19. Flashpoint

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16 de diciembre de 2020

Conozco lo suficiente a Gianna para intuir que pronto explotaría por más que yo intentase calmarla. No todos los días te ves frente a frente con la mujer que te tuvo nueve meses y luego te dejó a tu suerte. Sé que Gianna me debe estar detestando por tratar "tan bien" a su madre. Pero, ¿acaso tengo derecho a odiarla? Quizá sí. Quizá no.

Quien sea pensaría que me estoy tomando las cosas con mucha calma. Sin embargo, haber llegado de manera sorpresiva a Londres no fue por casualidad. Dylan contaba con la posibilidad de que la mamá de Gianna llegase estos días. No hay que ser adivino ni muy inteligente para deducirlo. Más temprano que tarde, el gobierno británico volverá a cerrarle las puertas a todos los extranjeros. Era cuestión de tiempo para que Marina apareciese en la puerta de la casa.

La sorpresa me la lleve ayer cuando Dylan me llamó desesperado para suplicarme que viniese a Londres lo antes posible por si Marina se adelantaba. ¿Marina? ¿Quién es ella? Fueron mis primeras preguntas que brotaron en automático. Prometió que me lo explicaría todo cuando volviese de Rusia, pero creo que ya no es tan necesario. Me bastó oír en su voz ese tonito de esperanzas de que Gianna se amiste con Marina para entender que lo que más desea Dylan es volver a tener una familia.

Yo sobro.

La charla de ayer fue una liberación para mi corazón. Quizá no en su totalidad, pero sí he avanzado bastante eliminado la culpa de estar engañando hasta mi ahora novio. No soy la única que ha estado mintiendo todo este tiempo con total descaro y alevosía. Ahora entiendo por qué tanta insistencia de Dylan para que mudase definitivamente a la casa, el sinfín de indirectas de casarnos y esa quimérica idea de tener un bebé. Obviamente son cosas que no se las he dicho a Gianna. Es la única manera de que mantener estable a sus emociones en esta montaña rusa de cosas que hemos estado pasando juntas los últimos meses.

Dylan ha querido convencerse de que soy la mejor opción para formar una familia. ¿La razón? Hace mucho tiempo ha tenido contacto con Marina y yo no lo sabía. Supongo que Gianna ha captado mi atención más que su papá. De otra forma, me hubiese dado cuenta de que Dylan ya no me amaba como el primer día. ¡Claro! Eso tampoco me exculpa de querer ser la novia de su hija. Pero puede que ese detalle nos ayude a ambas para el momento en que le digamos que somos novias.

Me pregunto qué hubiese sucedido si entre ayer y hoy no lograba terminar con las valorizaciones a las piezas arqueológicas para la subasta en Roma. Mejor ni hago hipótesis o mi cuerpo se llenará de escalofríos. Gianna es demasiado impulsiva cuando los sentimientos dominan a su cuerpo. Puede volverse en fénix con el poder de un millón de soles estallando en su interior así como una tierna y pequeña flor que brota a mitad de un desolado desierto. Por eso es que la admiro. Jamás se correría de ningún problema. A diferencia mía. Yo odio que la ansiedad me consuma.

- Vaya... -exclamo en la soledad de su oscura habitación-

¿En dónde se hará metido? Suponía que la encontraría aquí, pero tampoco está en el baño. Y mucho menos es una niña que se esconda debajo de la cama o en un armario mientras se le pasa el berrinche.

Los caprichos de la vida... Si el vuelo de Marina se retrasaba unas cuantas horas, lo más seguro es que ahora mismo yo estaría haciendo el amor con Gianna en esta misma cama. Las cosas no siempre salen como las deseas. Y estar trepando al techo de la casa es una prueba de aquello. Este es el único lugar a donde Gianna acudiría para escapar del mundo.

Cuando por fin encuentro los puntos de apoyo en las salientes de la pared decido retroceder y volver a la habitación. Busco una manta y me apresuro a escalar hacia el techo. Suspiro de alivio al verla echada de espaldas sobre el tejado. La mirada de Gianna está perdida en la inmensa oscuridad de la noche. Me acerco con cuidado de no resbalar hasta que estoy a su lado. Adopto la misma posición que ella en el techo y exhalo todo el aire contenido en mi interior antes de estirar mi mano para tomar a la suya.

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