San Mungo

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Por alguna razón que nadie llegó a comprender, Harry Potter parecía no querer descansar, sintió que para ello tendría toda la vida y que en ese momento estaba con más energía que nunca.

Las horas que había pasado rodeado de los sanadores mientras lo ponían un calmante tras otro había sido más que suficiente para él. No entendía por qué había tantos de esos sanadores atendiéndolo cuando a las horas, no sabía exactamente cuantas vio cómo un sanador pasó con Snape a otra sala. Su interior se revolvió por completo, había sobrevivido, no, eso era una locura, ¿cómo?, lo vio morir, o simplemente se lo imaginó. Ya no sabía que era lo que pasaba por su mente, en realidad, tampoco importaba. 

Su alegría se transmitió a todos los sanadores, estos comprendieron que la magia del chico era quien los había afectado de ese modo aunque nos sabían por qué.

-¡Qué alguien vaya a salvar a Snape! (los gritó).

Los sanadores quedaron perplejos, ninguno se había dado cuanta de que el otro sanador pasó y menos vieron al paciente que llevaba. El jefe de ellos comprendiendo que no debían molestarlo se apresuró a enviar a 5 de los que lo acompañaban a la otra sala y estos a regañadientes obedecieron. Ese caso no era tan importante, al menos no tanto como atender al famoso Harry Potter y les daba rabia tener que ir. Aun así, ninguno se atrevía a cuestionar a su jefe.

Una vez el dolor por el cambio terminó, Potter les suplicó que lo dejaran descansar en una habitación, que el dinero no era el problema y que él correría con todos los gastos tanto los suyos como los de Snape así que a él también debían darle lo mejor. El jefe sanador comprendiendo que quería saber de su estado fue a ver cómo iban y volvió en apenas un minuto, le informó que su amigo no corría peligro, que no debía preocuparse y que si lo quería los pondrían en la misma habitación. Aunque normalmente no dejarían que un conocido mortífago estuviera en una planta importante por ser él harían esa excepción y no solo eso, sino que todos los gastos serían pagados por San Mungo. Todos parecían contentos con esa decisión, ninguno aceptaría su dinero porque le debían la libertad.

-Gracias, mientras termináis de atender a Snape me gustaría dormir (pidió).

Comprendiendo que eso era lo mejor el jefe lo llevó a su habitación, al verla quedó maravillado, eso era enorme, con tan sólo dos camillas y sabía quién sería su compañero. 

-Le daremos una poción para dormir sin sueños, eso te hará dormir unas 8 horas, creo que Snape podrá estar aquí en unas 10 horas así que deberías aprovechar y dormir (argumento para que acepte).
-Como quieras, por favor si hay alguien que quiere verme diles que no pueden, que estoy durmiendo (sintió que era lo correcto).

El sanador ya había hecho eso, nadie que había pasado por tal cambio y dolor debería de estar de pie al menos las siguientes 24 horas, sabía que enseguida comenzarían a llegar los pacientes con heridas de menos gravedad y quería preparar a todo su equipo así que lo dejó solo.

Aunque se tomó la poción, Harry tan sólo logró dormir unas 4 horas, se despertó de golpe como a media noche o tal vez un poco más tarde. Como no sabía la hora y sabía que debía ser demasiado joven se fue al baño, se metió en la bañera y pasó ahí una hora entera. Estaba totalmente relajado y apunto de salir cuando un sanador entró desesperado en el baño, al verlo con la toalla enrollada en la cintura suspiró aliviado.

-Lo siento (se sonrojó).

Era un chico joven, de unos 20 años o tal vez 21, se notaba que estaba de prácticas y que al no ver al paciente entró en pánico. Lo malo es que cuando sus ojos pararon en el cuerpo semi-desnudo de su paciente no fue capaz de quitar la vista. No reconoció al chico, simplemente estaba fascinado por sus facciones, su tableta marcada, sus fuertes músculos y su hermoso rostro; nunca había visto a nadie tan perfecto y aunque el sanador pensaba que era heterosexual al verlo se cuestionó todo en lo que creía.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora