13.5 Kimmy Wexler

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24 de diciembre de 2020

* Zapatos Thyra de tacón diseñado por Jimmy Choo: 2450 libras

* Pantalones negros con franjas de santén diseñado por Tom Ford: 2002 libras

* Blusa de jersey de algodón diseñado por Jil Sander: 500 libras

* Blazer con doble botonadura diseñado por la firma Saint Laurent: 2215 libras

Poco más de siete mil libras esterlinas llevo encima solo para esta entrevista de trabajo. ¿Lo vale? Si consigo el puesto que quiero, claro que valdrá cada libra que me he gastado en demostrar que estoy a la altura de quien sea. No vengo a pedir las sobras que reciben los estudiantes recién graduados o que están por terminar su maestría. No, yo quiero el premio mayor. A las malas aprendí que en este mundo hay lobos y ovejas. Solo tienes que decidir de qué lado estar.

La camioneta se detiene en la entrada del enorme edificio empresarial de Barclays PLC. El segundo banco más grande de Reino Unido, pero el primero si descuentas a HSBC del podio por sus múltiples negocios sucios que son de opinión pública. 

- Wow -susurro al bajar del auto cuando el conductor me abre la puerta y quedarme maravillada por el monstruo arquitectónico que resplandece gracias al metal y vidrio por el que está compuesto en su totalidad-.

Muchas veces había pasado por delante del banco cuando iba de camino a algún almuerzo o cena, pero esta es la primera vez que me detengo a admirar mi futuro lugar de trabajo. Un respiro y me encamino hacia las puertas de vidrio que son atravesadas por hombres de traje y corbata, así como de mujeres enfundadas en vestidos de sastre. Vaya moda de llevar un maletín siempre en la mano derecha. Tendré que romper con esa tendencia cuando me den el puesto que anhelo.

Lo "lógico" sería acercarme a uno de los guardias de seguridad para preguntarle dónde debo de presentarme para la entrevista. Luego, este -con mucha amabilidad- me llevaría hasta la recepción.

Pérdida de tiempo.

En un par de zancadas ya estoy en uno de los lugares libres del mostrador donde una chica de cabellos castaños no aparta su mirada de la pantalla de su laptop mientras habla a través de un elegante audífono bluetooth. Odio decir el "disculpe" para llamar la atención, pero me ahorro esa desagradable frase cuando la recepcionista me dedica una sonrisita de "espérame un segundo, por favor". 

La chica habla tan rápido que no logro entender nada de lo que dice. Bueno, también ayuda a que es inglés británico... tan distinto a mi inglés americano. 

- Perdóneme por hacerla esperar. Bienvenida a Barclays, ¿qué podemos hacer por usted?

- Buenos días, igualmente. Vengo por una cita con la CEO Mila Ivanova -pronuncio de manera inexpresiva. El efecto es inmediato y hasta la hace dudar a la recepcioncita-. 

- Disculpe, señorita. Pero la CEO Ivanova tiene su agenda ocupada hasta... deme un minuto. A partir de fines de marzo se aceptarán citas por orden de prioridad.

- Vaya... ¿Tres meses de espera?

- Sí, la señora Ivanova como presidenta ejecutiva es una persona muy ocupada. Y más aún ahora que estamos en cierre de año, todo se vuelve una locura en Barclays. 

Basta de jugar con esta tipa. Llegó la hora de robarle las palabras.

- Creo que me expresé mal -atajo con una soberbia sonrisa-. Vengo a ver a la CEO Ivanova porque tengo una cita programada con ella.

La chica de melena castaña pestañea varias veces sin poder creérselo del todo. Sin embargo, mi lujoso atuendo hecho a medida es suficiente para que deslice su mirada hacia su pantalla y empiece a teclear.

- Me podría brindar una identificación, señorita.

- Por supuesto. ¿Bastaría con mi ID de la universidad o es necesario mi pasaporte?

- De preferencia con el pasaporte. Tenemos una política muy estricta de seguridad y más aún a fines de año.

- Aquí tiene.

Le entrego mi pasaporte con firmeza, pero una vez que mis dedos dejan de tocar la suave superficie de ese pequeño librito vuelven los temores del pasado. La electricidad en el aire se traslada a mi piel y la electrifica. Cada segundo que pasa es una tortura. ¿Por qué se tarda tanto? ¡Solo tiene que comparar mi nombre con el de la cita y ya está! Mis ojos recorren cada expresión que hace la recepcionista como si yo fuse un lobo planeando un ataque. Sin embargo, lo que estoy haciendo es anticiparme a tener que salir corriendo de este lugar. El único inconveniente es que mis pies no responden, se niegan a hacerlo.

Los ojos azules de la chica se oscurecen, una fina gota de sudor brota de su sien y el corazón se me salta. Un segundo después, ella me lanza una falsa sonrisa y se inclina un poco hacia la izquierda para que no pueda verla hablar por su audífono. ¿Está llamando a la policía? No recuerdo cuánto dinero tengo en efectivo ni cuánto me cobrarían por desaparecer otra vez del mapa. Supongo que por ser la segunda vez, el precio será más elevado. ¿La Interpol ya estará en mi suite? Dilo, maldita sea, di que ya descubriste que soy Kimmy Wexler. 

- Lo siento, señorita Rozh... Rozhdestvens... kaya. No debí hacerla esperar tanto. Estuve tipeando mal el número de su pasaporte. Allí viene mi compañera, ella la guiará a la oficina de la señora Ivanova. Tomarán el ascensor de los ejecutivos para que no haya ningún contratiempo. Que tenga un buen día.

- No se preocupe. Muchas gracias -exhalo con muchísimo alivio-. Suerte con el cierre del año.

Casi cinco años siendo Tatiana Rozhdestvenskaya, pero aún sigo con la misma fobia de ser descubierta aunque las posibilidades sean casi inexistentes.

- Es curioso -la oigo decir mientras guardo con todo cuidado el pasaporte en mi cartera-.

- ¿Qué cosa exactamente?

- Usted es rusa, pero no suena como una de ellas. Lo menciona porque tenemos muchos clientes rusos.

- Siempre me lo dicen. Pareciera que lo único ruso que poseo es el apellido -lo digo con una risita que ella comparte-. Es el costo de haber crecido en internados por toda Europa. Apuesto a que la CEO Ivanova me dirá lo mismo. Mejor me apresuro.

Bueno, si una recepcionista se dio cuenta,  Mila Ivanova no será la excepción. Entonces, plan B.


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