3. Mademoiselle Lacroix

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11 de mayo de 2019

¿Se disculpará? ¿O qué hará a continuación? Son algunas preguntas que rondan por mi cabeza ahora mismo, pero también el cómo empezó todo. No es que yo vaya fastidiando a las personas que andan por la galería viendo mis obras, pero esta chica me había dado tanta curiosidad que no me pude resistir hacerle esa pregunta. He conocido a muchos expertos en arte que lucen muy serios cuando examinan al detalle las pinturas. Pero también sé de las personas que miran las obras y no comprenden el esfuerzo que cuesta pintarlas. Así que fue un 50-50 el haberle preguntado a Gianna el porqué de su mirada tan seria.

- ¡Qué sorpresa! -exclama casi al instante, pero sin inmutarse- Igual sigo firme en mi idea de que un niño de 5 años puede dibujar algo mejor que tu cuadro, Mika.

- ¡Respuesta correcta! Bueno, no tanto lo del niño que puede llegar a ser discutible -atajo con una risita-.

- ¿Entonces?

- Me refiero a que sigas firme en tu idea inicial. En estos tiempos, la gente prefiere caerle bien a todo el mundo así ello implique ir contra sus ideales.

- Pero si me sigues cayendo bien -exclama Gianna con una linda sonrisa me tiene cautiva desde hace un buen rato-. Solo que no comprendo qué de especial tienen unos cuantos trazos inconexos, pero que valen miles de dólares.

- Te develaré el secreto del universo, pero antes muero de hambre. ¿Me acompañas a la cafetería?

- Claro, solo dame un minuto para avisarle a mi papá.

¡Vaya! Creo que mis ojos se equivocaron con la edad de Gianna. Asumí que debía estar en sus veintipocos, pero quizá solo es una adolescente. Su mirada desafiante hacia la vida, el porte firme que siempre mantiene -incluso al reír- y lo guapa y sofisticada que luce con su corto cabello de un castaño oscuro que le llega apenas hasta tocarle los hombros. Pero claro, siempre hay detalles que te diferencian de lo demás, y uno de ellos que me deja sin palabras es verla usar el celular de manera tan disimulada que nadie lo notaría.

- ¿Cómo puedes...? -susurro sin articular mi idea por completo-.

- ¿Qué cosa? Ahh... Con mucha práctica y el tener que estar en lugares donde está mal visto utilizar los celulares -explica sin detenerse en escribir en su celular que lo tiene detrás de su espalda, pero marcando las teclas con una destreza que sorprende-. Listo. ¿Subimos?

Que extraña manera de terminar mi día será tomar un batido y comer un sándwich acompañada de una desconocida. No recuerdo la última que he hecho algo así. O quizá jamás lo hice. Dejando de la lado mis días cuando me perdía a mí misma en alguna psicodélica discoteca en Ámsterdam, donde lo único que importaba era no dejar pasar la oportunidad de aprovechar una línea de manzanita que algún desconocido dentro del grupo se disponía a armar sobre la mesa.

- En serio, ¿ni por un segundo sospechaste que yo podía ser la talentosa Mademoiselle Lacroix? -le pregunto con picardía cuando salimos del ascensor-.

- Hasta ahora no me lo creo -exclama con esa deliciosa voz de tonitos graves-. En tu acento no encuentro ni una pizca del francés. Porque eres francesa, ¿no?

- Sí, francesita como la Torre Eiffel y París. Sin embargo, soy una mujer de mundo que habita en un alma libre.

- ¿Y eso quiere decir que...?

- He vivido en muchos países toda mi vida. Mi inglés es casi neutro y me ayuda a mimetizarme entre las personas cuando es necesario.

Gianna estuvo a punto de hacerme la pregunta "¿A qué refieres con necesario", sin embargo, me adelanté y le pregunté qué iba a ordenar. Así que pasamos un par de minutos conversando sobre las delicias saladitas que ofrece la gastronomía francesa. Al parecer, a la señorita de lindos ojos marrones oscuros no le agrada comer postres. ¿Quizá porque endulzarían su vida? Gianna es tan ambivalente con su mirada seria y la personalidad tan efusiva que desprende que me tiene atrapada. Hasta ahora no sé qué hago perdiendo el tiempo en este anochecer con ella, riéndome de las cosas que piensa sobre los aburridos museos de arte. ¡Por supuesto! Debería sentirme ofendida de sus críticas -obvio que sin fundamento sobre el arte-, pero me resulta extrañamente divertido.

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