14.5 Asesinato en Filadelfia

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24 de diciembre de 2020

- Buenos días -saludo con la voz fría en medio de una sonrisa a la chica que aparece cuando el ascensor se abre-.

- Buenos días, señorita... Wexler.

Mi sonrisa se parte en dos al creer haber oído mi apellido. Por un segundo dudo en entrar a la cabina de vidrio, pero forzando otra sonrisa lo termino haciendo y me coloco al lado de la asistente que parece avergonzada por mi reacción.

- Discúlpeme. No quise causar molestias al pronunciar de manera incorrecta su apellido. Es un poco complicado.

- Oh, descuide. Mi expresión fue de sorpresa ya que pronunció a la perfección Rozhdestvenskaya.

Atajo a decir una vez que las puertas metálicas se cierran frente a mis ojos. Vaya que la escenita del pasaporte me ha afectado más de lo debido. Mi imaginación sigue en alerta y eso no es bueno para una entrevista de trabajo con la prestigiosa Mila Ivanova. Solo debo de relajarme. Respirar como cualquier persona y no estar aguantando la respiración luego de cada exhalación. Lo único bueno es que el ascensor no se traslada de manera rápida, con paciencia los números los veo iluminándose uno a uno en el panel digital. Eso me da tiempo para calmar a mi odiosa ansiedad por ser descubierta luego de tantos años como Tatiana Rozhdestvenskaya.

Me tomo un segundo en analizar de reojo a la chica que permanece en silencio y con la postura firme. Al igual que la joven de la recepción, esta viste un elegante traje, pero no negro sino de un impecable azul marino donde resaltan un par de botones dorados que cierran a la entallada chaqueta. El hecho de que lleve su rubio cabello muy cortito me resulta muy excitante y despierta a mi curiosidad. Además, así olvidaré muy rápido el terror causado por el pasaporte.

- Disculpe, por pura curiosidad, ¿todos los trabajadores en Barclays deben de portar un audífono Bluetooth? -exclamo echándole una mirada cuando pasamos por el noveno piso-. Lo menciono porque en la recepción también vi que lo usan.

¡Obvio! Iniciar una conversación con una desconocida tocando el tema del clima ya está muy pasado de moda.

- Bueno, señorita Rozhd...

- Tatiana. Está bien si me llamas por mi nombre. Claro, si me permites hablarte de tú -me apresuro a decir con una coqueta sonrisa. La cual no es rechazada por ella-. Sé que los ingleses aman la etiqueta social, pero estoy dispuesta a romperla.

- Claro, claro... -murmura en medio de un ligero sonrojo que logro notar en sus mejillas donde se forman un par de hoyuelos al sonreír-. Mi nombre es Jillian. Y sobre lo que me preguntabas, Tatiana, es política de Barclays el no usar celulares en horario de trabajo. Es por esa razón que siempre verás a la gran mayoría de trabajadores portando un audífono y un smartwatch como el mío. Según el departamento de marketing se trata de un tema de imagen no mostrarse distraída con el celular.

- Vaya, qué interesante. Ahora que lo mencionas, sí tiene mucho sentido.

Vamos, Jillian. Te mueres por formularme esa pregunta que bailotea en la punta de tu lengua. No me hagas esperar.

- Sí, ya casi llegamos...

Exclama al aire, pero al instante caigo en la idea de que está hablándole al audífono. Mi mirada de pregunta es respondida por la sonrisa que me regala.

- Haremos una parada en el piso número veinticinco para recoger tu pase de seguridad.

- Sabía que me olvidaba de algo cuando -suelto de manera teatral-. Debí haber pedido el pase de visitante en la recepción.

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