Capítulo 12 | Alucinante

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No puedo dejar de sentirme como un león enjaulado. Mordiéndome las uñas en la espera de que la hora termine para ir corriendo directamente a la oficina y ver a Maximilian.

Los días se me hacen tan cortos desde que comenzamos con esto a lo que todavía no logro ponerle un nombre.

En cuanto la hora termina, tomo mis cosas y las guardo en mi bolso a la velocidad de la luz, anteriormente, no me hubiese molestado tomarme mi tiempo y ser la última en abandonar el salón de clases, pero desde que el señor Armstrong... Maximilian, me corrijo, comenzamos esto a lo que no le hemos puesto un nombre, me siento ansiosa y desesperada por salir a toda prisa del salón, incluso de la universidad entera.

—Alexia, espera... necesito hablar contigo —me detengo ante las palabras del profesor Morton.

El resto de la clase sale del aula, dejándome completamente a solas con el profesor; mi estómago se contrae y un sabor amargo se apodera de mis papilas gustativas.

—He revisado tu ensayo —dice, tomando la carpeta beige del cajón de su escritorio—. No es lo que esperaba de ti, pensé que sería un escrito con mucho valor, pero parece que lo copiaste de una página de internet.

—No... no es así —digo, presa del pánico—. Yo... yo lo escribí, no lo copié de ninguna página de internet.

El profesor se pone de pie, mirándome fijamente, haciéndome estremecer ante el brillo lujurioso de sus ojos.

—Alexia, eres una alumna sobresaliente, la mejor en mi clase y sé que también en las demás, sobre todo porque eres la favorita de los profesores.

Siento que me tiemblan las piernas, mis ojos ubican la salida y me debato internamente entre salir corriendo o despedirme formal y amablemente del profesor Morton.

Puede que el hombre le parezca sexy a todo el cuerpo estudiantil femenino, pero no a mí, yo solo tengo ojos para un hombre en especial y ese llena todas mis expectativas, invade toda mi mente y no deja espacio para nadie más, además de que, él es tan condenadamente más sexy y ardiente que el hombre frente a mí; nadie puede compararse a Maximilian Armstrong, con todo su gran cuerpo, con su metro ochenta y tres, sus increíbles ojos azul grisáceo, su mirada cálida, llamativa y tierna al mismo tiempo y esa personalidad única.

Él es todo lo que una mujer busca en un hombre.

—Podríamos discutir tu nota final esta tarde en mi casa —dice, lo suficientemente cerca como para decir que está invadiendo mi espacio personal.

Con la piel de gallina, me apartó de él un poco. —No... no tengo tiempo, debo ir a mi trabajo.

—Oh, dulce Alexia, yo podría darte todo lo que necesitas, no tendrías que trabajar jamás —dice, deslizando sus dedos en mi cabello.

—Tengo... yo... debo, yo... irme —tartamudeo, presa del pánico.

—Vamos Alexia, solo dame una oportunidad, te aseguro que no vas a arrepentirte.

Me apartó de él e intento caminar a la salida, pero el profesor Morton no me lo permite.

—Por favor... —sollozo, parpadeando para retener mis lágrimas.

Él sujeta mi brazo y tira de mí, pegándome contra su cuerpo, el pánico me recorre de pies a cabeza, estrujándome el estómago, dejando un mal sabor en mi boca, y mi mente se llena de imágenes sobre mi pasado, ese que he intentado borrar y enterrar en lo más profundo de mi cerebro.

Pero, así como esas imágenes aparecen, también lo hace el rostro de mi jefe, la sonrisa de Maximilian se cuela en mis pensamientos y el brillo de sus ojos me da el valor para empujar al profesor lejos de mí y correr a la salida del aula, y no dejo de correr hasta que llego al parque y el edificio se alza delante de mí.

La Miel De Tus Labios© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora