Tenías que ser tú

Charla

Estuvieron como una hora hasta que Harry recordó algo. Se había olvidado por completo del sanador Bones. Lo había dejado encerrado en el baño y no volvió va por él.

-Tengo que ir a mí habitación. El sanador Bones debe de estar asustado (detuvo a los demás).
-Cuando logres que se calme vuelve (dijo el sanador jefe).
-Creo que tengo que desayunar. Vendré dentro de media hora o puede que una (le aviso).
-Haz lo que quieras (aceptó).

Miró a sus amigos y se fue. Al llegar a su habitación escuchó los golpes incesantes del sanador contra la puerta. Lo hacía con fuerza, sin detenerse y cada 4 o 5 segundos. Eso paralizaba a cualquiera. Abrió la puerta mientras quitaba el hechizo de protección.

-Tú (gritó).
-Lo siento. Estábamos siendo atacados por dementores y actúe sin pensar. No pretendía que pasaras tanto tiempo encerrado (se excusó).
-Tú (volvió a gritar).

Comprendiendo que estaría un tiempo gritando Harry puso un hechizo silenciador para que nadie de fuera lo escuchara. No quería que luego le recriminen al joven sanador el haber gritado al famoso Harry Potter. Tiene un futuro largo y que te tachen de algo no es algo de lo que tenía que grabarse en su mente.

Dejó que estuviera despotricando un largo tiempo. No lo detuvo e incluso dejó que le diera algún que otro golpe en el hombro a modo de queja. Cuando se cansó se acurrucó esperando que lo abrazaran y lo hizo. Todo para que se sintiera bien. Dejó que este tuviera todo lo que quería y como a los 20 minutos se alejó un poco, ya estaba tranquilo y eso lo veía en su rostro. Había estado llorando sobre su hombro.

Ese tiempo teniéndolo entre sus brazos había calmado su rugido interior. Fue el motivo por el que recordó a Bones, haciendo que se sintiera culpable.

-No vuelvas a hacer eso. Sabes lo preocupado que he estado (susurró tan bajo que casi no logro decirlo).
-Lo siento. Es sólo que por una vez no quería que lastimen a la persona que quiero. Y resulta que tú despiertas cosas en mi que son muy fuertes (soltó en su oído).

Tan bajito, tan claro que llegó a lo más profundo del joven. Sintió que no podría resistirse más.

Se besaron, volvieron a dejarse llevar en lo que sentían. En que los brazos del otro lo aferrarse y sin saber cómo ambas acabaron tumbados el uno sobre el otro encima de la cama. Por más que esos sentimientos los guiaran Harry comprendió que no podía dejarse llevar por lo que sienten, no quería romper el corazón del joven cuando encontrara a su persona destinada. Por suerte para él, Perseus no albergaba la idea de profundizar en aquello que sentía de forma física.

Se quedaron abrazados un rato, estaban tranquilos, con una hermosa sonrisa en sus rostros y con mucha alegría de poder disfrutar del otro.

-Sabes, tu jefe me está esperando (mencionó).
-¿Por? (no entendía qué es lo que quería de él).
-Por lo visto tiene muchas preguntas (contestó con pena).
-Que pena (susurró con desgana).
-Pasare aquí la noche y te han ordenado estar conmigo (le recordó).
-Eso es bueno saberlo pero no pretendes verme hasta la noche (se quejó).
-Voy a tener muchas visitas y tengo que resolver un montón de cosas. Dudo que nos podamos ver antes de la cena (indicó).
-Me avisarás siempre que tengas hambre (acarició su mejilla).
-De momento. Me vendría bien que tuvieras una bandeja lista para dentro de dos horas. Voy a ir con tu jefe (respondió).
-Ve. En dos horas te lo traigo (soltó).

La sonrisa de su cara se fue apagando. Aún así Bones se levantó y dejó la sala comprendiendo que no podía hacer nada para evitar que se fuera.

Lamentando dejarlo Harry se levantó, fue al baño y se aseo un poco. Se cambió de ropa haciéndola aparecer, poniéndose un pantalón vaquero y una camisa blanca un poco ajustada. Lo quedaba bien, no esperaba tener un cuerpo tan hermoso como aquel, sus padres se habían pasado al darle tanto. Ahora seguro que tendría a más de una chica persiguiéndolo y en cuanto a la mañana siguiente, el saliera en la primera plana comenzarían a mandar regalos para agradecerlo. Diría que su casa es la del Número 12 de Grimmauld Place para que no molestaran a los sanadores del hospital y sobre todo, para evitar que Bones sintiera celos.