5. Regla #2

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Regla #2: Nunca sigas a tus celos... son los peores consejeros

1 de enero de 2020

El desayuno con los padres de Leo sucedió de lo más normal. Es decir, en el sentido de que no sospechasen que "algo" pudo haber sucedido entre su hija y yo durante toda la noche. Después de todo, soy casi parte de la familia Kyle luego de tantísimos años de conocernos. Además, jamás he sido mala influencia para Leonor y si añadimos que ambas somos de las mejores alumnas en la escuela es imposible que alguien desapruebe nuestra amistad.

Si no fuese por el hecho de que estamos en invierno, lo más seguro es que disfrutaríamos de este primer día del 2020 nadando en la piscina de la mansión de Leo. En cambio, estamos cantando las canciones de Dua Lipa y Camila Cabello recostadas en la cama comiendo unos exóticos y costosos chocolates rusos que la señora Ivanova le regaló a Leo por Navidad.

- ¿Sabes lo único que falta para la combinación perfecta? -preguntó mi amiga-.

- Se me ocurren varias cosas -bromeo-. Ilumíname.

- Un buen trago de vodka. Iría perfecto con los chocolates.

- Y de paso tu mamá nos crucificaría -señalo intercambiando una sonrisa con ella-.

- Ahh mi mami... Ella siempre tan dulce -suspira-. Ahora que recuerdo, ¿seguirás sin beber durante tus vacaciones en Brasil? Sería un pecado si no pruebas las delicias de licores que tienen los brasileños.

- ¡Obvio que no! -río- Muero por explorar nuevos sabores. Además, mientras mi papá se entretiene con su novia, yo estaré visitando los mejores bares de Río.

- Supongo que no te costará mucho el conseguir compañía. Una guapa estadounidense con acento anglosajón en el lejano Brasil. Simplemente: irresistible.

Los siguientes primeros días del año pasaron muy rápidos y ya era 5 de enero cuando menos lo pensé. Leonor había sacrificado su eterno horario de sueño al despertarse muy tempranito y venir a las seis de la mañana al aeropuerto internacional de Londres para despedirme. ¿Quién más haría eso? ¡Solo tu mejor amiga en todo este universo! Incluso, la vez que acompañé a mi papá a Bulgaria -donde él tenía que jugar un partido por la Champions League- me dio apendicitis, y Leo no dudó ni un instante en dejar todo lo que estaba haciendo en Londres. Se quedó a mi lado hasta el postoperatorio, tanto así que se mudó a mi casa durante un par de semanas.

No tengo duda alguna de que somos más que amigas. Y eso provoca que me duela muchísimo el guardarle el secreto de que cada día me enamoro un poquito más de Mika. ¿Qué pensaría Leonor si se lo digo? ¡Cómo diablos puedo estar interesada en la novia de mi papá! Mi corazón debió habérselo prohibido a sí mismo desde el primer día. Sin embargo, ha sucedido todo lo contrario en los últimos meses y más aún en estos primeros días del año.

Hasta he llegado a creer que aparecerse por la cocina vistiendo solo un suéter que le cubría apenas la mitad de los muslos lo hacía a propósito. Pensamiento estúpido dado que Mika jamás se interesaría en mí por el simple hecho de que soy mujer. Sé su pensamiento sobre aquello, pero mi tonto corazón sigue soñando con sus ojos esmeraldas y cabellos rubios. Puedo haberme puesto en el plan de "hija caprichosa" y decirle a mi papá que me ofende el hecho de que Mika se esté quedando a dormir en la casa. Sin embargo, no soy ninguna egoísta. Jamás había visto tan contento a mi papá desde que conoció a Mika y no pienso ser quien arruine esa felicidad que se tienen ambos. La solución más factible es el por fin dar mi salto de independencia e irme a vivir a un piso propio como el resto de los ingleses de mi edad. Solo estoy esperando que sea otoño para empezar con la universidad y tener la excusa perfecta de pedir como regalo un departamento en el centro de la ciudad.

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