Gringotts

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La camarera llegó con el té, ya se habían terminado el plato completo y el té iba acompañado por dos pastelitos, no lo habían pedido y Potter sospechó que lo había pedido la camarera. Desde que llegaron no los había quitado ojo, comprende que no debe de estar acostumbrada a ver a dos chicos tan llamativos como ellos porque su hermano tampoco está nada mal. Los músculos que ha conseguido gracias a su trabajo con los dragones estaban bien marcados, su altura era bueno y su complexión, además, llevaba el cabello recogido en una media coleta. Es de los que le gusta sentirse libre y trabajar con la naturaleza, por eso es que le estaba costando mantenerse quieto.

Se terminaron el té y Harry fue a pagar, tenía un poco de dinero muggle y prácticamente lo gastó todo en aquel desayuno. No le importó, ya se encargaría de pedir en el banco un poco para emergencia.

Fueron dando un paseo, ninguno tenía prisa y así podían seguir hablando, Charlie tenía un montón de preguntas que hacer, para empezar, quería comprender qué narices es lo que se traía entre manos con todo eso de sus hermanos. Porque le preocupaba que alguno lo fuera a llevar mal. Harry lo tuvo que calmar en más de una ocasión haciendo lo que al comienzo, cogiendo su mano y dejando que su magia fluyera. Con él le salía totalmente natural, como si eso debería de haber sido así siempre. 

Por su parte, cada vez que recibía esa energía Charlie se sentí reconfortado y al mismo tiempo seguro, sabía que no iba a pasar nada malo, que ya no estaba sólo y por más que quería a todos sus hermanos, con los que se había criado, sentía que esta conexión con Potter era más profunda.

Ya habían atravesado el Caldero Chorreante y estaban entrando al Callejón Diagon.

-¿Tú también sientes nuestra unión? (preguntó con timidez).

-Sí (sonrió).

Lo que ninguno pensó era que un Black estaría por ahí y lo viera y escuchara. Se quedó paralizado, iban de la mano, no ocultaban absolutamente nada y realmente parecían una pareja. Eso no le hizo mucha gracia, su ahijado no podía salir con él y en cuanto lo pensó quiso que la tierra lo tragara. Se desapareció del lugar, no quería tener nada que ver con ellos y mucho menos quería verlos.

-Es algo mágico (mencionó).

-Creo que es increíble. No pensé que te lo tomarías tan bien (aclaró).

-¿El qué? (lo miró confuso).

-Todo. Lo de tu madre, lo de tus hermanos, lo nuestro, pensé que te molestarías más o que no querías volverme a ver (explicó).

-Puede que no sea tan inteligente como tú lo eres ahora, pero jamás reniego de mi familia (lo guiñó un ojo).

-Es bueno saberlo (sonrió).

-A parte de tu cambio físico, hay algo más que deba saber (lo miró).

-Más o menos, digamos que ahora tengo apetito, y por apetito me refiero a que como mucho pero que eso no es lo que me sacia. Tengo mucho apetito sexual (susurró lo último).

-Eso no me lo esperaba (se sonrojó).

El resto del camino a Gringotts lo hicieron en silencio, estaban cerca y necesitaban procesar la información que habían recibido. 

Gringotts está situado en el Callejón Diagon, en Londres, cerca de su intersección con el Callejón Knockturn. En el banco de Gringotts, los duendes también acuñan monedas e intercambian dinero muggle por dinero mágico. El dinero muggle lo acaban poniendo en circulación, pues los duendes son “gente furtiva”. Los duendes tienen prohibido hablar de los secretos de Gringotts . En Gringotts también se pueden realizar donativos. Es el único banco de los magos, ubicado en el callejón Diagon y controlado por duendes. Fue fundado por el duende Gringotts. Muchos magos y brujas británicos guardan aquí su dinero y cualquier objeto de valor en sus seguras bóvedas subterráneas.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora