus bragas y las deslizo por sus piernas, dejándola expuesta para mí; separo sus piernas y vuelvo a colocarme en medio de ellas, continuando con mi escrutinio.

El orgasmo la golpea incesantemente y a duras penas, logro apartarme de ella para colocarme sobre su cuerpo.

—¿Lista? —pregunto, mirándola fijamente.

Parpadeando, todavía inmersa en el placer que acabo de proporcionarle, me mira y asiente.

No le doy tiempo a nada más, me inclino hacia abajo, tomando su boca en un beso, dejándola saborear su coño; tomo sus manos entre las mías y las coloco en mi dura erección. Sus jugos están cubriendo mi barba incipiente, y su olor me está volviendo loco. Su cálida lengua se enreda con la mía, mientras su mano se mueve entre nosotros, siento su agarre en la base de mi miembro para luego, moverla a su apertura.

—Guíame —digo, sin apartar mis ojos de los suyos—. Llévame a casa, Alexia.

Exhalando y tragando sus nervios, ella separa sus piernas un poco más y poco a poco, me lleva dentro de su apretado sexo; toma todo de mí el no hundirme hasta la empuñadura de una sola vez. Sin embargo, dejo que sea ella quien tome el control esta noche.

Sus paredes se cierran a mí alrededor y sonrío porque, a pesar de las veces que hemos estado juntos, ella todavía se siente apretada.

Una vez que estoy dentro, la observo morderse el labio inferior y cerrar los ojos con fuerza cuando me empujo por completo.

Mi boca reclama la suya al mismo tiempo que comienzo a moverme dentro de su sexo... Entrando y saliendo, tomándome el tiempo para conectarnos mutuamente; le hago el amor de la forma más dulce que puedo encontrar.

Ella enreda sus piernas alrededor de mi cintura, encontrándose conmigo en cada embestida, gritando y gimiendo mi nombre sin parar.

Esto es lo que somos. Así es como quiero pasar el resto de mis días; quiero sentirme de esta manera.

Con alevosía, masajeo sus pechos y me llevo su pezón al interior de mi boca; chupando, mordisqueando y lamiéndolo al mismo tiempo que intensifico mis movimientos.

—Alexia —gimo, derramándome en su interior, segundos después de que ella llega al orgasmo.

Agotado, salgo de ella y colapso a su lado; ella da la media vuelta y cruza su pierna sobre las mías, acomodándose a mi costado, completamente dormida.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora